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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Drama Año 1183. El rey de Inglaterra Enrique II Plantagenet reúne a toda su familia para pasar las Navidades y decidir quién le sucederá en el trono. Manda llamar a su esposa, la maquiavélica Leonor de Aquitania, a quien mantiene encerrada en una torre después de haberla repudiado, y también a sus tres hijos: el taimado Geoffrey, el insignificante John (Juan sin Tierra) y el colérico Richard (Ricardo I Corazón de León). Conviene tener en ... [+]
10 de septiembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
143/20(29/08/15) Notable melodrama británico, una formidable realización de Anthony Harvey (antiguo montador de Kubrick con “Lolita” y “Teléfono rojo”), el film sigue la máxima de Shakespeare de que los únicos dramas que merecen contarse son los de los reyes, en este caso el de Henry II, un vibrante relato sobre las intrigas palaciegas en una Navidad, en la que confluyen lo peor del ser humano, la codicia, la ambición desmedida, las envidias, los rencores, los complejos, las mentiras y ello con un portentoso guión de James Goldman (“Nicholas y Alejandra” o “Robin & Marian”), hermano del también reputado guionista William Goldman, basado en su obra homónima representada en Broadway, y para su traslación al cine tuvo pocos cambios, obra inspirada muy libremente en hechos históricos. El realizador tiene el acierto de no querer desligarse por completo del carácter teatral de la historia, y hace todo lo posible por potenciar lo importante, que son los actores, actores en estado de gracia, sobre todo los Titanes Hepburn y O’Toole, al principio si hay algunas escenas en exteriores, pero una vez entramos en el castillo de Chinon el relato se torna en interiores claustrofóbicos, incluso hay claras escenas con sabor a las tablas. Fue un gran éxito comercial, siendo la duodécima más taquillera a de ese año, además de seis nominaciones a los Oscars, a película, actor a Peter OToole, director y vestuario para Margaret Furse, ganando, John Barry por la banda sonora para un no musical, y Katherine Hepburn a actriz (tercero de los cuatro que ganó), dándose el curioso hecho de que por segunda vez en la historia de estos premios hubo que compartirse, este con otro para Barbara Streisand por “Funny Girl”, la primera vez fue en 1931 que lo compartieron los actores Frederick March por “Dr. Jeckyll y Mr. Hyde” y Wallace Beery por “El campeón”. Ha habido una versión para televisión en 2003, protagonizada por Glen Close y patrick Stewart de protagonistas, dirigida por el ruso Andrey Konchalovsky. Este es un film que entra la corriente de obras drmáticas históricas con actores de renombre que se realizaron en Gran Bretaña en la década de los 60, ejemplos son “Ana de los mil días”, “Cromwell”, “Becket o “Un hombre para la eternidad”:

Harvey construye poco a poco un ambiente opresivo, asfixiante, enrarecido, malsano, un escenario denso propicio para las más bajezas humanas, traiciones, mentiras, intrigas, celos, inquina, desconfianza, rivalidades, todo esto promueve esta disfuncional familia, como un puñado de víboras encerradas en una caja, todo esto alimentado por el inteligente y lenguaraz maestro de marionetas que es el Rey, que gusta de manipular para enfrentar a sus vástagos, gusta de que saquen sus instintos básicos de supervivencia que representa el poder, y en el otro lado del ring la Reina, otra maquiavélica que con menos bazas las juega con pasión y mordacidad, buscando su libertad a través de apoyar a uno de sus hijos (Ricardo), Ricardo busca el poder con su viscerabilidad y coraje, el acomplejado John a través del “favoritismo” interesado de su padre, y Geoffrey busca poseerlo a la sombra del hermano al que apoye. En este ambiente se utiliza como arma sibilina el amor y el desamor, los secretos saldrán a la luz como puñales al corazón, todo esto y más ha sido sembrado por los padres desde la cuna en los hijos, derivando en una familia retorcida, sumida en deslealtades, todo en pos de alianzas, territorios, o el Torno. Esto discurre a ritmo fluido, con diálogos punzantes, cínicos, amargos, tejiendo una enfermiza tela de araña que atrapa a los personajes en su angustia existencial, construyendo a personajes muy bien definidos, torturados, matizados, sumiendo a estos en un espiral de mezquindad, en lo que es un drama profundo, complejo, en el que se hace una desoladora radiografía de las relaciones paterno-filiales, dotando al desarrollo de intensidad emocional.

Harvey sabe jugar con mérito con los diferentes tonos, el teatral y el de estar ante un film. Poseyendo claro aire teatral, el director aporta dinamismo, lo hace con habilidad cambiando con naturalidad orgánica de escenario, saltando de una habitación a otra, por pasillos, el salón o el patio del castillo, también con la cámara dota de cadencia de gran pantalla, con angulaciones, primeros planos con montaje ágil, aunque todo ello potenciado a maximizar las actuaciones. Tampoco huye de su origen teatral, de hecho se explaya en él en varios momentos, como cuando Alais es requerida para se case con Richard, los personajes se cumulan en el lugar en fila india, uno tras otro, hablan como si estuvieran sobre escenario, y desaparecen como si estuvieran sobre él, hay otra escena muy teatral, es la de vodevil que transcurre en el cuarto del Rey de Francia Philip, los 3 hermanos (Richgard, Geoffrrey y John), entran por separado para conspirar contra el resto aliándose con Philip, uno tras otro se esconden tras cortinas o tapices cuando llega el otro, Philip les sigue el juego mordazmente, hasta que llega Henry y todo se destapa, saliendo todos de sus escondites, muy teatral.

La puesta en escena rezuma sobriedad, buen gusto, y un realismo atroz, se rodó en los estudios Ardmore en Bray (Irlanda), Gales, y Francia en la Abbaye de Montmajour, Arles, Château de Tarascon, y Tavasson, Saône-et-Loire, con una gran dirección artística de Peter Murton (“Teléfono Rojo”), mostrando a un Rey con vestimentas raídas, comilonas con perros andando entre los comensales, la familia real caminando por el patio embarrado entre pollos y cerdos sueltos, el rey se lava las manos teniendo que romper el hielo de una pila, muy feista y a la vez auténtico, esto enaltecido por la estupenda fotografía de Douglas Slocombe (“El Gran Gatsby”), colocando la cámara en el lugar correcto para realzar las actuaciones, con sugerentes travellings, sugestivos zooms y muy expresivos primeros planos, todo en un patinado ocre tierra que sabe canalizar sensaciones,... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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