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Voto de Chris Jiménez:
10
Comedia Rusia, principios del siglo XIX. En un pueblo ruso, Boris Grushenko vive obsesionado con la muerte y con su prima Sonia, aunque ella prefiere a Iván, uno de los hermanos de Boris. Pero Iván se casa, y Sonia, por despecho, contrae matrimonio con un rico comerciante de pescado. Obligado por su familia, Boris se alista en el ejército para luchar contra la Francia napoleónica e, inexplicablemente, se convierte en un héroe de guerra. Y, a ... [+]
17 de julio de 2017
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Un hombre, un pobre desgraciado será juzgado por un crimen que jamás cometió, a las 6 de la madrugada...¡tenía que ir a las 5, pero tenía un abogado listo!, ¡consiguió indulgencia!
Y él, Boris Grushenko, va a narrarnos su emocionante a la par que desafortunada historia.

[¡La cosecha, el grano! Los campos rebosantes de trigo...]

"La Última Noche de Boris Grushenko" significó para Woody Allen su película más graciosa y más lograda de aquella primera etapa como realizador, cuando ya disfrutaba de un gran éxito gracias a la disparatada "El Dormilón" y tras hacer una excepción a una norma que decidió seguir desde su pésima experiencia en "Casino Royale" (la de no aparecer en más trabajos salvo los escritos y dirigidos por él). Excepción cuyo nombre fue "La Tapadera", dirigida por el interesante Martin Ritt: afilada incursión en el terreno político sobre la extenuante Caza de Brujas del periodo "mccarthista", estrenada en 1.976.
Mientras, escribe en solitario y con mucha dificultad una comedia regada de suspense situada en su ciudad predilecta; deja este proyecto (que precisará de una maduración de casi dos décadas para convertirse en "Misterioso Asesinato en Manhattan") y prepara una nueva sátira, esta vez abordada desde la mofa hacia la gran literatura rusa, por la cual profesa un íntimo conocimiento y cariño (aunque quizás hubiera preferido quedarse en New York, pues según dijo nunca se enfrentó a un desafío igual para filmar en terreno europeo (Hungría y Francia) ).

[...El trigo, ¡en la vida no hay más que trigo!]

Un presupuesto abultado seguramente no compensó el tener que lidiar con mal tiempo, malas comunicaciones, mala comida y las dificultades técnicas de un rodaje caótico que incluía a un operador de cámara belga, un equipo francés, ayudantes húngaros y numerosos extras rusos (por ello Allen juró no volver a salir de EE.UU.). Pero mereció la pena; regresa para encarnar a un héroe atípico, cobarde, sinvergüenza y anacrónico como Miles Monroe, aunque Boris, más entrañable y perspicaz, pertenece a una Rusia recién entrada en las cruentas Guerras Napoleónicas. Escuchemos su gesta.
Boris, esperando su ejecución, nos relata su vida, empezando en su dura niñez y saltando (a través de una gigantesca elipsis) a su edad adulta; como en trabajos anteriores Allen apuesta por la velocidad y el vértigo narrativo, colando imaginativos "gags" visuales que deben mucho a las clásicas comedias de Chaplin, Keaton, los hermanos Marx y Bob Hope ("Monsieur Beaucaire", protagonizado por éste último, parece ser otra importante inspiración de la que se recogen no pocas similitudes), todos ellos magnificados por la bella fotografía del experto Ghislain Cloquet y la música de Sergei Prokofiev.

[¡Un trigo, dos trigos, tres trigos! ¡Inmensas montañas de trigo!]

Enamorado de su prima Sonja, el pacifista Boris ha de partir a una guerra en la que no desea participar, y forzado a ello termina convertido en héroe. Mientras prosigue a un ritmo frenético la farsa disparatada sobre lo histórico (del mismo modo que aquel año pudieran hacer los Monty Pyhton en "Los Caballeros de la Mesa Cuadrada"), Allen convierte en objeto de parodia a sus admirados George Gurdjieff, Pyotr Kropotkin, Lev Tolstoy, Pyotr Ouspenskii y sobre todo Fyodor Dostoevsky. Los diálogos descacharrantes se cruzan así con debates laberínticos e inexplicables sobre duda filosófica, introspección psicológica y profunda angustia existencial.
Crece como guionista y sus sarcásticos trabalenguas evolucionan hacia registros más ingeniosos, al tiempo que brinda homenajes nada disimulados a otras figuras clave como Chéjov, Eisenstein y Bergman. Que Boris deba acabar con la vida de un dictador tirano contra su voluntad nos remite a "Bananas" y "El Dormilón", pero el verse amenazado constantemente por la presencia de la muerte (como Antonius en "El Séptimo Sello") y que lo exponga por medio de diálogos e interpelaciones al espectador (recurso al que se aferrará a partir de este film), escora la historia, si bien no deja de ser una comedia, hacia devenires oscuros y amargos.

[¡Trigo amarillo, trigo rojo, trigo con plumas! ¡Crema de trigo!]

Se puede afirmar que "La Última Noche de Boris Grushenko" abre un nuevo escollo en la filmografía de su director y sirve como perfecto puente, rocambolesco y trágico, entre sus primeras comedias alocadas y sus futuras autobiografías más sombrías, las cuales se iniciarán a partir del milagro de "Annie Hall". Además se halla atravesada de momentos fascinantes que rompen con el tiempo, la forma y su propio estilo (Boris dudando si asesinar a Napoleón, su discusión con Sonja temiendo por su duelo con Lebedokov, la revelación divina en la prisión...).
No hay ni rastro de naturalismo en estos diálogos/monólogos filmados en planos cerrados sobre los rostros de los personajes que piden la complicidad del espectador (antes de que lo hiciera Alvy Singer en la cola del cine), sino un absurdo y maravilloso surrealismo que eleva la película a otro nivel. Diane Keaton también se sigue reafirmando como actriz cómica, y ya empieza a dejar de ser un mero contrapunto a la comicidad verbal de Allen; después, un magnífico elenco secundario donde cabe destacar a Lloyd Battista, Despo Diamantidou, Harold Gould, James Tolkan o la siempre preciosa franco-rusa Olga Georges-Picot (aquí más explosiva que nunca), todos dando vida a personajes realmente impagables.

[Sólo es mediodía...pronto estaremos cubiertos de trigo...]

Puede que el neoyorkino aún debiera pulirse un poco como director y que el éxito no acompañara a su nueva propuesta del mismo modo que a "El Dormilón", sin embargo ésta seduce a un público muy amplio en el extranjero y nadie puede negar a día de hoy el importante paso que supuso para su carrera.
Está coronada, además, con uno de los colofones más memorables de toda la Historia del cine (por lo menos del cine cómico).

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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