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Voto de Chris Jiménez:
9
Terror. Thriller John (George C. Scott) es un famoso compositor que acaba de perder a su familia de manera trágica y trata de superarlo marchándose a vivir desde Nueva York a una casa apacible y solitaria en Seattle. Sin embargo, al poco de tiempo de instalarse empiezan a suceder cosas extrañas... Hasta que un día descubre una habitación secreta ubicada al final de la escalera. (FILMAFFINITY)
20 de julio de 2017
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Algo tenebroso, una fuerza desconocida y misteriosa, está llamando desde las profundidades del ático, pidiendo ayuda desesperadamente.
Sólo un hombre podrá enfrentarse a sus siniestros designios, que furioso reclama la justa venganza que se merece para al fin descansar en paz...

Muchos estarán de acuerdo en que el cine de terror ya no es lo que era; género tan antiguo como el Séptimo Arte que, a pesar de alguna discreta excepción, ha ido perdiendo parte su atractivo, carácter y principales virtudes, que no sólo es la de aterrorizar al espectador, sino la de absorberle, atraparle en los más recónditos rincones de su mística fantasmagoría. Nada de esto parece existir hoy día, y todo por culpa de dos fenómenos demasiado presentes en la industria: la obsesión por el uso de clichés y los efectos visuales; esa es la razón de que el terror clásico sea tan apreciado por los auténticos amantes del cine.
Realizada en los últimos estertores de los '70, época en la que el género alcanzaría altas cotas de virtuosismo gracias a títulos como "Carrie", "El Exorcista" o "La Profecía", la película que nos ocupa posee cualidades suficientes como para considerarse una joya del mismo. Basándose en los extraños fenómenos vividos por el escritor y compositor Russell Hunter durante su estancia en una mansión cercana al Cheesman Park de Denver, los guionistas Bill Gray y Diana Maddox darían forma a un guión (donde se plasmaría casi por entero los susodichos fenómenos) que acabó dirigiendo Peter Medak tras el abandono de sus predecesores Tony Richardson y Donald Cammell.

Pero "Al Final de la Escalera" (de mejor título original "The Changeling"), aun inscrita dentro del terror, navega por múltiples caminos a lo largo de su argumento, transformándose en un complejo y fascinante entramado narrativo. El dolor ha sacudido la vida del músico John Russell tras ser arrolladas su mujer y su hija por un camión en la carretera, hecho que le atormentará sin cesar; decide entonces irse a vivir lejos lejos, con la vaga esperanza de hallar algo de paz interior, cosa que intentará en una enorme mansión victoriana de Seattle...que alquila sin tener la más remota idea del terrible secreto oculto en su interior.
Medak nos propone así un impactante comienzo llevado de la mano de la tragedia que resultará muy significativo en los hechos venideros, sirviendo a su vez de premonición de una amenaza aún mayor, pues esta melancólica introducción no tarda en escorarse del lado de lo sobrenatural, siendo la tecla que pulsa algún dedo invisible el primero de muchos fenómenos que poco a poco irá moldeando la atmósfera del film, más intensa en tanto que el metraje avance hasta llegar a aquella memorable y escalofriante secuencia donde el protagonista sufre su primer encuentro con el espíritu del niño que habita en la mansión: Joseph Carmichael...

Mientras se recurren a algunos de los elementos más viejos del cine de miedo (la casa embrujada, la sesión de espiritismo, las cacofonías) se establecerá una fuerte relación entre el ente y el inquilino, a quien manipula y tortura con la intención de que investigue el aterrador suceso de su muerte, repugnante acto perpetrado por su padre, quien urdió un infalible plan para hacerse con una jugosa herencia: un sucesor enfermo será reemplazado por otro sano. Tragedia familiar y de la historia (la 1.ª Guerra Mundial tiene un importante papel) donde confluyen la codicia, el crimen, la usurpación y la corrupción política en una complicada trama que nos arrastra, como a John, al corazón del suspense.
Si en la primera mitad se plantea el qué y el cómo del enigma lo siguiente será el por qué, en una desesperada carrera por desentrañar ese misterio que impide el descanso al pequeño Michael, misterio en la más pura tradición de las intrigas policíacas que se mantendrá en perfecto equilibrio con el terror donde John actuará de mediador entre el mundo de los fantasmas y los vivos desarrollándose una original lucha del Bien contra el Mal (en este caso siendo representado el primero por Michael y el segundo por el senador, quien se ha apropiado de su identidad).

De este modo no nos hallamos ante un espíritu malvado deseoso de matar a aquellos que le perturban, sino en desesperada búsqueda de ayuda, derivando todo este cúmulo de secretos y revelaciones en un último tramo donde Medak desata la pesadilla de manera espectacular, fusionándose realidad y fantasmagoría; única excepción en un film que hasta ese momento se conducía por la sobriedad, la precisión de movimientos y la esencia clásica, prestando el director especial atención en cada detalle del espacio, visual o sonoro, demostrando así un talento y nervio tras la cámara envidiable.
Magnífica composición técnica llena de fuerza y elegancia donde sobresale la fotografía de John Coquillon, la música de Rick Wilkins y el diseño de producción de Trevor Williams, factores decisivos para dar forma a la inquietante y absorbente atmósfera de la película, cuyo terror se siente en las mismísimas entrañas (momentos difíciles de olvidar: la sesión de espiritismo, la pelota cayendo por las escaleras o la primera aparición de Joseph), quizá como les sucede a esos sensacionales Melvyn Douglas, John Colicos, Madeleine Sherwood, Trish Van Devere y George C. Scott, que vuelve a brindar una inmensa actuación como el huraño y atípico héroe de esta fábula de horror, suspense y venganza venida del más allá.

Sirviéndose de un moderado presupuesto, "Al Final de la Escalera" funcionó muy bien en taquilla siendo elogiada por la crítica. Hoy por hoy hablamos de una de las grandes obras del género y la década; poética macabra cuyo poder visual sigue resultando tan fascinante como su elaborada intriga.
Es inevitable apreciar su influencia en muchos cineastas y títulos posteriores, siendo "Los Otros", "Aquella Casa al Lado del Cementerio", "El Sexto Sentido" o la asiática "The Ring" buenos ejemplos.
Chris Jiménez
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