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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Drama. Cine negro Sanada (Takashi Shimura) es un médico con un carácter muy peculiar, que vive atormentado por lo que pudo haber sido su vida y no fue ahogando sus penas en alcohol, aunque a pesar de todo, ejerce su labor con una dedicación casi absoluta en un barrio periférico del Tokio de postguerra, donde la mafia impone su ley en las calles. Un buen día, el doctor recibe a altas horas de la noche a un hombre (Toshirô Mifune) enfermo de tuberculosis ... [+]
16 de marzo de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
41/01(03/03/17) El maestro japonés Akira Kurosawa demuestra en su cuarta realización tremenda madurez creativa, donde mezcla cine humanista (recordando a su posterior “Barbarroja”), con el thriller, con el romanticismo, con el drama, con una gran capacidad de emitir emociones a través de las imágenes y de las historias, abordando sutilmente los estragos que la post-guerra causó en su país, ello condicionado por la censura imperante, y en un claro tono que recuerda al neorrealismo italiano por su crudeza y cine cuasi-documental de denuncia social. Asimismo destacable por ser la primera colaboración del realizador con el mítico actor nipón Toshiro Mifune y que se prolongó en 16 films más. La cinta se convierte en un adusto fresco de la situación en las ciudades japonesas en los crudos tiempos que siguieron a la devastadora guerra, un ambiente darwinista donde solo los más fuertes sobreviven y salen a flote, donde la bondad es confrontada con la maldad, la gente de bien como el doctor frente a las mafias (yakuzas) locales, donde la miseria impera aflora la ley del más fuerte y malvado, esto reflejado en una frase que bien parece dicha por Kurosawa "A los Japoneses les gusta castigarse con sacrificios banales". La cinta ahonda en la compleja relación de un médico altruista de un barrio pobre de una gran ciudad que por azar se ve tratando a un matón con tuberculosis, brotando entre ellos una ruda amistad, desprovista de sentimentalismo maniqueos, sintiéndose natural, en lo que es un lienzo de perdedores en un tiempo de perdedores. El notable guión es obra del propio director y de Keinosuke Uekusa (“Un domingo maravilloso”).

Sanada (Takashi Shimura) es un alcohólico médico en postguerra en Japón que un día comienza a tratar de un disparo a un joven gangster local, Matsunaga (Toshiro Mifune), mientras le atiende el doctor atisba síntomas de tuberculosis, Sanada intentará que Matsunaga cambie sus licenciosos hábitos y comience un tratamiento, lo que derivará en constantes tiras y afloja entre los dos. Tendrá importancia en el relato un ex convicto, Okada (Reizaburô Yamamoto), ex novio de la ayudante del médico, Miyo (Chieko Nakakita).

Aquí las señas de identidad de un realizador grande están ya presentes en el modo de presentar los personajes, en el modo de ambientar, en el modo adusto de relacionarse los personajes, en el manejo de las alegorías visuales, en el fluido ritmo narrativo, y más recursos de potencia visual, la escena onírica, todo ello con un sutil equilibrio. En lo que es un canto de esperanza para los japoneses, que con la ayuda de gente buena el país podrá salir adelante, pero si reina el egoísmo y la autocomplacencia naufragaran. Kurosawa una radiografía seca de este periodo complicado, exhibiendo un caleidoscopio de personajes en dualidad, pues vemos lo mejor y lo peor de la naturaleza humana, los depredadores que se aprovechan de la desgracia y los buenos que sufren las consecuencias de las penurias posguerra. Siendo magnífica la relación de tira y afloja que se establece entre los dos protagonistas, reflejando cada uno la ambigüedad de la dualidad remarcada, por un lado está el doctor Sanada, un borrachín pendenciero, jaleoso, pero en el fondo sensible a los problemas de sus enfermos, y está Matsunaga, un mafiosillo arrogante, libertino, pero que cuando se sabe enfermo sufre un gradual cambio, mostrando ternura, comprensión y sobre todo debilidad, e inseguridades, y al final el honor del yakuza que lo puede.

Un relato bañado de tristeza climática, de amargura, de desazón, con el escenario de una ciudad sin nombre, donde solo parece se pueda salir de la miseria a través del gangsterismo, lugar de podredumbre moral simbolizado en la ciénaga omnipresente, en la que juegan los niños, siendo un nido de enfermedades, quizás en una metáfora de lo que era el país entonces, donde la población tutelada por el ganador yanki se sentía desamparada, sin rumbo, sin referentes morales, donde cundía el vicio y la decadencia espiritual, y en este purgatorio, pues parece la antesala del Averno brilla “El Ángel ebrio”, un paradójico tipo que no parece tener esperanza en la humanidad, llegando a verse como un misántropo, pero por otro lado se le ve preocupado por salvar a la gente, incluso salvarla de sí mismos.

La censura por mor del “ocupador” y tutelador del país nipón, Estados Unidos imponía un código restrictivo sobre la imagen que de ellos de se podría dar en la pantalla, con lo que Kurosawa tuvo problemas para incluir en el relato todo lo que hubiera deseado sobre como este “invasor” había provocado la precariedad social, esto es soslayado en la escena del club de jazz, exponiendo con sutileza la influencia de la “decadente” cultura americana en la nación del Sol Naciente, con su Big Band, sus atuendos o la música, enmarcando esto en un escenario en el que desenvuelven los mafiosos, con lo que la alegoría entre este modo de comportarse y la degradación social es nítida, y ello sin que aparezca en pantalla ningún occidental. Mafia que es presentada de modo un tanto tangencial, sin que veamos sus “negocios sucios”, solo su hedonista vida entre fiestas, alcohol, apuestas, prostitutas, etc, siendo estos el ejemplo máximo del declive moral de Japón. La nota de esperanza es el Doctor y una paciente adolescente (Yoshiko Kuga) que si sigue de modo rígido las recomendaciones de Sanada, un alma dulce, alegre y optimista, que representa el futuro del país, y Matsunaga lo malo de lop que no puede desprenderse la sociedad corrupta del tiempo.

Takashi Shimura encarna con vigor extraordinario al médico de carácter fuerte, con enorme sentido del deber, pero muy matizado, con defectos, iracundo, pendenciero, borrachín, y a la vez demostrando gran carisma y ternura por sus pacientes, entrañable. Toshiro Mifune es un ciclón, arrollador, enérgico, electrizante, vemos físicamente (gracias al buen maquillaje) como va enfermando, añadiendo un fenomenal lenguaje gestual, formidable rol.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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