Y es que en ese tono está tomada la versión de "Hamlet" de Branagh, en un tono en que todo se magnifica, los personajes exageran, pero las cuatro horas de película se hacen mucho más amenas que si se hubieran desarrollado como en un film al uso.

Dejando de lado la licencia temporal que toma el bueno de Kenneth, todos los escenarios son apabullantes, con una puntual (pero efectiva) utilización del plano secuencia que es de agradecer (dado el ya citado carácter dramático).

Fuera de esto, los intérpretes son tan ilustres como decentes, en líneas generales, con algunos de ellos a un excelente nivel. Destacan, además del propio Branagh (con escenas abrumadoras pero con otras algo irrisorias), un imponente Brian Blessed (el fantasma del Rey Hamlet), un compungido Michael Maloney (Laertes) y un magnífico Nicholas Farrell (Horacio, para mí el mejor del film, el mejor Horacio llevado a la gran pantalla, y hay unos cuantos).

En conjunto, no se me ocurre mejor manera de llevar la máxima cantidad del texto de Shakespeare a la pantalla (incluso con el susodicho cambio temporal).