Extraordinaria película de los hermanos Dardenne acerca de la feroz competencia en el mundo laboral y cómo la crisis económica y la necesidad de defender lo que nos da de comer convierte en ocasiones a los seres humanos en perros forzosos dispuestos a morder, de bun grado o a regañadientes, a quien amenace nuestro salario. La reflexión es bestial y terrorífica y los Dardenne la ponen en imñagenes y palabras sin maniqueísmos pero con tremenda fuerza, una fuerza que golpea en la cara del espectador y le encoge el corazón precisamente porque la historia suena conocida en la Europa asolada por la crisis y el desempleo. No cuesta reconocerse en esos compañeros de trabajo de Sandra que tienen que darle la espalda y ser cómplices de su posible despido por defender su propio dinero y su puesto de trabajo, y eso es lo que más asusta y golpea de una historia verídica como la vida misma, por desgracia, y de esos diálogos tan naturales y bien escritos.
Marion Cotillard está excelsa en el via crucis de la protagonista y aporta un grado de dramatismo sencillamente excepcional, sin pasarse ni un pelo y dando una lección de contención y emotividad bien entendidas en las dosis justas y cuando toca. Es ella la joya de la corona belga de este 2014, la que va a llevarse los premios y los mayores halagos, pero toda la cinta es verdaderamente para enmarcar por la crudeza con que está escrita sin necesidad de ser soez ni violenta en lo verbal y lo físico. Duele mucho más lo que se intuye detrás.

Lo mejor: Marion Cotillard, estratosférica, y la descripción de la ferocidad del mundo laboral.
Lo peor: En realidad nada, salvo que el interés de las idas y venidas de la protagonista no es constante