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España España · Barcelona
Voto de AMQE:
6
Comedia Claude y Marie Verneuil, que pasaron un mal rato cuando tuvieron que hacerse a la idea de que sus cuatro hijas se casaban con maridos de origen extranjero, aunque acabaron aceptándolo, atraviesan de nuevo una crisis. Los cuatro yernos, Rachid, David, Chao y Charles, han decidido irse de Francia por motivos distintos. Los Verneuil se ven ya viviendo en el extranjero...
29 de diciembre de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuevo ejemplar de lo que la cinematografía francesa ha transformado en un género en sí mismo como es “la comedia francesa”, esta “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho… ahora?” sigue con la fórmula de utilizar problemas globales vistos desde un prisma local para, en el fondo, hacer un retrato bastante aproximado de las sociedades de hoy en día. Philippe de Chauveron, que había dado en la diana años atrás con la precuela, no se esfuerza en disimular que la mayor motivación de su nueva película es estirar el chicle de su predecesora, exitosa en recaudación en todo el mundo. Y es que no debemos olvidar que el cine, ante todo, sigue siendo un negocio. Y aunque no puede evitar su condición de cara B, de contener todos aquellos chistes que no cupieron en la película anterior, no es menos cierto que pese a ello, la película de Chauveron contiene suficientes elementos para el disfrute y el regocijo. Esto es, una crítica reflexiva sobre el mundo actual oculta bajo capas de humor blanco, una manga ancha para la incorrección política, y, sobre todo, esa pareja de consuegros formada por Claude y André, dinamita cómica pura, cuyas apariciones conjuntas acaban sabiendo a poco. Lástima que el buenísmo se acabe imponiendo en el tramo final, y la mala leche se convierta en solo un apunte. De todas maneras, Chauveron se las arregla para sacar adelante un alegato en favor de los lazos familiares, dejando siempre claro que al final, todos compartimos el mismo tipo de prejuicios sea cual sea el color de nuestra piel.

Lo mejor: cuando Clavier y N’Zonzi comparten plano.

Lo peor: su condición indisimulada de continuación prescindible.
AMQE
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