Con ese nombre ruso que parece querer ser japonés y esa cara de ángel, a mi esta actriz me ha enamorado por completo, ya la descubrí en su corto papel al final de la segunda entrega de Bourne y me gustó pero en esta película esta genial, actúa con una frescura e inocencia digna de alabar, espero que Hollywood nunca la llegue a raptar para robarle la inocencia.
Más que tratarse de una película dura y escabrosa al tratar el tema del maltrato y la trata de blancas, yo diría que es triste y melancólica, parecida al cuento de la cerillera, y más que deleitarse en las sórdidas escenas de humillación de la protagonista, el director prefiere mostrarnos la bonita historia de amistad que se crea con su joven vecino y que perdura incluso tras la muerte, llenándolo todo de un aire poético e irreal.
La primera parte usa un tono más realista pero según te acercas al final todo se transforma como envuelto en una ensoñación, increíble el talento con el que el director consigue esta transición de lo cotidiano a lo onírico.
La música no me pareció que desentonara, al contrario creo que la música clásica es lo que desentonaría en una historia en la que la protagonista malvive la noche metida en discotecas del centro donde la machacona música techno es lo que triunfa.
Una obra entretenida y que pretende ser moralizante sin caer en la pedantería, en su contra quizás decir que la protagonista es demasiado víctima pasiva, da la sensación de que todo el mundo la ataca pero ella nunca se defiende, tan solo se limita a aguantar los golpes que le va dando la vida de un modo tan estoico que llega a ser irreal.
Junto con Déjame entrar, un soplo de aire fresco del norte para el cine sueco, necesario para sacarte de la cabeza andrajos como la saga Millenium. La película es claramente superior a cualquier gran estreno de la cartelera hoy en día, por eso quiero dar las gracias a Filmaffinity por descubrirme estas obras escondidas que aquí tienen cabida.