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Voto de Sibila de Delfos:
9

Voto de Sibila de Delfos:
9
5,7
5.010
Romance. Drama. Comedia
Harvey Shine (Dustin Hoffman), un neoyorquino maduro que compone música publicitaria, está pasando por un mal momento tanto profesional como personal. De repente, surge una novedad en su vida: durante un viaje a Londres para asistir a la boda de su hija, conoce a Kate (Emma Thompson), una peculiar soltera cuya vida social es bastante anodina. Harvey se siente inmediatamente atraído por su inteligencia y su espontaneidad, y pronto se ... [+]
29 de agosto de 2010
29 de agosto de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si es que me estoy volviendo una blanda (¿tendrá algo que ver que resulte que me gustan las adaptaciones de las pasteladas de Nicholas Sparks, como Un paseo para recordar o El diario de Noah?), pero Nunca es tarde para enamorarse, estúpido título español de Last chance Harvey, me ha parecido encantadora y, en una palabra, preciosa.
No sé qué me pasa, pero últimamente me emocionan más las historias de amor cinematográficas entre personas ya maduras que entre jovenzuelos imberbes o veinteañeros como yo.
No sé si Joel Hopkins es un genio, pero su prosa me ha recordado poderosamente a mi adorado Richard Curtis, sin su sentido del humor acertadísimo, pero sin las estridencias y el exceso de azúcar de Nancy Meyers.
No sé si, como decía antes, soy una blanda de cuidado, pero hacía mucho tiempo que una secuencia, concretamente la de la boda y el discurso de Harvey para su hija y su yerno, no me emocionaba tanto, hasta el punto de dejarme casi al borde de las lágrimas. A mí, que soy una tipa dura que sólo llora como una madalena en teatro, ante un musical de Andrew Lloyd Webber o una canción de Mecano (bueno, también lloré la primera vez que vi Gladiator, lo reconozco. Y me sigue poniendo un nudazo en la garganta cada vez que la reviso que para qué os cuento).
Lo que sí sé es porqué son Dustin Hoffman y Emma Thompson dos de los mejores actores de la historia. No sólo es porque destilan una química única (se encuentran a gusto el uno con el otro en pantalla, y éso se nota). No sólo es por sus trayectorias inmaculadas. Es porque, realmente, ellos hacen a la perfección lo más difícil de actuar, que es precisamente que no se note que están actuando. Los dos son tan naturales, tan gente de la calle, que en ningún momento dudas de que él sea un músico fracasado y ella una encuestadora de aeropuerto frustrada.
Y por todas esas razones, la película, que no es una obra maestra, merece la nota tan alta que le pongo.
Lo mejor: La pareja protagonista, y el indudable encanto que desprende el guión.
Lo peor: En realidad nada, salvo que podría haber sido quizás más divertida.
No sé qué me pasa, pero últimamente me emocionan más las historias de amor cinematográficas entre personas ya maduras que entre jovenzuelos imberbes o veinteañeros como yo.
No sé si Joel Hopkins es un genio, pero su prosa me ha recordado poderosamente a mi adorado Richard Curtis, sin su sentido del humor acertadísimo, pero sin las estridencias y el exceso de azúcar de Nancy Meyers.
No sé si, como decía antes, soy una blanda de cuidado, pero hacía mucho tiempo que una secuencia, concretamente la de la boda y el discurso de Harvey para su hija y su yerno, no me emocionaba tanto, hasta el punto de dejarme casi al borde de las lágrimas. A mí, que soy una tipa dura que sólo llora como una madalena en teatro, ante un musical de Andrew Lloyd Webber o una canción de Mecano (bueno, también lloré la primera vez que vi Gladiator, lo reconozco. Y me sigue poniendo un nudazo en la garganta cada vez que la reviso que para qué os cuento).
Lo que sí sé es porqué son Dustin Hoffman y Emma Thompson dos de los mejores actores de la historia. No sólo es porque destilan una química única (se encuentran a gusto el uno con el otro en pantalla, y éso se nota). No sólo es por sus trayectorias inmaculadas. Es porque, realmente, ellos hacen a la perfección lo más difícil de actuar, que es precisamente que no se note que están actuando. Los dos son tan naturales, tan gente de la calle, que en ningún momento dudas de que él sea un músico fracasado y ella una encuestadora de aeropuerto frustrada.
Y por todas esas razones, la película, que no es una obra maestra, merece la nota tan alta que le pongo.
Lo mejor: La pareja protagonista, y el indudable encanto que desprende el guión.
Lo peor: En realidad nada, salvo que podría haber sido quizás más divertida.