“Trois couleurs: Rouge” viene a ser el homenaje de un director polaco a la civilización y la ideología galas. Y no es más que un homenaje al uso de lo que se estila en el cine de las gentes a las que va dirigido, y al uso de lo que queda muy bien decir que es alternativo e ingenioso cuando todos sabemos que es una tontería como una catedral.

Dicho todo esto, a mi no me parece aburrida ni densa. Es éste un film que se deja ver y con el que uno puede pasar un ratito agradable en compañía de Irene Jacob y compañía. Los planos están trabajados, a variaciones de profundidad, mucha imagen testimonial, guiños repetidos,... todo un sinfín de amenidades que buscan licuar la trama. Una trama que es la gran pega por ser una mariconada.

Los personajes son tan irreales y las situaciones tan especiales que, simplemente, no cuela, y lo preocupante es que es una constante en el cine francés.
¿Preocupante? No lo es tanto, así disfrutamos de más variedad, pero no deberíamos olvidar que lo difícil es contar la realidad, no inventarla.