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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Drama En una ciudad provinciana, un profesor viudo lleva una vida modesta en compañía de su único hijo. Cuando en un viaje escolar, un alumno se ahoga en un lago, él asume la responsabilidad del accidente y dimite. Decide entonces abandonar la ciudad y trasladarse a su pueblo natal. Durante el viaje, padre e hijo discuten sobre el futuro y entre ellos se establece una relación al mismo tiempo cercana y distante. Un día el padre le anuncia que ... [+]
25 de agosto de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
275/26(22/08/22) Vuelvo a enfrentarme a un film del japonés Yasujiro Ozu, y vuelvo a tener una enorme sensación de Déjà vu, todas sus cintas son la misma con pequeñas variaciones, nado contra corriente, pero todas sus cuentas se mueven en un mismo universo, bien podría ser el mismo barrio donde suceden todas sus historias, en este caso con un padre (encarnado por su actor fetiche actuación de Chishu Ryu en su 16.º de al menos 31 colaboraciones con Ozu), y su relación con su hijo, y con ello el sempiterno choque intergeneracional, pero sobre todo el (cuestionable) sacrificio por un bien mayor. Donde ya tenemos sus señas de identidad en su estilo narrativo pausado y sereno, incluso contemplativo (tanto que hace que una película como esta que no llega a la hora y media parezcan dos horas y media), donde las miradas hablan más que las palabras, con los las tomas simétricas, los encuadres a ras de suelo para reflejar la postura de sentarse tradicional de los nipones en sus hogares, las llamadas ‘almohadillas’ para transiciones, cual elipsis con tres planos diferentes estáticos de algo.

En realidad es un relato con el que nunca empatizo, esperaba una historia conmovedora sobre un padre y un hijo, pero lo que me encuentro es un padre viudo que tras una tragedia decide dejar su trabajo y no se sabe porqué, y esto me da grima, ya no me creo el supuesto amor del padre al hijo, lo abandona, este cariñoso y atento demanda claramente poder permanecer junto a él, pero este no lo desea, y esto me hace verlo como alguien sin sentimientos de amor, solo ver a su hijo muy de vez en cuando y luego abandonarlo. Se supone que cada tramo en que los veo juntos debo sentir cariño por ellos, cuando lo que veo es a un padre rígido y severo que ha renegado de estar con su retoño en su niñez, no tiene madre el chico, pero también se queda sin padre, no conecto con este tipo que me quieren presentar como sacrificándose por el niño, cuando lo que haces ser un padre ausente. Pero si este supuesto gran padre le conmina al hijo a lo que tiene que estudiar y más aún, con quien debe casarse, menudo ‘gran padre’, y el hijo, supongo que como gran ejemplo querido por las autoridades del imperio del Sol Naciente, obedece sin rechistar, un manso sin alma ni carácter para discutir o tener dilemas morales.

Ozu estructura la película sobre los periódicos encuentros entre padre e hijo, siendo los más emotivos dos tramos en que los vemos pescando en un rio armoniosamente en silencio, una con el hijo de niño (Haruhiko Tsuda), donde el padre le suelta la bomba al niño de que debe recluirse en un internado, y la otra en el rush final, ya adulto el hijo (Shuji Sano), en ambas lanzan sus hilos al agua con sinergia. Hay una reunión del padre con antiguos alumnos que quiere transmitir que el profesor ha calado en sus pupilos, pero esto me resulta impostado.

En realidad este es un film que sutilmente es propaganda de guerra, estamos en 1942 y Japón estaba inmersa en la WWII, por ello promociona la grandeza de la cultura japonesa hasta repetidas referencias a la alegre reacción de Sano al aprobar el reclutamiento, pero siempre sin remarcarlo, sin hablar de la guerra, ni de enemigos exteriores, pero sucintamente se dejan caer temas sobre el sentido del deber, sobre los necesarios sacrificios que hay que hacer. Sobre cómo hay que anteponer la responsabilidad fría sobre la Felicidad (no se supone este es el gran Sentido de la Vida, intentar ser cuando menos un poco Feliz). Y llegados a su presuntuosamente ‘entrañable’ final, me ha dejado sin emoción alguna, me ha dado igual.

Film que la crítica general ha visto algo que yo en mi individualidad ‘randiana’ (palabro derivado de Ayn Rand), pero que a mi me ha sido artificioso, no he conectado con ese padre de sentimientos más gélido que el polo norte. Gloria Ucrania!!!
TOM REGAN
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