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Voto de TOM REGAN:
5
6,0
10.117
Thriller. Drama
Adaptación cinematográfica de 'Las viudas' ('Widows'), miniserie británica de 1983, aquí ambientada en Chicago en la actualidad, sobre cuatro mujeres con nada en común excepto una deuda heredada por las actividades criminales de sus difuntos maridos. Verónica (Viola Davis), Alice (Elizabeth Debicki), Linda (Michelle Rodriguez) y Belle (Cynthia Erivo), deciden tomar las riendas de su destino y conspiran para forjarse un futuro con sus ... [+]
5 de mayo de 2019
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67/14(25/04/19) Fallido thriller realizado por londinense Steve McQueen en su cuarto largometraje, un heist que se hace largo, abarcando demasiado y apretando poquito. Una especie de reivindicación femenina que se queda a medias, cual apuntes a pie de página del empoderamiento de la mujer. McQueen, conocido por ganar del Oscar a Mejor Película de 2013, “12 Years a Slave”, que en su filmografía ha explorado las obsesiones llevadas al límite, aquí (tras un lustro sin rodar) se atiene a un producto escapista al que pretende darle más profundidad de la que puede. Esta es una película con guión del propio McQueen junto a Gillian Flynn (“Perdida”), basándose en una miniserie británica de 1983 sobre cuatro mujeres que traman y acometen un robo después de que sus esposos mueren intentando otro trabajo (trasladando la acción de Londres a Chicago), mezclando por el camino miserias de nuestro mundo como la corrupción política, abusos policiales, racismo, demagogia religiosa, y machismo, y ensalzando la sororidad (hermandad entre mujeres). Se siente algo un producto irregular, con mucho de artificio, donde la pretenciosidad es un lastre de lo que debiera haber sido una cinta de acción. Al menos la realización se nota esmerad y las actuaciones resultan potentes con Viola Davis, Elizabeth Debicki, Colin Farrell, Liam Neeson o Robert Duval.
Es una cinta rodada con buen sentido estético, con un manejo de cámara vistoso, en cuanto a la narración mete en una coctelera el drama, el thriller y la denuncia social, donde se monta en la nueva ola #metoo, como lo ha sido la coetánea “Ocean’s Eight” (2018), colocando a mujeres como artífices de acciones antes reservadas a hombres, remarcando que pueden ser independientes de estos, en este caso como atracadoras. Aquí vemos a un grupo de mujeres que viven sin problemas monetarios gracias a sus esposo, tanto que ni se preocupan por tener carné de conducir, pero que al repentinamente quedar viudas se abre un abismo ante ellas, por esa subordinación al hombre que no les hacía valerse por sí mismas, pero entonces se unen para demostrar que la mujer cuando quiere enfrentarse al peligro puede tanto como el hombre. Pero la película cae en los mismos caminos transitados del subgénero heist, con reclutamiento, planificación (esta muy endeble por venir el objetivo ya cocinado de herencia), y desembocando en un atraco muy light. Y por el camino la radiografía de personajes me queda muy esquemática, solo complace por las buenas actuaciones. Quizás por qué parte del metraje se pierde en varias subtramas que poco aportan al núcleo, igual en la serie tenían minutaje parta dar peso emocional, pero aquí el conflicto político de corruptos me queda impostado, el choque padre-hijo de los Mulligan me resulta un michelín que debería haber pasado por la liposucción, deberían haber enfocado el relato en las mujeres, ganando ritmo y no tanto metraje disperso que nos aleja del corazón de la historia.
El comentario político-social nos habla del choque generacional entre un padre e hijo de ascendencia irlandesa, lo viejo frente a los nuevos métodos, con el fin de ganar elecciones para ganar comisiones ilegales. Y por otro lado está un clan de afroamericanos, donde un tipo intenta aprovecharse del color de su piel y de sus conexiones con la Iglesia para ganar en un barrio de negros a los irlandeses, aunque solo sea para seguir expoliándolos. Dos caras de una misma hipócrita moneda. Pero esto es tratado de modo plano, un esbozo sin profundidad, que nos llega de modo panfletario. Y es que hay mucho de superfluo en la película, arrastrando como es la subtrama del clan gansteril de negros, otro desvío de lo crucial, nada suma con esta representación tópica del sadismo (la aparatosa escena en que un sicario se carga a dos pobres tipos mientras cantan rap, puaj!) de las bandas de narcos. Todo esto no hace más que añadir más y más personajes amontonados sin tiempo para tener alma, y si para lastrar el resultado final. Más taras en spoiler.
Viola Davis encarna a Veronica Rawlins, la líder de las atracadoras, lo hace con su habitual estoicismo, con rostro permanente de mala leche, y esto lo borda la actriz de Carolina del Sur, con un gran carisma, derrochando suficiencia. Su rol es el de una esposa acomodada económicamente, con un trauma del pasado (tratado de modo naif) que de buenas a primeras se queda viuda y contrayendo una losa de deuda; Elizabeth Debicki como la sumisa e ingenua Alice, mujer quebradiza de carácter a la que maltrataba su marido (Jon Bernthal como Florek, cumplidor), acostumbrada a la buena vida, que al quedar viuda ve su frágil mundo tambalearse, y a la que su madre mangonea de modo aberrante. La actriz la encarna con empatía, haciéndonos sentir su vulnerable mundo interior; Michelle Rodríguez como Linda, le han dejado viuda y con muchas deudas a causa de la ludopatía de su esposo. La actriz tiene poco peso dramático, poco espacio, pero sabe darle alma a su viuda (de Carlos por un inane Manuel Garcia-Rulfo), dueña de una tienda de trajes de aniversario de quinceañera, celebración muy latinoamericana, para ahondar en el cliché hispano; Colin Farrell como el político Jack Mulligan, ha heredado el cargo de su padre. Es un manipulador corrupto que intenta medrar entre unos y otros; El veterano Robert Duvall a sus 77 años demuestra un carácter arrollador como Tom, el padre de Jack, rol de rabia, un racista que lo demuestra con frases como “no estoy dispuesto a perder mi distrito por unos negros que solo saben tener hijos”, además mantiene tremendos ententes sobre la brecha generacional con Farrell; ... (sigue en spoiler)
Es una cinta rodada con buen sentido estético, con un manejo de cámara vistoso, en cuanto a la narración mete en una coctelera el drama, el thriller y la denuncia social, donde se monta en la nueva ola #metoo, como lo ha sido la coetánea “Ocean’s Eight” (2018), colocando a mujeres como artífices de acciones antes reservadas a hombres, remarcando que pueden ser independientes de estos, en este caso como atracadoras. Aquí vemos a un grupo de mujeres que viven sin problemas monetarios gracias a sus esposo, tanto que ni se preocupan por tener carné de conducir, pero que al repentinamente quedar viudas se abre un abismo ante ellas, por esa subordinación al hombre que no les hacía valerse por sí mismas, pero entonces se unen para demostrar que la mujer cuando quiere enfrentarse al peligro puede tanto como el hombre. Pero la película cae en los mismos caminos transitados del subgénero heist, con reclutamiento, planificación (esta muy endeble por venir el objetivo ya cocinado de herencia), y desembocando en un atraco muy light. Y por el camino la radiografía de personajes me queda muy esquemática, solo complace por las buenas actuaciones. Quizás por qué parte del metraje se pierde en varias subtramas que poco aportan al núcleo, igual en la serie tenían minutaje parta dar peso emocional, pero aquí el conflicto político de corruptos me queda impostado, el choque padre-hijo de los Mulligan me resulta un michelín que debería haber pasado por la liposucción, deberían haber enfocado el relato en las mujeres, ganando ritmo y no tanto metraje disperso que nos aleja del corazón de la historia.
El comentario político-social nos habla del choque generacional entre un padre e hijo de ascendencia irlandesa, lo viejo frente a los nuevos métodos, con el fin de ganar elecciones para ganar comisiones ilegales. Y por otro lado está un clan de afroamericanos, donde un tipo intenta aprovecharse del color de su piel y de sus conexiones con la Iglesia para ganar en un barrio de negros a los irlandeses, aunque solo sea para seguir expoliándolos. Dos caras de una misma hipócrita moneda. Pero esto es tratado de modo plano, un esbozo sin profundidad, que nos llega de modo panfletario. Y es que hay mucho de superfluo en la película, arrastrando como es la subtrama del clan gansteril de negros, otro desvío de lo crucial, nada suma con esta representación tópica del sadismo (la aparatosa escena en que un sicario se carga a dos pobres tipos mientras cantan rap, puaj!) de las bandas de narcos. Todo esto no hace más que añadir más y más personajes amontonados sin tiempo para tener alma, y si para lastrar el resultado final. Más taras en spoiler.
Viola Davis encarna a Veronica Rawlins, la líder de las atracadoras, lo hace con su habitual estoicismo, con rostro permanente de mala leche, y esto lo borda la actriz de Carolina del Sur, con un gran carisma, derrochando suficiencia. Su rol es el de una esposa acomodada económicamente, con un trauma del pasado (tratado de modo naif) que de buenas a primeras se queda viuda y contrayendo una losa de deuda; Elizabeth Debicki como la sumisa e ingenua Alice, mujer quebradiza de carácter a la que maltrataba su marido (Jon Bernthal como Florek, cumplidor), acostumbrada a la buena vida, que al quedar viuda ve su frágil mundo tambalearse, y a la que su madre mangonea de modo aberrante. La actriz la encarna con empatía, haciéndonos sentir su vulnerable mundo interior; Michelle Rodríguez como Linda, le han dejado viuda y con muchas deudas a causa de la ludopatía de su esposo. La actriz tiene poco peso dramático, poco espacio, pero sabe darle alma a su viuda (de Carlos por un inane Manuel Garcia-Rulfo), dueña de una tienda de trajes de aniversario de quinceañera, celebración muy latinoamericana, para ahondar en el cliché hispano; Colin Farrell como el político Jack Mulligan, ha heredado el cargo de su padre. Es un manipulador corrupto que intenta medrar entre unos y otros; El veterano Robert Duvall a sus 77 años demuestra un carácter arrollador como Tom, el padre de Jack, rol de rabia, un racista que lo demuestra con frases como “no estoy dispuesto a perder mi distrito por unos negros que solo saben tener hijos”, además mantiene tremendos ententes sobre la brecha generacional con Farrell; ... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Liam Neeson como Harry Rawlings, el esposo de Veronica, lo vemos mayormente en flashes bucólicos con su mujer, escaso poder de dramatizar su personaje; Jacki Weaver como Agnieszka, madre de Alice, una pérfida cuasi-madrastra de cuento por su maldad retorcida, muy buena, peros con poco metraje para lo que transmitía; Daniel Kaluuya como Jatemme Manning tiene un rol de malo malísimo como el sicario sádico de su poderoso hermano (Brian Tyree Henry como un correcto Jamal Manning); Cynthia Erivo como Belle, es un personaje accesorio que solo parece estar para que veamos que las mujeres también saben correr mucho.
La puesta en escena resulta lo cuidada que es normal en McQuee. Empezando por su notable diseño de producción de Adam Stockhausen (“12 Años de esclavitud” o “El Gran Hotel Budapest”), haciendo de Chicago un co-protagonista más, paseándonos por la urbe, desde sus barrios de lujo, a los marginales; Todo filtrado por la fenomenal cinematografía de Sean Bobbitt (el de todos los films de McQueen), con un colorido muy bien manejado para emitir dramatismo, jugando con la escasa iluminación de modo emocional, sobresaliendo en el magnífico plano secuencia (marca habitual del director incorporar este recurso a sus películas), cuando Jack Mulligan da un discurso político ante un grupo de gente sobre las desigualdades sociales, tras ello sube a su limusina y la cámara se queda en el exterior, escuchamos un diálogo fuera de plano entre el político y su consejera, mientras nos pasean por el extrarradio marginal de Chicago, barrio poblado de negros, hasta llegar paradójicamente a la mansión en la que vive Jack.
Spoiler:
Hay un giro en la trama inteligente, el de que Harry líder de la banda de ladrones, y esposo de Veronica, reaparece cuando se creía muerto, lo hace en una escena muy bien llevada, con gran tensión cuando Linda se da cuenta que él vive y se la está pegando con una amiga, pero este recurso me queda a la postre poco exprimido (siendo benévolo), al final se resuelve con un tiroteo burdo de venganza, donde además se suelta una frase ponzoñosa (Veronica a Harry: “Quieres tener tu familia blanca”), cuando nunca se había insinuado racismo por parte de él, puaj!; Como tampoco se da un epílogo satisfactorio, y es que hacen el atraco, se llevan el dinero y nada se sabe de sus planes de futuro o de revancha femenina aparte me queda que Linda lleva a Alice al hospital por tener un disparo en el costado, pero hay una elipsis y la vemos tan campante a Alice, nada sabemos de cómo no han sido investigadas por la policía por la herida de bala; Aunque para escena de brocha gorda manipuladora metida con calzador me resulta la del hijo de Veronica y Harry, él tan modosito y bueno siendo matado por los racistas polis a sangre fría, fuera de contexto, se ve que a McQueen todavía sangraba por la herida de su anterior film y se ha visto en la obligación de colarnos esta escena maniquea; Y lo de que ninguna de las atracadoras viudas sepa conducir un coche me resulta hoy día un pegote, y que este sea uno de sus mayores problemas, encontrar su “Transporter” (puaj!); Oh el momento me he equivocado con el papeleíto de los números de la combinación, es un momento de brocha gorda de humor o lo que sea.
En conjunto me resulta un pretencioso film que hace aguas por casi todos lados, pocas cosas cositas positivas. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena resulta lo cuidada que es normal en McQuee. Empezando por su notable diseño de producción de Adam Stockhausen (“12 Años de esclavitud” o “El Gran Hotel Budapest”), haciendo de Chicago un co-protagonista más, paseándonos por la urbe, desde sus barrios de lujo, a los marginales; Todo filtrado por la fenomenal cinematografía de Sean Bobbitt (el de todos los films de McQueen), con un colorido muy bien manejado para emitir dramatismo, jugando con la escasa iluminación de modo emocional, sobresaliendo en el magnífico plano secuencia (marca habitual del director incorporar este recurso a sus películas), cuando Jack Mulligan da un discurso político ante un grupo de gente sobre las desigualdades sociales, tras ello sube a su limusina y la cámara se queda en el exterior, escuchamos un diálogo fuera de plano entre el político y su consejera, mientras nos pasean por el extrarradio marginal de Chicago, barrio poblado de negros, hasta llegar paradójicamente a la mansión en la que vive Jack.
Spoiler:
Hay un giro en la trama inteligente, el de que Harry líder de la banda de ladrones, y esposo de Veronica, reaparece cuando se creía muerto, lo hace en una escena muy bien llevada, con gran tensión cuando Linda se da cuenta que él vive y se la está pegando con una amiga, pero este recurso me queda a la postre poco exprimido (siendo benévolo), al final se resuelve con un tiroteo burdo de venganza, donde además se suelta una frase ponzoñosa (Veronica a Harry: “Quieres tener tu familia blanca”), cuando nunca se había insinuado racismo por parte de él, puaj!; Como tampoco se da un epílogo satisfactorio, y es que hacen el atraco, se llevan el dinero y nada se sabe de sus planes de futuro o de revancha femenina aparte me queda que Linda lleva a Alice al hospital por tener un disparo en el costado, pero hay una elipsis y la vemos tan campante a Alice, nada sabemos de cómo no han sido investigadas por la policía por la herida de bala; Aunque para escena de brocha gorda manipuladora metida con calzador me resulta la del hijo de Veronica y Harry, él tan modosito y bueno siendo matado por los racistas polis a sangre fría, fuera de contexto, se ve que a McQueen todavía sangraba por la herida de su anterior film y se ha visto en la obligación de colarnos esta escena maniquea; Y lo de que ninguna de las atracadoras viudas sepa conducir un coche me resulta hoy día un pegote, y que este sea uno de sus mayores problemas, encontrar su “Transporter” (puaj!); Oh el momento me he equivocado con el papeleíto de los números de la combinación, es un momento de brocha gorda de humor o lo que sea.
En conjunto me resulta un pretencioso film que hace aguas por casi todos lados, pocas cosas cositas positivas. Fuerza y honor!!!