Adentrarse en este mundo creado por Dreyer es realizar un viaje onírico inolvidable. Y es que en esta época en la que vivimos, donde las películas están llenas de efectos especiales que cuestan millones, siempre es interesante mirar hacia atrás y descubrir una pieza como esta para darnos cuenta de que, para hacer una gran película, solo se necesita tener talento y saber hacer uso de el.

La historia está basada libremente en "Carmilla", ese clásico de la literatura gótica escrito por Sheridan Le Fanu, allá por el año 1872 y que es uno de los principales referentes utilizados por Bram Stoker para escribir su mítica novela "Drácula". En ella se nos presenta a un joven que llega a una posada situada en un pueblo en el que hubo varias personas afectadas por el ataque de una anciana bruja vampiro. Al hospedarse comienza a ser testigo de extraños sucesos tales como llaves que giran solas, sombras que se mueven con vida propia, o sueños tratados casi como proyecciones astrales. Todo ello en una historia donde nuestro protagonista colabora en la salvación de las jóvenes hijas del señor más acaudalado del lugar.

El director juega continuamente con luces y sombras de forma magistral, haciendo que el espectador se encuentre inmerso en una especie de sueño donde no está seguro de nada de lo que ve, dejándolo en medio de un gran desconcierto. Esto se ve potenciado con el soberbio manejo de la cámara, que nos ofrece una exhibición continua de planos increibles y consiguiendo como resultado un ambiente inquietante.

Visto esto, no es raro que cineastas como Michel Hazanavicius o Pablo Berger se dejasen llevar por la magia del cine en blanco y negro para crear auténticas maravillas como "The Artist" o "Blancanieves". Sí, ya se que esta tiene algunos elementos sonoros grabados por encima, pero la esencia del cine mudo aún sigue ahí con la presencia de ese libro sobre vampirismo a modo explicativo de muchas de las cosas que ocurren en la película. Al fin y al cabo, podríamos decir que este es uno de esos films que ejercen como puente entre el cine mudo y el cine sonoro. Y entre todos ellos, sin duda alguna, una pieza única digna de ser vista.