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Voto de TOM REGAN:
5
6,6
24.769
Drama
Adonis Johnson no llegó a conocer a su padre, el campeón del mundo de los pesos pesados Apollo Creed, que falleció antes de que él naciera. Sin embargo, nadie puede negar que lleva el boxeo en la sangre, por lo que pone rumbo a Philadelphia, el lugar en el que se celebró el legendario combate entre su padre y Rocky Balboa. Una vez allí, Adonis busca a Rocky y le pide que sea su entrenador. A pesar de que este insiste en que ya ha dejado ... [+]
20 de febrero de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
24/02(05/02/16) Esperaba con ilusión este spin-off secuela de la mítica saga “Rocky”, había leído críticas ensalzándola, pues como en muchas ocasiones la montaña ha parido un ratón. Esta séptima entrega en que aparece el icónico boxeador Rocky ha intentado regenerarse, ponerse al día con el siglo, hace cuarenta años , en 1976, que llegó por vez primera, para insuflarle un aire nuevo es la primera de las partes que no guioniza Stallone, está escrita por el director Ryan Coogler y Aaron Covington, han cambiado la vibrante música de Bill Conti por hip hop, el resultado no puede ser más aséptico, con una copia bastardeada de la primera parte, cogen los recursos narrativos de la original y los plagian, queriendo cambiarle algunos elementos para dar frescura y la pifian, en todo lo que innnovan naufragan con más estrépito que el Titanic. Desposeen de alma al relato, con un protagonista soso, con el que no empatizas, te da igual su forzado tormento de querer ser alguien por encima de su padre, con un romance chirriante, con un oponente final que te hace añorar a los Carl Weathers, Mr T o Dolph Lungren.
Adonis "Donnie" Johnson (Michael B. Jordan) es el hijo extramatrimonial del ex campeón de los pesos pesados Apollo Creed (Carl Weathers), es un chico problemático en Los Ángeles instalación juventud, la viuda de Creed, Mary Anne (Tessa Thompson), decide recogerlo bajo su protección del reformatorio en el que está. Diecisiete años más tarde, Donnie decide dejar su trabajo de oficina para dedicarse a su gran afición, el boxeo, Mary anne se opone, ello con el recuerdo de que Apollo murió en un ring a manos del ruso Ivan Drago. Para alcanzar su sueño viaja a Filadelfia para intentar que el gran amigo de su padre, Rocky balboa (Sylvester Stallone), sea su entrenador, este se encuentra retirado del mundo del cuadrilátero, lleva un restaurante italiano con el nombre de “Adrian”, el de su fallecida esposa. También tendrá importancia en la historia Bianca (...), una cantante que vive en el mismo edificio que Donnie.
Film que tira por terrenos ya muy trillados, exprimiendo clichés, resultando una cinta anulada de emoción. Se intenta dar el relevo de un exitoso personaje cinematográfico a un joven para reverdezca viejos laureles, esto ya se intentó que me venga a la mente en la saga “Indiana Jones”, en la cuarta parte en 2008, cuando Harrison Ford le pasó su testigo a Shia LaBeouf, o en “La jungla de cristal 5” (2013), con Bruce Willis pasándoselo al también su hijo, en este caso el actor Jay Courtney, en los dos casos malas experiencia, y aquí tanto peor. En esta pseudo “Rocky VII” el peso lo lleva otro personaje, Adonis, el leit motive es la lucha interior de este por superar la condescendencia que le pueda otorgar el saberse quién es su padre, pues esto nos llega muy masticado, sin fuerza alguna, se cambia la humildad y penurias económicas del Rocky I por este superficial tema. Se utilizan manidos recursos como el del ya muy ajado del boxeador que pide a un tipo lo entrene, este en un principio se niega, y después, sorpresón! Acepta, que rancio, y es que nada en la película resulta mínimamente original, hasta la sordera de Mickey, el entrenador primero de Rocky, aparece en la novia de Adonis, y hablando de este romance, se te viene el mundo encima cuando se compara con el que mantenía Rocky con Adrian, rebosante de humanidad y cariño, en este Bianca-Adonis resulta impostado, metido con calzador, lo que en la primera orgánicamente fluía , en esta discurre a empujones. Momento ridículo sublime es querer emular la subida a la carrera de Rocky por la escalinata al Museo de Arte de Filadelfia al ritmo del “Gonna fly now”, aquí quieren dar un toque “original” y lo sustituyen por una carrera por una calle de Filadelfía con moteros rodeándole, terminado frente a la casa de Rocky, Adonis levantando los brazos en señal de triunfo, Ropcky alentándolo desde una ventana, mientras los “vergonzantes” moterillos hacen cabriolas a su alrededor, de vergüenza ajena, compararlo con el sequito de críos que acompañan a Rocky... queda en parodia sin gracia alguna. Como la historia no da de sí, meten la enfermedad de Ropcky, para dar un empaque sentimental que se nota artificioso, y sobre el modo ajado de afrontarlo, estridente como quieren darle un combate a Rocky, ya que a su edad no puede subir al ring, su contendiente es el cáncer, esto para emparejarlo a su pupilo, nada orgánicamente desarrollado, donde la previsibilidad es la nota predominante.
Es una copia solapada de la primera parte, el boxeador desconocido que es escogido como cuasi-sparring por el campeón del mundo, el entrenador que se resiste a entrenar al púgil, el romance entre el protagonista y una joven, el entrenamiento mostrado a través de un montaje trepidante con un tema musical de fondo que culmina en un clímax de éxtasis de autoconfirmación de sus posibilidades, el oponente campeón del mundo es un fanfarrón lenguaran, y ya en la pelea final se sigue el mismo patrón (spoiler). Es calco de la primera con el inconveniente añadido de estar desprovista de todo el regusto de emotividad de la original, quedándose en lo mismo, pero peor. No hay grandes momento en el film, más allá de su apreciable combate final, pero ello si no lo comparamos con otros de la saga, todo discurre por cauces hipertransitados, sin arriesgar lo mínimo, quedando un producto que se perderá en la memoria antes de que acaben los créditos iníciales, probablemente el peor film de la saga.
Stallone no aparece hasta bien empezado el film, pero cuando lo hace ensombrece al soso Jordan, Stallone da naturalidad y humanidad a su rol, con esa ingenuidad mundana que hay manejando década tras década con el personaje, con el que parece haberse mimetizado, con su típico sombrerito, pero con Jordan la química es cero. (sigue en spoiler)
Adonis "Donnie" Johnson (Michael B. Jordan) es el hijo extramatrimonial del ex campeón de los pesos pesados Apollo Creed (Carl Weathers), es un chico problemático en Los Ángeles instalación juventud, la viuda de Creed, Mary Anne (Tessa Thompson), decide recogerlo bajo su protección del reformatorio en el que está. Diecisiete años más tarde, Donnie decide dejar su trabajo de oficina para dedicarse a su gran afición, el boxeo, Mary anne se opone, ello con el recuerdo de que Apollo murió en un ring a manos del ruso Ivan Drago. Para alcanzar su sueño viaja a Filadelfia para intentar que el gran amigo de su padre, Rocky balboa (Sylvester Stallone), sea su entrenador, este se encuentra retirado del mundo del cuadrilátero, lleva un restaurante italiano con el nombre de “Adrian”, el de su fallecida esposa. También tendrá importancia en la historia Bianca (...), una cantante que vive en el mismo edificio que Donnie.
Film que tira por terrenos ya muy trillados, exprimiendo clichés, resultando una cinta anulada de emoción. Se intenta dar el relevo de un exitoso personaje cinematográfico a un joven para reverdezca viejos laureles, esto ya se intentó que me venga a la mente en la saga “Indiana Jones”, en la cuarta parte en 2008, cuando Harrison Ford le pasó su testigo a Shia LaBeouf, o en “La jungla de cristal 5” (2013), con Bruce Willis pasándoselo al también su hijo, en este caso el actor Jay Courtney, en los dos casos malas experiencia, y aquí tanto peor. En esta pseudo “Rocky VII” el peso lo lleva otro personaje, Adonis, el leit motive es la lucha interior de este por superar la condescendencia que le pueda otorgar el saberse quién es su padre, pues esto nos llega muy masticado, sin fuerza alguna, se cambia la humildad y penurias económicas del Rocky I por este superficial tema. Se utilizan manidos recursos como el del ya muy ajado del boxeador que pide a un tipo lo entrene, este en un principio se niega, y después, sorpresón! Acepta, que rancio, y es que nada en la película resulta mínimamente original, hasta la sordera de Mickey, el entrenador primero de Rocky, aparece en la novia de Adonis, y hablando de este romance, se te viene el mundo encima cuando se compara con el que mantenía Rocky con Adrian, rebosante de humanidad y cariño, en este Bianca-Adonis resulta impostado, metido con calzador, lo que en la primera orgánicamente fluía , en esta discurre a empujones. Momento ridículo sublime es querer emular la subida a la carrera de Rocky por la escalinata al Museo de Arte de Filadelfia al ritmo del “Gonna fly now”, aquí quieren dar un toque “original” y lo sustituyen por una carrera por una calle de Filadelfía con moteros rodeándole, terminado frente a la casa de Rocky, Adonis levantando los brazos en señal de triunfo, Ropcky alentándolo desde una ventana, mientras los “vergonzantes” moterillos hacen cabriolas a su alrededor, de vergüenza ajena, compararlo con el sequito de críos que acompañan a Rocky... queda en parodia sin gracia alguna. Como la historia no da de sí, meten la enfermedad de Ropcky, para dar un empaque sentimental que se nota artificioso, y sobre el modo ajado de afrontarlo, estridente como quieren darle un combate a Rocky, ya que a su edad no puede subir al ring, su contendiente es el cáncer, esto para emparejarlo a su pupilo, nada orgánicamente desarrollado, donde la previsibilidad es la nota predominante.
Es una copia solapada de la primera parte, el boxeador desconocido que es escogido como cuasi-sparring por el campeón del mundo, el entrenador que se resiste a entrenar al púgil, el romance entre el protagonista y una joven, el entrenamiento mostrado a través de un montaje trepidante con un tema musical de fondo que culmina en un clímax de éxtasis de autoconfirmación de sus posibilidades, el oponente campeón del mundo es un fanfarrón lenguaran, y ya en la pelea final se sigue el mismo patrón (spoiler). Es calco de la primera con el inconveniente añadido de estar desprovista de todo el regusto de emotividad de la original, quedándose en lo mismo, pero peor. No hay grandes momento en el film, más allá de su apreciable combate final, pero ello si no lo comparamos con otros de la saga, todo discurre por cauces hipertransitados, sin arriesgar lo mínimo, quedando un producto que se perderá en la memoria antes de que acaben los créditos iníciales, probablemente el peor film de la saga.
Stallone no aparece hasta bien empezado el film, pero cuando lo hace ensombrece al soso Jordan, Stallone da naturalidad y humanidad a su rol, con esa ingenuidad mundana que hay manejando década tras década con el personaje, con el que parece haberse mimetizado, con su típico sombrerito, pero con Jordan la química es cero. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y es que Jordan encarna a un rol superficial, sin profundidad, sin capacidad de simpatizar con él, con su supuesto drama naif de tener un nombre propio, mostrándose además incoherente, pues si puede luchar contra el campeón es por ser hijo de quien es, y además parece costarle poco renunciare a no llevar el apellido paterno, lo dicho mal construido.
La puesta en escena resulta correcta, sin estridencias visuales, si acaso la decisión de colocar sobreimpresionado el curriculum pugilístico de cada boxeador que aparece, recurso burdo e innecesario, aporta nada. Lo reseñable es el combate final, con una sugestiva fotografía de Maryse Alberti (“Happiness” o “The Wrestler”), que empieza con un estimulante plano-secuencia desde el vestuario al ring, y que con el combate consigue tomas rebosantes de autenticidad, ayudado por el montaje de Claudia Castello y Michael P. Shawver, dando vigor y electricidad al enfrentamiento, con una formidable coreografía de golpes y movcimientos, aunque siempre en las comparaciones pierde con el original, y es que todos esperábamos en el clímax del combate la épica música de Bill Conti, y esta aparece, pero apenas unos segundos y nos dejan con la miel en los labios, pues la funden con la música del film, estropeando el nostálgico momento. Y es que la música juega en contra del film, quieren modernizar y lo que hacen torticerar algo que estaba bien, debieron, seguir la máxima de <si no está roto no lo arregles>, los temas hip-hop y los cantados por Tessa Thompson no me sacan de la sensación de inanidad y frialdad que me transmite la historia.
Me queda una acartonada versión plúmbea de la primera, sin originalidad, quieren dar el relevo pugilístico a un chico que al final te da igual si pierde, gana o es medio pensionista. Supongo que en “Credd II: Rocky VIII”, Adonis se volverá enfrentar al campeón y le vencerá, para seguir con el copia y pega.
Spoiler:
En la pelease plagia el desarrollo del primer Rocky, un héroe que empieza siendo machacado por el campeón, parece va a ganar rápido, la pelea se nivela milagrosamente, al igual que en la primera el protagonista tiene un parpado tan hinchado por la golpiza que el ojo lo tiene tapado, el héroe saca de fuerzas de donde parece no tenerlas y consigue llegar al último asalto, termina el combate sin que haya ko, y el jurado da por vencedor al antagonista, aunque el héroe se ha ganado el respeto del público, lo dicho, una copia burda de la primera, donde encima nos hurtan de un momento tan emotivo como era escuchar a Rocky desesperado llamara su amada Adrian desde el ring, aquí esa emoción ha sido extirpada quirúrgicamente.
En conjunto me queda una cinta intrascendente, olvidable, sin más aliciente que ver a Stallone en un papel por el que ha sido nominado al Oscar a mejor secundario, el resto un calco de la primera, pero anulando todo lo bueno y que hizo reseñable la original. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena resulta correcta, sin estridencias visuales, si acaso la decisión de colocar sobreimpresionado el curriculum pugilístico de cada boxeador que aparece, recurso burdo e innecesario, aporta nada. Lo reseñable es el combate final, con una sugestiva fotografía de Maryse Alberti (“Happiness” o “The Wrestler”), que empieza con un estimulante plano-secuencia desde el vestuario al ring, y que con el combate consigue tomas rebosantes de autenticidad, ayudado por el montaje de Claudia Castello y Michael P. Shawver, dando vigor y electricidad al enfrentamiento, con una formidable coreografía de golpes y movcimientos, aunque siempre en las comparaciones pierde con el original, y es que todos esperábamos en el clímax del combate la épica música de Bill Conti, y esta aparece, pero apenas unos segundos y nos dejan con la miel en los labios, pues la funden con la música del film, estropeando el nostálgico momento. Y es que la música juega en contra del film, quieren modernizar y lo que hacen torticerar algo que estaba bien, debieron, seguir la máxima de <si no está roto no lo arregles>, los temas hip-hop y los cantados por Tessa Thompson no me sacan de la sensación de inanidad y frialdad que me transmite la historia.
Me queda una acartonada versión plúmbea de la primera, sin originalidad, quieren dar el relevo pugilístico a un chico que al final te da igual si pierde, gana o es medio pensionista. Supongo que en “Credd II: Rocky VIII”, Adonis se volverá enfrentar al campeón y le vencerá, para seguir con el copia y pega.
Spoiler:
En la pelease plagia el desarrollo del primer Rocky, un héroe que empieza siendo machacado por el campeón, parece va a ganar rápido, la pelea se nivela milagrosamente, al igual que en la primera el protagonista tiene un parpado tan hinchado por la golpiza que el ojo lo tiene tapado, el héroe saca de fuerzas de donde parece no tenerlas y consigue llegar al último asalto, termina el combate sin que haya ko, y el jurado da por vencedor al antagonista, aunque el héroe se ha ganado el respeto del público, lo dicho, una copia burda de la primera, donde encima nos hurtan de un momento tan emotivo como era escuchar a Rocky desesperado llamara su amada Adrian desde el ring, aquí esa emoción ha sido extirpada quirúrgicamente.
En conjunto me queda una cinta intrascendente, olvidable, sin más aliciente que ver a Stallone en un papel por el que ha sido nominado al Oscar a mejor secundario, el resto un calco de la primera, pero anulando todo lo bueno y que hizo reseñable la original. Fuerza y honor!!!