24 de agosto de 2020
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La pobre Cornelia Funke no ha tenido suerte hasta ahora con las adaptaciones de sus novelas.
Moralista, sosa y, lo que es peor, bastante bastante aburrida, ni siquiera el placer de ver tan jovenzuelos a Aaron Taylor-Johnson y George MacKay supone un aliciente. La dirección de Richard Claus es bastante plana, y parece mentira que se pueda desaprovechar así la belleza eterna de Venecia, que siempre luce tan bien en la gran pantalla.
Una aventura sin demasiada gracia ni talento para contar una historia que, a buen seguro, gana mucho en la letra impresa, pero deviene en una cinta sólo apta para el público infantil que no sea demasiado exigente.
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