Estoy confundido. Esta película es la más apetecible de la temporada, al menos para mi. Es por eso que la sensación después de verla es extraña. No diré que es una obra maestra aunque tenga secuencias, detalles y alguna interpretación memorables. Tampoco diré que es pretenciosa, plomiza y aburrida aunque en varios momentos tenga que hacer grandes esfuerzos por mantener la atención.
Andrew Dominik ha hecho una película fuera de toda norma. Se ha ido al Oeste, ha cogido a uno de sus grandes mitos, y en lugar de homenajearlo en la línea de los clásicos se ha decantado por un discutible estilo, heredero de Terrence Malick.
Durante 160 largos minutos, El asesinato de Jesse James nos habla del legendario bandido, t nos lo muestra mucho menos legendario de lo que nos habían contado hasta ahora. A través de una serie de secuencias tan deslumbrantes como innecesariamente contemplativas asistimos a la parte menos glamourosa y espectacular de las andanzas de Jesse James y su banda, sus conversaciones, sus esperas, sus dudas y sus desencuentros. Afortunadamente esa banda incluye al personaje de Robert Ford, protagonista absoluto de la historia, más incluso que Jesse James. Es la relación que se establece entre Ford y su venerado y envidiado ídolo lo más interesante de la película aunque no siempre se entiendan las actitudes de ninguno de ellos.
Desgraciadamente las fascinantes imágenes de la película están al servicio de una historia a la que le falta la garra y el nervio del gran cine.
Pese a las reticencias mostradas, la película contiene algún momento particularmente memorable como la secuencia del asalto al tren, prodigiosamente rodada, o los últimos minutos de la película en los que Robert Ford es ya protagonista absoluto, además de algún plano de extraordinaria belleza logrado gracias al inmenso talento del gran Roger Deakins, el director de fotografía.
Brad Pitt, uno de los motores de la película, está correcto aunque al igual que la película está un poco escaso de nervio. Es Casey Affleck, interpretando a Robert Ford, el que se erige en absoluto triunfador de la película con un trabajo, contenido, complejo y lleno de matices.
Seguramente la película tendrá tantos detractores como admiradores, y razones hay de sobra tanto para unos como para los otros.