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Voto de chandalito:
7
Ciencia ficción Treinta años después de los eventos del primer film, un nuevo blade runner, K (Ryan Gosling) descubre un secreto profundamente oculto que podría acabar con el caos que impera en la sociedad. El descubrimiento de K le lleva a iniciar la búsqueda de Rick Deckard (Harrison Ford), un blade runner al que se le perdió la pista hace 30 años. (FILMAFFINITY)
24 de diciembre de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es tan notorio el impacto, fundamentalmente estético, de Blade runner en la historia del cine que, facilmente se cae en la tentación de analizar esta secuela referenciando los logros alcanzados por su predecesora. Comparar el contexto cinematográfico del siglo XXI, con un público ahíto de virtuosismo técnicos y visualmente hiperestimulado, con el de los años ochenta resulta desequilibrado, por tanto, su análisis en este sentido sería infructuoso, injusto para una solvente dirección artística y técnica que, con mucho tacto y sutileza, reencuentran el aura de la obra seminal e incluso la expanden. El trabajo del departamento de iluminación, liderado por Roger Deakins, es sobresaliente, no sólo recreando las icónicas ambientaciones urbanas, sino especialmente en las delicadas penumbras de los interiores. Los efectos visuales y hasta los glitcheados créditos finales están enmarcados dentro de una cuidada y destacada uniformidad. En el apartado musical, Benjamin Wallfisch y Hans Zimmer asimilan los timbres de Vangelis, actualizando las armonías hacia una banda sonora más ambiental, menos melódica. Quizás, como siempre que se cuenta con Zimmer, la aportación de este se vuelva invasiva y el tono de la narración se apoye excesivamente en lo sónico. (En este caso para remarcar la extrañeza)

Es acertada la elección de Ryan Gosling, cuya carente expresividad le lleva a encarnar con eficacia al replicante K (Joe para los amigos) , un ser sintético, sin alma. Lo más interesante de la obra me parece el debate interior de K. A pesar de su origen artificial, el replicante quiere oler, fuma y utiliza ilusiones ópticas con las que simula una relación de pareja y hasta la comida. Es en ese deseo donde Denis Villeneuve parece fundamentar la condición humana. No es la genética ni la fisiología lo que nos define sino la ilusión y la búsqueda, eso que nos motiva como a Pinocho, ese anhelo de ser.
chandalito
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