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Voto de Chris Jiménez:
7
Acción Francis Hummel pretende que se indemnice a las familias de los soldados muertos en misiones secretas. Tras robar 16 misiles equipados con gas venenoso, toma Alcatraz y amenaza con lanzarlos sobre San Francisco. Para resolver la situación, el F.B.I. envía a la isla a un especialista en armamento biológico y al único fugado de la famosa prisión. (FILMAFFINITY)
13 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Caballeros...bienvenidos a "La Roca" " exclama Sean Connery a un puñado de tipejos de los SEALS sin idea de con quién están colaborando.
Pero el británico ya nos tiene en el bolsillo...

Refleja, como siempre había demostrado, un caso especial contra el paso del tiempo, una fuerza carismática, inamovible e inmensa, con 66 años en el instante en que se vio atrapado en una producción a gran escala orquestada por Jerry Bruckheimer y Don Simpson, la dupla más exitosa de los '90 antes del fallecimiento repentino de éste por insuficiencia cardíaca, proyecto aún en la memoria y el cariño de aquellos que lo disfrutaron entonces, cuando el cine de acción norteamericano se hallaba en su fase de alto voltaje y emocionante ultraviolencia...en su cúspide, podríamos decir.
Y es que detrás de un guión concebido por el dúo Douglas Cook/David Weisberg (sálvese quien pueda, los responsables de "Esposa por Herencia") y que pasaría por infinidad de manos, reescrituras y modificaciones, estaba la presencia indomable del exitoso director de videoclips reciclado en cineasta Michael Bay (si bien concederle tal apelativo es un halago que no merece), en su ascenso en Hollywood tras arrasar con "Dos Policías Rebeldes". Fue, observando su trabajo actual, el mejor momento de su carrera; lo justifica el solo hecho de tener bajo sus órdenes a Connery, quien hizo las veces de productor.

En un entorno gris y lluvioso sobresale la figura de un imponente Ed Harris, de militar y caminando entre lápidas cual espectro; este inicio podría confundirnos, pero el "bad boy" se apresura a dejarnos claro que él está al mando. La primera explosión ya se da tras la aparición del título del film, así que prepárense los débiles de corazón, y a ésto se sumarán otras "marcas de la casa", no obstante su conocido patriotismo de palomitas entra aquí en su fase más oscura y radical al ser el villano un otrora general indignado con la actitud despreocupada del Gobierno de su país hacia los caídos no sólo en acto de servicio militar, sino en operaciones poco legales financiadas con fondos secretos.
De ahí el patriotismo rebelde de este Hummel que se acoge a las palabras de Jefferson, "Cuando la injusticia se convierte en ley, la rebelión se convierte en deber"...por desgracia el personaje queda relegado a una sombra sin carácter, pues en lugar de ser elegido alguien inteligente en la elaboración de argumentos a través del suspense y la acción (como Andrew Davis, Richard Donner o Wolfgang Petersen) está Bay, cocktail descarado de James Cameron, Roland Emmerich y Tony Scott (hasta roba a éste sus cielos de intensos tonos anaranjados) que apoya la sucesión de la acción desde su perspectiva de director de videoclips.

Harris no se sintió cómodo con su manía de tener en movimiento la cámara todo el rato y precisar de 580 planos para una secuencia sencilla. Esto, además de marear al espectador, subraya el aspecto visual trepidante y no concede tiempo real a los personajes, grotescas caricaturas sujetas a un guión que divaga en el absurdo, el tedio y el caos, empezando por una veloz presentación del nervioso químico Goodspeed (Nicolas Cage haciendo de él mismo, otra vez) y su unión con un Connery inquietante en un tributo perverso a sus tiempos de James Bond (el agente secreto es ahora encarcelado por EE.UU. injustamente y sin ayuda de nadie).
Todo ello mientras de fondo se teje una intriga de enormes dimensiones con ecos del "techno-thriller" de Clancy desde la vieja prisión de Alcatraz, atractivo escenario para este cine, y algún toque catastrofista al situar a San Francisco como blanco de misiles cargados con gas nervioso a las órdenes de un patriota decepcionado. Gran despliegue entre las fuerzas especiales y el F.B.I., cuyos mandamases nos regalan diálogos a cada cual más idiota y decisiones que ponen en duda su buena cordura (¿olvidan que son el relleno de un film de Bay?); sí, la nula calidad del guión podría ejemplificarse en base a un tramo concreto...

Tenemos un trío protagonista interesante y carismático, y cuando la película debiera profundizar en ellos, sobre todo en la oscuridad interior y el trauma del "villano" de Harris, la película se va por otro lado y sin preguntar nos vapulea con una infinita y delirante persecución por la ciudad...y todo ello para presentar a un personaje que jamás volverá a aparecer (la hijastra de Mason), cuya existencia sirve únicamente como justificación a la futura participación del viejo agente en la misión. Así que deberemos soportar una buena sucesión de estas imbecilidades servidas a modo de prólogo con mano dura y ninguna sutileza hasta llegar a Alcatraz...
¿Mejora en conjunto? En parte. Antes de darnos cuenta nos precipitamos a una aventura de asalto y eliminación a la antigua usanza, primero lidiada por el siempre efectivo Michael Biehn y luego por esa pareja clásica (el veterano renegado y el joven novato concienciado), que extenúa por su concesión al frenesí, el gusto por los disparos y las explosiones en cadena, la tramposa tensión emocional y una más que previsible resolución (¿alguien creía que el dúo iba a fracasar en su misión, que el psicópata que atentaba contra los ciudadanos estadounidenses iba a sobrevivir o que los rehenes iban a morir a manos de sus mismos defensores militares?)...

Ello bien regado de piedad y honor para reconocer los errores de la Historia pasada que resbala de la oportuna y solemne reflexión del mismísimo presidente del país, más siniestra si uno lee entre líneas. Cadáveres por doquier, acción explosiva, de abrasarnos las pestañas, y algunas bromas aquí y allá entre la música épica de Hans Zimmer...
Todo justifica los más de 130 millones hechos en la taquilla americana, al son de los aplausos de un público enfervorecido cada vez que aparece su bandera en primer plano. El género en los '90 se cubre así de gloria y metralla de la forma más gratuita, estúpida y entretenida; Bay, por su parte, nunca volvería a estar a la altura de esta obra.
Chris Jiménez
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