Si bien es cierto que no está entre sus mayores obras; Blake Edwards logra un producto que resulta fácil de ver, con situaciones rocambolescas concebidas para producir la risa fácil y unos personajes que llegan a ser adorables.

Con un Bruce Willis como pez en el agua en la comedia (gracias a trabajos gratamente recordados como Luz de Luna) y escudado por Kim Basinger (quien repite con Edwards) y John Larroquette entre otros, el resultado final es más que aceptable.

Es verdad que durante la última media hora el ritmo decae un tanto, dejando de lado la parte más cómica para centrarse más en la relación amorosa de los protagonistas y sus dificultades... como toda película del género, aderezada con los tópicos de turno. Aún así el resultado final es muy agradable y te deja con una gran sonrisa en la boca la veas cuantas veces quieras; algo que no consiguen muchos directores y que es muy gratificante.