171/05(13/06/10) Final de una trilogía que se aprovecha descaradamente del filón literario de Stieg Larson, aportando cero a al séptimo arte, mereciendo únicamente la pena la visión de la primera entrega, y no es para tirar cohetes, las dos siguientes centradas en la heroína Lisbeth Zalander (Noomi Rapace) son un despropósito agónico, que intentando contar demasiado se embarulla pariendo un batiburrillo inconexo con el que jamás se empatíza. El sentido del ritmo brilla por su ausencia, con unos personajes más planos que el pecho de Lisbeth, siendo el más representativo Ron Niederman (Micke Spreitz), el hermano de Lisbetht, un tipo que no se sabe que pinta en la historia, es un Frankenstein burdo, una caricatura que como sale en la novela había que ponerlo, y es que la cinta te deja más frío que un invierno en pelotas en el Norte de Suecia. Botón de muestra de la inanidad del film es el tramo del juicio, se supone que es el clímax, y lo que resulta es un compendio de todos los elementos más manidos del género judicial, testigos que mienten, pruebas sacadas a última hora, videos acusadores, y más, por no mentar el ridículo ‘look’ de Lisbeth, quedando algo que roza la vergüenza ajena. Las interpretaciones son vulgares, destacando Noomi Rapace que comenzó la trilogía con un muy buen trabajo y ha acabado como con desgana o de sobrada pues ya no transmite emoción alguna, es una cara de palo que te deja frío. La olvidaras antes de acabarla de ver. Recomendable a los incondicionales de la novela. Fuerza y honor!!!