Aunque la película en sí es un conglomerado de otras, un pastiche de historias que ya conocemos, La Isla, es ante todo, un videoclip de Michael Bay.
Toda la credibilidad de la cinta se dispara irremediablemente a la estratosfera con los planos de medio segundo (con lo que me gustan a mi los planos largos), alguna escena de acción un poco fantasma, y esa eterna alegoría de la publicidad.
El guión no es del todo original, pero tampoco es para tanto.
Entretiene, nada más, y no se le puede pedir otra cosa, al contrario que a Bay, que o cambia el modo de hacer sus películas, o su nueva realización, Transformers, será otra pérdida que pudo ser brillante.
Una película mainstream que se sujeta por finos hilos y que pudo ser otra si hubiese caído en las manos adecuadas.