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Voto de LordTomahawk:
8
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12 de agosto de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando somos niños y aún mantenemos la inocencia, el mundo se ve desde otro punto de vista.
Anderson nos conduce a través de su magnífica película a explora esa visión. Sam y Suzy son los protagonistas absolutos de la historia, a pesar de que en el mundo de los adultos vemos a gente como Bruce Willis, Edward Norton o Bill Murray (todos ellos totalmente excelsos). Pero ellos no importan, son los aburridos y tristes adultos, que han olvidado lo que es amar y ser inocente.
El amor. Cuántas veces habremos escuchado eso de "el primer amor nunca se olvida". Y en parte es cierto, y este film trata de demostrarlo. Los niños se enamoran cuando no son ni adolescentes, con la inocencia de ver la perfección cuando están juntos, lejos del gris y apático mundo de la gente adulta. Y escapan. Escapan de esa rutina mortal, de esas ataduras invisibles de la vida diaria para vivir lo más lejos de allí, en su particular "reino". Y ser inmortales.
Un trabajo 100% Wes Anderson, y con el que la sonrisa nunca abandona tu rostro, a la vez que de vez en cuando, te vuelves a sentir niño.
Anderson nos conduce a través de su magnífica película a explora esa visión. Sam y Suzy son los protagonistas absolutos de la historia, a pesar de que en el mundo de los adultos vemos a gente como Bruce Willis, Edward Norton o Bill Murray (todos ellos totalmente excelsos). Pero ellos no importan, son los aburridos y tristes adultos, que han olvidado lo que es amar y ser inocente.
El amor. Cuántas veces habremos escuchado eso de "el primer amor nunca se olvida". Y en parte es cierto, y este film trata de demostrarlo. Los niños se enamoran cuando no son ni adolescentes, con la inocencia de ver la perfección cuando están juntos, lejos del gris y apático mundo de la gente adulta. Y escapan. Escapan de esa rutina mortal, de esas ataduras invisibles de la vida diaria para vivir lo más lejos de allí, en su particular "reino". Y ser inmortales.
Un trabajo 100% Wes Anderson, y con el que la sonrisa nunca abandona tu rostro, a la vez que de vez en cuando, te vuelves a sentir niño.