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Voto de Cinefago77:
9
16 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos años me quedé loquísimo con una película mexicana dirigida por un tal Iñárritu. Si amigos, el mismo al que ahora toda la crítica lame el culo con la sobrevalorada Birdman. El citado filme narraba tres historias unidas entre sí, por un accidente de tráfico. Eran historias de violencia que nos mostraban un mundo lejano que podrías encontrar perfectamente al cruzar la esquina.
La cinta que nos ocupa tiene seis pequeñas historias con un nexo en común, la violencia. Ese lado oscuro que todos llevamos dentro. Ese animal salvaje que todos tenemos y que, en según que circunstancias, dejamos salir sin medir las consecuencias. Porque si hay algo que no hacen los protagonistas de estos cuentos oscuros es medir.
Una oda al instinto primario. Una sucesión de imágenes con las que no querríamos sentirnos identificados. Una joya bestial que asusta y divierte. Que gusta y disgusta. Que nos acerca a lo que somos y a lo que no podemos ser. Con La isla mínima, la mejor pelicula en español del año pasado.
¿El homenaje a Kusturica en una de las historias era necesario? Absolutamente si.
La cinta que nos ocupa tiene seis pequeñas historias con un nexo en común, la violencia. Ese lado oscuro que todos llevamos dentro. Ese animal salvaje que todos tenemos y que, en según que circunstancias, dejamos salir sin medir las consecuencias. Porque si hay algo que no hacen los protagonistas de estos cuentos oscuros es medir.
Una oda al instinto primario. Una sucesión de imágenes con las que no querríamos sentirnos identificados. Una joya bestial que asusta y divierte. Que gusta y disgusta. Que nos acerca a lo que somos y a lo que no podemos ser. Con La isla mínima, la mejor pelicula en español del año pasado.
¿El homenaje a Kusturica en una de las historias era necesario? Absolutamente si.