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Voto de TOM REGAN:
5
7,1
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Drama
Karen y Marta, compañeras de la universidad y ya graduadas, convierten una granja que ha heredado Karen de su abuela en un colegio para chicas. Pero un día las dos profesoras y el doctor Joe Cardin, el médico que las animó a construir la escuela, se ven envueltos en un escándalo cuando una alumna perversa se dedica a difamarlos. (FILMAFFINITY)
25 de julio de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
278/25(22/07/21) Interesante drama dirigido por el perfeccionista William Wyler, que para mí tiene el defecto de haberlo visto tras el remake dirigido por el mismo 25 años después (por loq ue puede que para algunos haga algún spoiler), y es que en comparación con la posterior (fiel al material original) esta versión de la novela de Lilliam Hellman en que se basa me resulta modosita y mojigata. La obra de Hellman se inspiró en la historia real de dos maestras de escuela escocesas cuyas vidas fueron destruidas cuando una de sus alumnas las acusó falsamente de tener una relación lésbica, en 1934 (año del estreno en teatros de la obra en Broadway) la mención de la homosexualidad en el escenario era ilegal en el estado de Nueva York, pero las autoridades optaron por pasar por alto su tema cuando la producción fue aclamada por la crítica.
Debido a que el Código Hays vigente en ese momento nunca permitiría que una película se centrara o incluso insinuara el lesbianismo en cine, Samuel Goldwyn era el único productor interesado en comprar los derechos, ello tras el éxito teatral (691 representaciones, hasta julio de 1936). Firmó a Hellman para adaptar su obra de 1934 “The Children's Hour” a la pantalla, y el dramaturgo cambió la mentira de que las dos profesoras de la escuela eran amantes en un rumor de que uno de ellas se había acostado con el prometido de la otra. El Código de producción capitaneado por Joseph Breen impidió incluso el uso o una referencia al título original de la obra (elemento que si mantuvo la versión de 1961), Hellman cambió el título de su guión a “La mentira”, después de que se completó el rodaje principal, la película fue bautizada como “Estos Tres”. Quedando extirpado el relato la reflexión sobre la marginalidad de un tema valiente al que se le podría haber dado visibilidad e índole de naturalidad y no verlo como algo ‘tóxico’. Entonces la historia se queda en el poder alienante de un rumor, de cómo puede envenenar a todo un entorno hasta hacerlo irrespirable, se nos habla también de la maldad infantil, de cómo se pueden crear ‘monstruos’ consintiéndolos, también se expone la hipocresía de una sociedad puritana que guarda culto a las falsas apariencias.
Wyler desarrollando con gran sentido narrativo de ritmo del director, combinando esta historia de amistad con dosis de humor que fluye de modo natural. Con buenos diálogos y notables actuaciones (la dirección e intérpretes siempre fue un fuerte del director de “Ben-Hur”), protagonizado por una enternecedora Merle Oberon (con esa belleza exótica propia de rostros asiáticos); una voluble Miriam Hopkins; un cumplidor Joel McCrea, aunque un cuasi-hombre florero; y sobre todo una sensacional villana en la niña Bonita Granville (la infantil actriz obtuvo la única nominación al Oscar del film como secundaria, en el primer año de esta categoría, perdió ante Gale Sondergaard por "Anthony Adverse"), sensacional la forma de manipular y arrollar a su ‘amiga’; también destacable Marcia Mae Jones en el rol de una aterrada niñita sugestionada y aterrada por su ‘amiga’ que la marionetiza de modo escalofriante.
La historia va sobre dos amigas íntimas de la universidad, Martha Dobie y Karen Wright (Miriam Hopkins y Merle Oberon), que tras graduarse reforman la herencia de la primera para convertirla en un internado para niñas. Una de sus alumnas ricas y consentidas, Mary Tilford (Bonita Granville), tras un altercado deforma un rumor para poder huir del colegio, esto provocará un efecto dominó trágico.
Wyler demuestra gran poder estético en muchas de sus acciones, como en la elipsis con la edición (de Daniel Mandell: “Los mejores años de nuestra vida” o “Testigo de cargo”) en que el plano de unas ruedas metálicas de tren sobre las vías dejando en la disolución a las dos amigas en el centro; o con el manejo dramático de las escaleras de la residencia escolar, o en el modo de utilizar el interior de la casa y el exterior a modo de opresión o libertad.
Es una historia que despojada de su vertiente de los prejuicios sobre la sexualidad se queda en un retrato sobre el poder de los chismorreos, sobre cómo su efecto bola de nieve puede destrozar vidas, de cómo muchas veces no somos conscientes del entorno punzante en el que nos movemos. Estamos en medio de un triángulo amoroso disfuncional, que al querer verlo con ojos maliciosos provoca un tsunami pernicioso. Pero al ser este alterado por mor de la censura imperante queda todo bastante desproporcionado en sus comportamientos y reacciones,... (spoiler:
Spoiler:
.... pues al reducirlo a un rumor de infidelidad me resulta el proceder de todos excesivo, que mientras que desde el punto de vista original del lesbianismo en el epicentro en esta sociedad reaccionaria si me resulta verosímil.
Pero (sobre todo en la inevitable comparación) pierde gran sentido dramático en su resolución, muy complaciente y buenista, una estafa al espectador (spoiler).
Debido a que el Código Hays vigente en ese momento nunca permitiría que una película se centrara o incluso insinuara el lesbianismo en cine, Samuel Goldwyn era el único productor interesado en comprar los derechos, ello tras el éxito teatral (691 representaciones, hasta julio de 1936). Firmó a Hellman para adaptar su obra de 1934 “The Children's Hour” a la pantalla, y el dramaturgo cambió la mentira de que las dos profesoras de la escuela eran amantes en un rumor de que uno de ellas se había acostado con el prometido de la otra. El Código de producción capitaneado por Joseph Breen impidió incluso el uso o una referencia al título original de la obra (elemento que si mantuvo la versión de 1961), Hellman cambió el título de su guión a “La mentira”, después de que se completó el rodaje principal, la película fue bautizada como “Estos Tres”. Quedando extirpado el relato la reflexión sobre la marginalidad de un tema valiente al que se le podría haber dado visibilidad e índole de naturalidad y no verlo como algo ‘tóxico’. Entonces la historia se queda en el poder alienante de un rumor, de cómo puede envenenar a todo un entorno hasta hacerlo irrespirable, se nos habla también de la maldad infantil, de cómo se pueden crear ‘monstruos’ consintiéndolos, también se expone la hipocresía de una sociedad puritana que guarda culto a las falsas apariencias.
Wyler desarrollando con gran sentido narrativo de ritmo del director, combinando esta historia de amistad con dosis de humor que fluye de modo natural. Con buenos diálogos y notables actuaciones (la dirección e intérpretes siempre fue un fuerte del director de “Ben-Hur”), protagonizado por una enternecedora Merle Oberon (con esa belleza exótica propia de rostros asiáticos); una voluble Miriam Hopkins; un cumplidor Joel McCrea, aunque un cuasi-hombre florero; y sobre todo una sensacional villana en la niña Bonita Granville (la infantil actriz obtuvo la única nominación al Oscar del film como secundaria, en el primer año de esta categoría, perdió ante Gale Sondergaard por "Anthony Adverse"), sensacional la forma de manipular y arrollar a su ‘amiga’; también destacable Marcia Mae Jones en el rol de una aterrada niñita sugestionada y aterrada por su ‘amiga’ que la marionetiza de modo escalofriante.
La historia va sobre dos amigas íntimas de la universidad, Martha Dobie y Karen Wright (Miriam Hopkins y Merle Oberon), que tras graduarse reforman la herencia de la primera para convertirla en un internado para niñas. Una de sus alumnas ricas y consentidas, Mary Tilford (Bonita Granville), tras un altercado deforma un rumor para poder huir del colegio, esto provocará un efecto dominó trágico.
Wyler demuestra gran poder estético en muchas de sus acciones, como en la elipsis con la edición (de Daniel Mandell: “Los mejores años de nuestra vida” o “Testigo de cargo”) en que el plano de unas ruedas metálicas de tren sobre las vías dejando en la disolución a las dos amigas en el centro; o con el manejo dramático de las escaleras de la residencia escolar, o en el modo de utilizar el interior de la casa y el exterior a modo de opresión o libertad.
Es una historia que despojada de su vertiente de los prejuicios sobre la sexualidad se queda en un retrato sobre el poder de los chismorreos, sobre cómo su efecto bola de nieve puede destrozar vidas, de cómo muchas veces no somos conscientes del entorno punzante en el que nos movemos. Estamos en medio de un triángulo amoroso disfuncional, que al querer verlo con ojos maliciosos provoca un tsunami pernicioso. Pero al ser este alterado por mor de la censura imperante queda todo bastante desproporcionado en sus comportamientos y reacciones,... (spoiler:
Spoiler:
.... pues al reducirlo a un rumor de infidelidad me resulta el proceder de todos excesivo, que mientras que desde el punto de vista original del lesbianismo en el epicentro en esta sociedad reaccionaria si me resulta verosímil.
Pero (sobre todo en la inevitable comparación) pierde gran sentido dramático en su resolución, muy complaciente y buenista, una estafa al espectador (spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Al adaptar su obra a la pantalla, Lillian Hellman eliminó los indicios de lesbianismo y también el suicidio, que estaba prohibido por el Código de Producción. Hellman dijo, para ella, la obra (y la película) siempre trataba más de difundir mentiras viciosas y sus poderosas y devastadoras consecuencias que del lesbianismo per se, pues no me lo creo, pues entonces no hubiera introducido el elemento de culpa de la amiga que se confiesa lesbiana.
La niña en la obra original acusa falsamente a las mujeres de estar juntas; sin saber que Martha es, de hecho, homosexual. Eso lleva a que Martha se odie a sí misma por el hecho de que está secretamente enamorada de Karen. Dado que Martha se suicida al final de la historia, también es un retrato de la aniquilación de la propia vida a la sombra de una falsa acusación. Pero mientras la revisión posterior acaba con Karen saliendo digna del cementerio donde han enterrado a su amiga suicidada, esta termina de modo condescendiente con Karen yendo a encontrarse con Cardin en Viena (por que este invento de ir a la capital austriaca?), y acaban los dos abrazados en una cafetería ante el aplauso de todos los presentes, resulta un insulto a la inteligencia esta bonhomía. Ello mientras Martha ha ejercido de Sherlock Holmnes para desenmascarar a la resabiada niñita ante su abuela (y sus padres?), convirtiéndose la criada encarnada por la gran Margaret Hamilton (la eterna Bruja del Oeste de “El mago de Oz”) en el ánimo del público cuando abofetea a la niña Mary Tilford. Mientras a Karten se le ‘regala’ un final de cuento de hadas a Martha se le da una conclusión nebulosa.
Por cierto, como va a tener el mismo efecto dramático que Martha confiese a Karen que también ama a Cardin (su novio), que le diga como debió ser (y fue en la versión 1961) que el rumor de que es lesbiana es real, pues ama a Karen, y esto la conduce a un tormento por ser algo mal visto n lo siguiente, lo que lleva a los sentimientos de culpa de ahorcarse, tramo este en el remake que es lo mejor de la película, y aquí se queda en algo naif. Donde además la ruptura de Cardin con Karen vine provocada por que ella cree que el Dr. le ha sido infiel con su amiga, pero sin embargo Karen no rompe con Martha por este mismo motivo, esto chirría más que el camión en el final de “El Diablo sobre ruedas”.
Me queda un esbozo fallido de lo que el propio Wyler se resarció un cuarto de siglo después. Fuerza y honor!!!
PD. Destacar un pequeño pque tiene el gran Walter Brennan como un cariswmático taxista.
La niña en la obra original acusa falsamente a las mujeres de estar juntas; sin saber que Martha es, de hecho, homosexual. Eso lleva a que Martha se odie a sí misma por el hecho de que está secretamente enamorada de Karen. Dado que Martha se suicida al final de la historia, también es un retrato de la aniquilación de la propia vida a la sombra de una falsa acusación. Pero mientras la revisión posterior acaba con Karen saliendo digna del cementerio donde han enterrado a su amiga suicidada, esta termina de modo condescendiente con Karen yendo a encontrarse con Cardin en Viena (por que este invento de ir a la capital austriaca?), y acaban los dos abrazados en una cafetería ante el aplauso de todos los presentes, resulta un insulto a la inteligencia esta bonhomía. Ello mientras Martha ha ejercido de Sherlock Holmnes para desenmascarar a la resabiada niñita ante su abuela (y sus padres?), convirtiéndose la criada encarnada por la gran Margaret Hamilton (la eterna Bruja del Oeste de “El mago de Oz”) en el ánimo del público cuando abofetea a la niña Mary Tilford. Mientras a Karten se le ‘regala’ un final de cuento de hadas a Martha se le da una conclusión nebulosa.
Por cierto, como va a tener el mismo efecto dramático que Martha confiese a Karen que también ama a Cardin (su novio), que le diga como debió ser (y fue en la versión 1961) que el rumor de que es lesbiana es real, pues ama a Karen, y esto la conduce a un tormento por ser algo mal visto n lo siguiente, lo que lleva a los sentimientos de culpa de ahorcarse, tramo este en el remake que es lo mejor de la película, y aquí se queda en algo naif. Donde además la ruptura de Cardin con Karen vine provocada por que ella cree que el Dr. le ha sido infiel con su amiga, pero sin embargo Karen no rompe con Martha por este mismo motivo, esto chirría más que el camión en el final de “El Diablo sobre ruedas”.
Me queda un esbozo fallido de lo que el propio Wyler se resarció un cuarto de siglo después. Fuerza y honor!!!
PD. Destacar un pequeño pque tiene el gran Walter Brennan como un cariswmático taxista.