Un interesante acercamiento al desconocido cine de acción tailandés, donde se nos narra la historia de un chico sordo mudo marginado desde su infancia, y que precisamente encuentra paz y el sosiego entre el infernal ruido del local de practicas de tiro donde trabaja. Donde los demás han de protegerse los oídos del ruido de las balas, el descubre que no le tiembla nada el pulso a la hora de apuntar y disparar. Allí conocerá a su mejor amigo, un asesino de la mafia local que le introducirá en el mundo del crimen, convirtiéndose en un frío asesino que se venga del mundo entero que le marginó.
Destacan algunas escenas muy estilizadas al más puro estilo de Hong Kong, donde los movimientos de cámara y los encuadres, así como el juego con los colores y el blanco y negro nos dejan algunas escenas preciosistas. La música quizás es lo más estridente, con algunas melodías un poco horteras y otras más acertadas.
El argumento es simple y un tanto manido, pero como toque de originalidad, el director consigue transmitirnos con imágenes y sugerencias visuales más que con malos diálogos, lo cual es de agradecer.
En definitiva, una película de acción sencilla y muy visual, con unas imágenes que destacan sobre el argumento.