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España España · Cinebulosa
Voto de Sergio Roma:
9
Intriga. Drama La percepción de la realidad de una actriz (Laura Dern) se va distorsionando cada vez más. Al mismo tiempo descubre que, quizá, se está enamorando de su partenaire (Justin Theroux) en un remake polaco inconcluso y supuestamente maldito. (FILMAFFINITY)
19 de julio de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adentrarse en el mundo del surrealismo puede ser un viaje apasionante del mismo modo que puede tratarse de una locura sin fácil salida. El cine de David Lynch es -principalmente y salvo excepciones- netamente surrealista, y como tal hay que entenderlo, y por consiguiente como tal hay que amarlo u odiarlo, porque difícilmente caben medias tintas en estos lienzos cinematográficos.

Inland Empire es posiblemente su película más complicada, donde más se percibe ese mundo onírico y embriagante de su cine, pero también donde más trabajo cuesta intentar dar una explicación ligeramente entendible a ese ciclón de imágenes, diálogos e historias en apariencia inconexas. Sirva como base principal que la historia versa sobre “una mujer con problemas” como ha manifestado el propio Lynch en su promoción, que intenta navegar por su pasado, re-interpretar su presente y abrir distancias con un futuro excesivamente incierto. Girando en cierta medida alrededor del mundo del cine como ya hiciese en “Mulholland Drive” la historia se traslada desde un pasado polaco hasta un presente americano, y desde una turbia vida pasada hasta una esperanzadora o utópica vida presente. Todo ello aderezado con imágenes fantasiosas, efímeras, y en ocasiones espectaculares, así como situaciones y momentos que nos permiten comprobar como el cine puede convertirse en un mundo de sueños, y como decía aquel, “los sueños, sueños son”.

La interpretación principal corre a cargo de una magnífica Laura Dern, que también hace las veces de –valiente- coproductora y que sin duda alguna se configura como uno de sus mejores trabajos. Un estupendo desdoblamiento de persona como ya hiciese Naomi Wats en la anteriormente citada “Mulholland Drive” permiten distinguir dos tipos de realidades, o más bien dos tipos de vidas. Destaca también con una intervención sencilla, pero correcta Jeremy Irons.

Las imágenes sobrevuelan los tejados de la imaginación, emergen de lo absurdo y se sitúan en lo inconexo. Una buena fotografía que incluye exagerados, pero adecuados primeros planos para intentar adentrarnos en la psique de cada personaje. Luces y sombras, juegos de color inquieto y gotas de brillantes destellos en tomas pasajeras conforman un clima de rara belleza, y de inquietante observación.
Por último, destacar la igualmente hipnotizante música, (algún tema compuesto por el mismo director) encajando en cada escena y participando de este festín surrealista, enigmático y siempre extraordinario de un director genial.
Sergio Roma
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