Vinterberg es siempre un director más que estimulante y aquí vuelve a la senda de las devastadoras y maravillosas LA CAZA o CELEBRACIÓN, más rotundas y atrevidas que la más convencional, pero también interesante, LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO.

Aquí vuelve sobre el tema de la decadencia de la sociedad danesa y, por ende, europea y occidental. Entre el drama y la tragedia, pero con trayectos asumibles por el espectador de la más pura comedia, Vinterberg nos retrata unos personajes con una vida asentada, acomodada incluso, en la que han perdido total o parcialmente los referentes. Pesa la familia, pesa la falta de objetivos, pesa la rutina. Todos los actores están magníficos pero hay que destacar, muy por encima de todos, a un excelso Mads Mikkelsen, parco en diálogos pero efectivo al 100 por 1000 en cuanto a gestualidad contenida, miradas y gestos lacónicos.

Toda la película es un tobogán agridulce que va llevándonos directamente a una sensación amarga, de pérdida y de no retorno que, no obstante, Vinterberg decide zanjar con una especie de canto a la vida que no es más que un resultado lógico, si nos paramos a pensar, de los hechos y situaciones que viven los protagonistas.

Sin caer en el manierismo ni en la demagogia fácil sobre un problema como es el alcoholismo o la depresión vital, el resultado es una película imprescindible, estimulante y muy amarga que hace que los espectadores salgan del cine hablando de ella, de los personajes y de sus motivaciones.

Clara favorita al Oscar a mejor película internacional, sin duda.