Los films de Alexander Payne siempre han destacado por ser diferentes. Quizás "Election" fue la que sentó las bases de su tipo de cine, pero cada film que estrena el director da cierta sensación de que es un leve paso hacía atrás.
No lo voy a negar que la historía y el tráiler me parecieron de lo más interesante, pero lo que acabé viendo no estaba a la altura de mis expectativas y es entonces que te preguntas: ¿Qué coño ha pasado?.
El film tiene su encanto durante la primera media hora, pero después, como si fuera un souflé, se va deshinchando hasta llegar a un final que te deja con cara de alucine y no precisamente por su grandilocuencia. Es un viaje con demasiados trompicones, en los que el director no logra afianzar en ningún momento la trayectoria del film.
Matt Damon hace por enésima vez un papel que parece que ya hemos visto en multitud de ocasiones y que al final te puede acabar provocando un bostezo descomunal.
Es una lástima que el director haya perdido su toque personal y que sus films ya no logren brillar como lo hacían al principio de su carrera.