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Voto de Chris Jiménez:
6
Acción. Comedia El joven Fudoh dirige a su peculiar banda criminal desde el instituto, con la cual planea hacerse con las calles de Tokio y superar a su padre yakuza. Este hecho causará la ira de los clanes yakuza más importantes, que intentarán eliminar a Fudoh... antes que él les elimine a ellos. (FILMAFFINITY)
6 de marzo de 2017
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"Un cuerpo se volverá rígido e inservible a menos que le cambies su sangre vieja por sangre nueva".
Es una bonita metáfora del tiempo, los cambios y la sociedad. También puede ser una perfecta máxima para usar en el mundo de la yakuza; y lo es para el joven Riki Fudoh.

Vayámonos a la época del carbonífero en la filmografía de Takashi Miike, indudablemente más interesante que lo que lleva haciendo de un tiempo a esta parte; mitad de los '90, el nativo de Osaka tiene unas 35 primaveras. Está trabajando sin descanso para la industria del vídeo y la televisión, y cada año acumula de cinco a siete películas, siendo uno de los directores más prolíficos de su generación; no se distingue por otra cosa salvo sus historias de yakuzas, que a veces sirve en forma de clásico homenaje ("Shinjuku Outlaws", "Ambition without Honor") o de irreverente parodia, como será este caso.
Con "Fudoh" mata dos pájaros de un tiro: también pertenecerá a esa interminable lista de adaptaciones de mangas a las que se sigue dedicando en la actualidad; el guión a cargo de Toshiyuki Morioka (quien poco después le escribirá "Blues Harp") lleva a la realidad el trabajo homónimo de Hitoshi Tanimura, más conocido en Japón por su serie cómica "Pachinko Don Quijote". Sin embargo todo lo referente a tebeos parece inexistente durante los minutos de un extenso prólogo (con mil cosas ocurriendo) donde, como en sus películas más serias, Miike rinde tributo al cine de gángsters nipones de la vieja escuela.

Se nos sitúa en el centro de una guerra, entre la familia Nioh y la poderosa organización Yasha, donde los intereses del jefe Iwao Fudoh y su propio hijo chocan irremisiblemente; lucha de poderes del más arcaico orden cuyos enfrentamientos se resuelven en caóticos baños de sangre al estilo Woo (se nota la época). Sin embargo, y pese a contener ciertos excesos y estereotipos algo caricaturizados (los guardianes del templo Nioh, el jefe Nohma), esto no va más allá de un drama abrasivo y áspero que remite a las fábulas de yakuzas de toda la vida, impregnado del espíritu de Gosha, Hasebe, Makino y, cómo no, Fukasaku.
Todo ello es observado por los ojos de un niño, Riki, que ve a su hermano mayor siendo víctima de una tragedia casi "shakesperiana" al sucumbir bajo la violencia y psicosis del padre, quien no duda en acabar con su primogénito para seguir controlando el territorio. Entonces Miike nos lanza a un "flashforward" de una década y, con el pequeño convertido en adolescente, empieza realmente la película...y de un plumazo todo se transforma en lo que podemos esperar de una locura gangsteril de su director; una escena en un parking subterráneo donde dos niños (¡!) asesinan a punta de pistola a un jefe yakuza es más que suficiente.

Ha cambiado el punto de vista; ya no son los adultos quienes tienen el protagonismo, sino los jóvenes, por ello el ritmo se acelera, los colores se vuelven intensos, el estilo mucho más abocado a lo vertiginoso y aberrante y el tono cruza extremos, tanto en las situaciones surrealistas de las que se alimenta la historia como en el nivel de violencia mostrado, muy del gusto "miikiano", tan grotesco e intragable como de costumbre. Así el homenaje clásico queda fuera de combate y "Fudoh" opta por la caricaturización descacharrante, paródica, ecléctica, como salida, en efecto, de las páginas de un manga.
Porque claro, la cruzada de reconquista que lleva un grupo de asesinos adolescentes/infantiles para arrebatar sus dominios a los yakuzas de la vieja generación no se podría contar, quizás, de una manera normal. Lo malo es que el guión se pierde en los momentos más inverosímiles y asquerosamente sórdidos de la alocada troupe de personajes, desde las andaduras de un gigante subnormal (Akira) a los shows de una stripper hermafrodita que posee la asombrosa habilidad de disparar objetos con las fuerzas gaseosas de su vagina (Mika); es el imaginario desquiciado y enfermizo del cineasta, e introducido con toda naturalidad en la crudeza del mundo real, lo que hace más extraño el conjunto.

No hay mucho más que rascar: guerra de clanes, eliminación de jefes (geniales las ejecuciones de cada uno, y la del café envenenado la mejor), traiciones y odios filiales, traumas del pasado, delirios de grandeza y alguna leve historia romántica; todo lo que tienen las "yakuza-eiga" de antaño (de hecho el asunto de la venganza territorial recuerda a la de la sesentera "Massacre Gun"), pero pasado por el filtro de lo psicotrópico y bizarro, como ya hiciera Miike en "Osaka Tough Guys". El argumento mejora cuando aparece Akira, el hermanastro desconocido de Riki, quien ha de acabar con él por orden del padre.
Esto sólo realza las dosis de áspera violencia, difíciles de encajar en ocasiones y en absoluto recomendables para los enemigos de lo políticamente incorrecto (a destacar la tortura de Akihiro a la pobre Toko). Encabeza el reparto un todavía jovencísimo Shosuke Tanihara de carismático anti-héroe, seguido del atractivo trío de feminas formado por Marie Jinno, Miho Nomoto y Tamaki Kenmochi, y tres intervenciones que todo fan del realizador y del cine japonés agradecerán: Riki Takeuchi (único de malvado Nohma), Tomoro Taguchi y Tomufumi Murata (para todos Takeshi Caesar).

En mi opinión lo mejor de "Fudoh" está contenido en el cuarto de hora inicial, un cariñoso homenaje a las viejas películas de yakuzas, aunque por desgracia no es un camino serio lo que toma (por mucho que Miike vuelva a poner de protagonistas a muchachos marginados y hechos a la violencia por culpa de los traumas familiares).
Curiosamente resulta tan buena que se estrena en cines, y termina por viajar a festivales internacionales, dando a su artífice una cierta fama en el extranjero que después afianzará con "Audition". También llegarían dos secuelas (el final abierto así lo indica), pero no con el de Osaka al frente...
Chris Jiménez
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