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Voto de Natxo Borràs:
7
7,4
17.882
27 de marzo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres décadas después de que realizara, en su etapa muda, su visión de uno de los episodios más comentados del Antiguo Testamento en la figura de Moisés pero de modo más moralizado y encarándolo como una relectura “moral” a la Edad Moderna (es decir, unos años anteriores a la Gran Depresión y descrito por pasajes), Cecil B. DeMille decidió retomar otra vez los pasajes de Moisés y su llevada del pueblo hebreo al Éxodo de la Tierra Prometida pero en los parámetros del cine-espectáculo de carácter bíblico. Única aportación generosa que se otorgaba a las producciones de esas características: una buena dosis de moralina para el espectador-medio. Otros ejemplos como “Quo Vadis”, (1951) de Melvyn LeRoy o “La Túnica Sagrada” (1957) de Henry Koster habían cuajado. Y, con el reclamo de Heston como superestrella divina se retomaría en la definitiva “Ben-Hur” (1959) de William Wyler.
Charlton Heston contaba con treinta y dos años en su caracterización de Moisés, (uno de los primeros papeles importantes de su vida), que guía a su auténtico pueblo, el hebreo, de la salvación de las fauces del Faraón Ramsés (Yul Brynner). El film segmenta su adopción por los egipcios que ignoran su verdadero origen después de ser rescatado de las aguas del Nilo. Su casi entronización como héroe de un pueblo que somete a otro y su redención a la pobreza de un nómada que iniciará un incansable éxodo hacia la Libertad y será perseguido por la ira de Ramsés.
Quedará en la memoria la famosa secuencia de la apertura de las aguas del mar Rojo, todo un “tour de force” de los efectos especiales de la época en ésta costeada superproducción.
Charlton Heston contaba con treinta y dos años en su caracterización de Moisés, (uno de los primeros papeles importantes de su vida), que guía a su auténtico pueblo, el hebreo, de la salvación de las fauces del Faraón Ramsés (Yul Brynner). El film segmenta su adopción por los egipcios que ignoran su verdadero origen después de ser rescatado de las aguas del Nilo. Su casi entronización como héroe de un pueblo que somete a otro y su redención a la pobreza de un nómada que iniciará un incansable éxodo hacia la Libertad y será perseguido por la ira de Ramsés.
Quedará en la memoria la famosa secuencia de la apertura de las aguas del mar Rojo, todo un “tour de force” de los efectos especiales de la época en ésta costeada superproducción.