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España España · Asturias - Madrid
Voto de david:
3
Drama. Comedia En Los Ángeles, un grupo de adolescentes fascinados por las celebridades y el universo de las marcas rastrean en Internet la agenda de las famosas para robar en sus residencias. Sustraen más de tres millones de dólares en objetos de lujo: joyas, ropa, zapatos, etc. Entre las victimas está Paris Hilton, Orlando Bloom y Rachel Bilson. Los medios apodaron a esta banda la «Bling Ring». (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2013
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Sofia Coppola tiene un estilo muy definido y una temática fetiche. Dos elementos que configuran a un autor, en este caso cinematográfico. Que sus películas siempre tengan una misma atmósfera y giren en torno a motivos similares es algo común a muchos otros creadores a lo largo de la historia del cine. El problema es cuando este estilo no convence al espectador y esa temática aburre. The Bling Ring es aburrida. Esa es su principal tara. Y el estilo de la directora neoyorquina solo satisface a ratos.

The Bling Ring cuenta la historia real de un grupo de chavales que se colaron durante meses en casas de famosos (Paris Hilton u Orlando Bloom, entre ellos) para llevarse dinero y ropa. Nunca demasiado, pero suficiente para terminar llamando la atención. Los medios y la sociedad estadounidense, siempre “fascinados morbosamente por el rollo Bonnie & Clyde”, como dice el protagonista durante la película, se volcaron a fondo con la historia. “Los ladrones de la fama”, los llamaron. Varios acabaron en la cárcel, pero son famosos…

Coppola siempre ha estado interesada en el nihilismo y el hedonismo de la juventud norteamericana. Su falta de valores morales, o al menos tradicionales, la imparable búsqueda de la satisfacción que suele desembocar en languidez y decadencia. Así son muchos de sus personajes. Las vírgenes suicidas, atrapadas en una atmósfera de tradicionalismo bienintencionado, bellas pero inanes, anhelantes pero quebradizas. Scarlett Johansson en Lost in Translation incorporó a esa radiografía la frivolidad, lo cool, lo cosmopolita.

The Bling Ring toma lo peor de Lost in Translation y elimina cualquier atisbo de reflexión moral. Coppola no juzga, muestra los hechos. No creemos, como se ha dicho, que la directora tome partido por los protagonistas, que defienda de alguna manera ese estilo de vida pomposo y patético hasta la nausea. Es consciente de que esos chicos van a caer mal a muchos espectadores. Pero existen. Más en Estados Unidos, por suerte… Pero cada vez con más frecuencia por estos lares.

Los protagonistas The Bling Ring carecen de sentido crítico, no caen en la cuenta de que ser trendy supone la pérdida de la individualidad, supone ir de cabeza a la nada, formando parte de la manada como dice el hiptonizador de masas Eduardo Punset… Formar parte de la manada trendy para desvanecerse. Desaparecer. A los protagonistas de The Bling Ring les faltan huevos para discernir. Pero les sobran para robar a las estrellas.

El tímido y desubicado Marc (Israel Broussard) llega a un nuevo instituto y se hace colega de la altiva y decidida Becca (Katie Chang). Y poco después entran en casa de los padres de un compañero. Al parecer no existen medidas de seguridad en Los Ángeles. Y las llaves bajo el felpudo. Muy bien, ¿por qué no? Poco a poco, Marc se integra en su nuevo grupo de amigas. Y los chicos van de fiesta en fiesta y de casa en casa. Coches, marihuana, bolsos, zapatos, cocaína, Rolex… ¿Y luego qué? Y luego nada, todos a la cárcel.

Parece que Coppola pretendía un relato corto y directo, pero se queda en un pasatiempo intrascendente y aburrido. Se drogan, roban, bailan… Les pillan y al trullo. La directora estadounidense acude a su habitual estilo preciosista, creando una atmósfera sugerente en algunas escenas, gracias a la utilización de la música, que nos recuerda al mejor Badalamenti. Y la frivolidad de los protagonistas queda reflejada en la fotografía limpia y deslumbrante, combinándolo con planos nocturnos de las luces de la gran ciudad. Sofia Coppola sabe rodar, pero ya no sabe muy bien qué rodar. Nos divierte la madre de Emma Watson, con su paranoia religiosa. También pulula por ahí Gavin Rossdale cantante de Bush y marido de Gwen Stefani.

Pero poco más. El cine de Sofia Coppola está implosionando, asfixiado por la falta de sustancia. O dicho de otra forma: la tendencia de Coppola por retratar un estilo de vida frívolo e intrascendente ha contagiado su cine hasta reducirlo a un producto moderadamente satisfactorio a nivel formal pero prescindible y aburrido.

Lo Mejor: Atraerá a jóvenes caza tendencias. El papel de la madre de Emma Watson. La atmósfera de algunas escenas.

Lo Peor: Aburrida. Insustancial, como sus protagonistas.

[crítica publicada en alucine.es]
david
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