El título es mi crítica. Lástima, porque los actores y la historia merecían algo más que balazos, puñaladas, cabezas y miembros rodando por el suelo y sangre que salpica hasta más allá del espectador que aguanta el metraje esperando ver algo de lo que vio en las estupenda SIN CITY (Ciudad del Pecado). No, no es una buena continuación y el público lo sabe. Se hace larga, lo peor que se puede decir de una película de acción. Ausente de diálogos, con malos muy elementales y buenos que no tienen el punto de los de la primera parte, se queda cortita y nos anuncia, parece, el declive de Robert Rodríguez.