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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Terror Una madre le regala a su hijo un muñeco por su cumpleaños, sin ser consciente de la naturaleza maligna que esconde en su interior. (FILMAFFINITY)
28 de noviembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
214/21(25/11/19) Insípido film de terror que entra de lleno en la corriente (que solo destapa falta de imaginación) de reiniciar sagas de clásicos b del género de los 70 y 80, como “La matanza de Texas”, “Halloween”, “Viernes 13”, “Pesadilla en Elm St.” o “Noche de miedo”, que a su vez generaron varias secuelas derivando en franquicias, donde los villanos se convirtieron en Iconos pop del cine de miedo (Leatherface, Michael Myers, Jason, o Freddy Krueger). Hijo de estos slasher fue Chucky, el Muñeco Diabólico, lanzado en los cines en 1988, hacen más de 30 años, creado por Don Mancini y dirigido originalmente por Tom Holland, donde se acudía a un elemento cotidiano para generar temor, un juguete para niños. Lo que primero llama la atención (para mal) es que el elemento sobrenatural se anula en pos de un revisionismo chapucero, donde en la primigenia Chucky era un muñeco poseído vía vudú por el alma del psicópata Charles Lee Ray (mezcla de distintos asesinos reales: Charles Manson, Lee Harvey Oswald y James Earl Ray) encarnado por Brad Dourif, aquí queda reducido al capricho de un operario enfadado (de la fábrica de cadena de montaje de muñecos) con su jefe de la fábrica en Vietnam (siendo una crítica esto burda a las subcontratas de las grandes compañías en países con mano de obra barata), que altera su Inteligencia Artificial para que sea malo, esto es una burda copia de un episodio de Halloween de “Los Simpson” (Homer encuentra que su desmadrado muñeco Krusty tiene activado la función ‘Evil’ [Malvado]), que a su vez es una parodia de la película primera. Aquí con este giro se desvirtúa la idea de que el muñeco es malo perse, aquí es un perro faldero que deriva en especie de cruce entre aquello de ‘ten cuidado con lo que desees…’, y en los celos, mezclado con una superficial y paradójica crítica al consumismo cinéfago de los adolescentes devoran cine de terror sin darse cuenta de que esto puede banalizar la violencia. Asimismo introduce el elemento moderno de que las nuevas tecnologías nos acompañan a todas horas, y los peligros de que esta comodidad pueda ser manipulada de modo malévolo, siendo este elemento la controvertida Inteligencia Artificial, es en este sentido un potencial episodio de la serie “Black Mirror”, sobre todo de la última temporada (por lo mediocre que ha sido), en su puya sobre las nuevas tecnologías, epítome el clímax final en un centro comercial. Pero todo esto sobre un desarrollo lleno de tópicos, sin sorprender, con personajes clichés, aunque agradeciéndose que la película nunca se tome en serio a sí misma, consciente el realizador noruego Lars Klevberg y el guionista Tyler Burton Smith de ser un producto pasarratos, con poder zero para trascender.

El comportamiento de los personajes es poco más que el de encefalograma plano, ello supongo para que puedan expresarse y caminar, porque lo que es en sentido común mínimo están desasistidos. Divagando su trama por vaivenes de ritmo, donde las partes en las que no aparece el muñeco son infumables. Todo ello para desembocar en un clímax aparatoso, sangriento, con una ácida crítica soterrada al consumismo salvaje de nuestra sociedad, pero rodado que copia lo peor del nefasto episodio “La Larga noche” de GOT de La batalla de Invernalia, por lo de que cuesta ver lo qeu ocurre.

Chucky se ha convertido en un muñeco animatronic que no genera el temor primario que su antecesor, teniendo que generar miedo poniendo los ojos en rojo y sobre todo con la manipuladora música. siendo en principio el brazo ejecutor de los impulsos violentos mentales del joven protagonista, empapado de la violencia de la pantalla catódica, ello como recurso de crítica a la ligereza con que los más jóvenes disfrutan de estos productos, esto contradictorio para ser esta una cinta de esta índole consumista. Ello incidiendo en que este nuevo Chucky es un ser todopoderoso, capaz de provocar terror por ondas wi-fi. Pero a la postre el carácter del “villano” se rebela de una pose forzada y poco atractiva en su deux machine de ‘quiere ser tu (único) amigo’. Resulta curiosa la escena del nombre del muñeco, pues Andy le dice que le va a lamar Han Solo, lo cual es un guiño retorcido a la persona que le da voz en la versión orinal, que no es otro que Mark Hamill, el Icónico Luke Skywalker de la saga Star Wars, pero no se sabe porque el muñeco entiende Chucky (fonéticamente muy diferentes), y ya tenemos el nombre vintage del villano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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