Luego de la mediocre "Downsizing", su película más floja, Alexander Payne vuelve a la altura que merece con uno de sus mejores films. "The Holdovers", ambientada en 1970, tanto temporalmente como en sus aspectos formales, se centra principalmente en la historia de tres personajes obligados a pasar unos días juntos, para disgusto de todos, en principio.
Como siempre Payne trata con gran mimo y detalle a sus criaturas. Criaturas heridas, cada uno con un trasfondo doloroso que lleva a cuestas. Los tres protagonistas recorren este camino con un nivel de sutileza, sensibilidad y humanidad que es simplemente hermoso, en el que cada uno de ellos crece a lo largo del trayecto de la película. Como de costumbre hay lugar para el drama y la melancolía, y para el humor y la alegría, pero es la genial mano del director la que evita carga las tintas en cualquier aspecto, nunca deja que el drama se transforme en un melodrama de golpes bajos, ni que la comedia trivialice y opaque al mismo, por el contrario ambos aspectos siempre se complementan, se enriquecen, matizando todos los aspectos humanos y la psicología de sus personajes, así como dejando salir a flote comentarios sociales y políticos sobre cuestiones de clase, raciales, institucionales y parentales.
Con un elenco en estado de gracia, especialmente Paul Giamatti (tal vez uno de los mejores actores vivos que aquí nos regala uno de sus mejores papeles), y un ritmo amable y cálido, la película se pasa en un suspiro y se siente como un cálido abrazo para el espectador. Una preciosidad que desde ya debería estar en cualquier lista de películas navideñas.