Tres cosas salvables en el cine "de tiburones": Tiburón, por supuesto, la única e inimitable, la obra maestra; Infierno azul, una excelente y espeluznante propuesta con Blake Lively muy bien dirigida por el español Jaume Collet- Serra; y, en un tono más liviano, Megalodón, uno de los blockbusters más divertidos y desenfadados de los últimos tiempos.
Y ya.
Prácticamente todo lo demás que hay en el subgénero de terror y monster movies que es el cine de escualos asesinos es basura pura y dura. Como es el caso de esta A 47 metros 2 (qué mal quedan todos los números ahí seguidos).
Ya la primera no es que fuera gran cosa, pero por lo menos se atrevía a colocar un final enormemente valiente y desolador para los tiempos que corren. Esta es no sólo una cosa totalmente absurda, sino además una de las películas visualmente más feas que se recuerdan, así recientemente. No envidiamos el esfuerzo que debió suponer para las actrices rodar bajo el agua tanto tiempo, pero la estética es espantosa, resulta imposible ver nada con tanta oscuridad y es una película fea, como decimos, en general. Además, los personajes son simplemente esqueletos, y el único atractivo que presentan es ver a una colección de actrices "hijas de" (en este caso, Jamie Foxx y Sylvester Stallone) o pertenecientes a familias con callo en esto del terror (Sophie Nélisse es hermana de Isabel Nélisse, veterana de Mama o It).
Suspenso absoluto. Sólo merece la pena, como dijo un crítico de aquí, cuando los tiburones se ponen a hacer su trabajo. Poco, todo sea dicho, pero son las únicas escenas que estimulan algo al espectador.