Ésta podría ser una crítica estándar para cada mediometraje, con pocas variaciones, salvo en la trama, pero con similares resultados finales. Lo cierto es que después de visionar unos cuantos mediometrajes de Chaplin en sus inicios, el resultado es similar: Ambiente circense, música de organillo que marca el ritmo de la acción, personajes repetidos, caricaturescos, actuaciones similares, mamporros a diestro y siniestro, persecuciones, meteduras de pata de Charlot, y por supuesto el humor en cada escena. Con altibajos, con escenas memorables y con un detalle que destaca por encima de todos, Charlot disfrazado de mujer y sin bigote, la perfecta dama sumerge a Chaplin en el enésimo episodio en que demuestra su simpatía y aprecio por la señora Edna Puviance, a pesar de su padre, con el que no le une precisamente una gran amistad.

Lo mejor: Charlot vestido de mujer jugando con los hombres. Y la escena del estanque.
Lo peor: resulta repetitivo el hilo conductor de la historia, así como las acciones de sus personajes.