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Voto de Chris Jiménez:
8
Intriga. Thriller Un hombre que es buscado por la policía, acusado de haber matado al marido de su amante, se refugia en casa de su amiga Eve, a la que confiesa que la verdadera asesina es su amante, la actriz Charlotte Inwood. Eve decide investigar por su cuenta, pero cuando conoce al detective encargado del caso comienza a enamorarse...
19 de diciembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un telón, qué conveniente. Un telón que poco a poco se alza invitándonos a la función del día, pero esta vez interpretada en la vida real.
Habrá romances, persecuciones, crímenes, chantajes...y en especial mentiras, porque aquí, en este mundo, todo es mentira. Al fin y al cabo, la vida como el arte es cosa de puro teatro.

Y el teatro, cómo no, le encanta a nuestro amigo Hitchcock, al que vuelve dos décadas después de "Asesinato". El teatro implica suspense, fascinación y engaño, ingredientes obligatorios en su carrera con los que provocar y motivar siempre la atención de la mirada del público, susceptible de ser manipulada; eso lo tenía claro cuando estaba adaptando en estrecha colaboración con su esposa Alma y Whitfield Cook la popular novela negra de Selwyn Jepson publicada poco antes "Man Running", primera de una saga protagonizada por la aspirante a detective Eve. La película que se engendrará tras un arduo proceso, "Pánico en la Escena", es importante para él en muchos sentidos.
Con ella se estrena en los '50, donde logrará tantas innovaciones en su cine en comparación con la década anterior; la premisa tiene un crimen unido al glamuroso mundo del teatro y un hombre perseguido, viajando así al pasado de su propia filmografía, lo cual se afianza rodando en su país natal, al que no volvería hasta años después; inicia un contrato de cuatro títulos con Warner Bros. tras la quiebra absoluta de su propia Transatlantic Pictures; será su primera y única colaboración con la gran diva teutona Marlene Dietrich; y lo esencial: la situación de su hija Patricia, recién admitida en la Academia de Arte Dramático de Londres, le ha influido a elegir este mundillo del teatro en particular para desarrollar la historia.

El comienzo se asegura un lugar en la Historia de su creación. El film hace honor a su título abriendo esa "safe curtain" para nosotros, el público, siendo lanzados de cabeza al corazón de una intriga que bebe (pero aún no somos conscientes) de la maquinación de la ficción como motor de la trama, es decir: del arte de actuar y convencer. Esto tiene poco que ver con las obras previas, aquellos melodramas elegantes de Selznick, y es que desde "Sabotaje" (con la que comparte tantos puntos) no se veía tal torrente de energía y velocidad descargado durante los primeros minutos.
Por ahora esta es la historia de Jonathan Cooper, un pobre hombre huido de la policía tras intentar falsear el asesinato del marido de su amante Charlotte, diva de los escenarios, que ella ha matado "por accidente"; todo ello en "flashback"...no un extraño recurso, pues es propio del "noir" en la época, y las situaciones narradas están filmadas con fluidez, tensión, siempre desde su punto de vista inocente, ¿o tal vez el punto de vista es el de Eve, la ingenua amiga a la que ha acudido en busca de ayuda? Ella le cree a pies juntillas, porque el amor que aún siente por él es suficiente para nublar sus dudas, y porque el arte de convencer ha sido magistral.

¿Pero como público le creemos nosotros? Por supuesto. Hitchcock lleva a cabo una jugada maestra: contar en el reparto con el joven Richard Todd, en cuya cara de pánfilo se puede leer "Soy un subnormal y me van a pillar al final" y con esa Dietrich como su obsesión, imponente aun en el rol de mujer asustada por su repentino homicidio. Mientras Cooper promete a Charlotte seguridad eterna ella, algo despreocupada, se maquilla para asistir al teatro; "¡Maldita "femme fatale"!", pensaremos. "¡Será zorra la tía!, ¡deja de mentir tanto!", brotará continuamente en nuestras cabezas. Qué bien obra el cineasta su truco.
Se cierra el telón con una nota inusual, a la vez invención formal: en su "flashback" Cooper se imagina a la policía averiguando su paradero y encontrándole rápidamente...¿cómo es posible?, ¿tan buena vista tenía la criada, con la que se ha tropezado? Pero ahí queda nuestra ligera duda. Para Eve no las hay, claro, y a partir de ahora este "inocente perseguido", que pasa por los mismos avatares y es ayudado por bellas jóvenes y sus familiares igual que sus predecesores de "39 Escalones", "Inocencia y Juventud" o "Sabotaje", queda relegado del argumento y ella se hace con el protagonismo.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

A día de hoy, la fascinación tramposa de "Pánico en la Escena" perdura aun con todas las quejas que Hitchcock tuvo debido a la mala respuesta del público de 1.950 (claro, se encontraron con algo inusual en el momento: un "flashback" engañoso). Y qué fascinación. Ni dentro ni fuera de esta obra las cosas son lo que parecen:
Dietrich se encargó de la iluminación, el diseño artístico y casi la dirección de todas sus escenas; el director, conocido por sus exigencias, la dejó manejarse a su aire; Michael Wilding, si bien enamorado de Wyman en la historia, mantuvo un "affair" con Dietrich; y Wyman, quien parece la más inocente, fue todo un dolor de muelas para el equipo entero. Es también el truco, el engaño del cine, tan bello a su manera...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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