Esta película de reparto estelar merece la pena verse por eso, por poder disfrutar de Huppert, Davis, Hurt, Chastain, incluso de McAvoy, que está varios escalones por debajo de estos monstruos del cine. Pero, más allá de esto, nos encontramos con una película que se hace larga, muy larga, pesada, llena de reiteraciones, silencios un tanto pedantes y miradas languidas que pretenden decirnos algo. Sobra metraje, sobra pretenciosidad. No hay agilidad alguna en los diálogos ni en las situaciones y lo que pudo ser no llega nunca a serlo. El duelo ante la muerte de un bebé, lo difícil que es que no se rompa un matrimonio, todo queda sepultado ante el peor enemigo del cine: el aburrimiento. Si no tuviera ese reparto, a mitad de película hubiera abandonado su visión.