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Voto de TOM REGAN:
6
7,2
28.299
Terror. Thriller
John (George C. Scott) es un famoso compositor que acaba de perder a su familia de manera trágica y trata de superarlo marchándose a vivir desde Nueva York a una casa apacible y solitaria en Seattle. Sin embargo, al poco de tiempo de instalarse empiezan a suceder cosas extrañas... Hasta que un día descubre una habitación secreta ubicada al final de la escalera. (FILMAFFINITY)
1 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
74/24(25/03/20) Sobrevalorado film de terror sobrenatural dirigido por encargo el húngaro Peter Medak (tercer director contratado para el proyecto. Sus predecesores, Donald Cammell y Tony Richardson, se retiraron debido a "diferencias creativas". Medak fue contratado con solo un mes para facilitar la reescritura de guiones y la construcción de escenarios), en el que fue su labor más aclamada. Obra enmarcada en el sub género (del que soy poco fan) de casas encantadas, subgénero de las casas encantadas, en el que están películas como “La mansión encantada” (1963) de Robert Wise, “Terror en Amityville” (1979), “El resplandor” (1980), “El ente” (1982), o “Poltergeist” (1982). El guión es de William Gray (“Robocop”) y Diana Maddox (“Guerreros de acero”) narra la historia de John Russell, un compositor y profesor de música que, tras haber perdido a su mujer e hija en un dramático accidente de tráfico, se traslada a vivir a un caserón en donde comienzan a producirse todo tipo de manifestaciones de carácter paranormal. Producción que ha envejecido bastante por ejemplo en comparación (por ejemplo) con la coetánea y kubrickiana “The shining”, para un metraje con mucho de artificiosos, con escaso suspense, con poca intensidad, con tensión prefabricada, con sustos previsibles (con lo que no son sustos), donde el terro4r me queda en pellizquitos de ursulina, donde los personajes se comportan de modo incongruente, ejemplo es que no se explica porque el protagonista que vive solo debe alquilar una mansión para vivir; tampoco se sabe porque una vez le acontecen hechos sobrenaturales no se marcha a otra residencia; Y sobre todo porque el espíritu tiene un comportamiento tan arbitrario una vez nos enteramos de todo el meollo los acontecimientos se atropellan sin sentido unos a otros. Nunca conecto con la historia que me resulta con muchas lagunas, no me engancha una raíz de todo de hace casi setenta años, donde nadie de los presentes vivo los hechos. He de reconocerle momentos de valor atmosférico, ayudados por la cinematografía y la música, como es la pelotita intrigante que cae por las escaleras, cuando se rompe el espejo y el reflejo resulta perturbador, el flash-back de la muerte de un niño en una bañera, o sobre todo la secuencia de la médium. Pero el conjunto me ha sido simplemente interesante, sin empatizar en momento alguno con lo que veo. El guión de la película se inspiró en misteriosos eventos que supuestamente tuvieron lugar en la mansión Henry Treat Rogers en Cheesman Park, Denver, Colorado, mientras el dramaturgo Russell Hunter vivía allí a fines de la década de 1960. Después de experimentar una serie de fenómenos inexplicables, Hunter dijo que encontró un diario centenario en una habitación oculta que detalla la vida de un niño discapacitado que sus padres mantuvieron en aislamiento. Afirmó que durante una sesión espiritista, el espíritu de un niño fallecido lo dirigió a otra casa, donde descubrió restos humanos y un medallón de oro con el nombre del niño muerto. Henry Treat Rogers, un rico abogado de Denver, no tenía hijos; pero los habitantes anteriores de la casa permanecen indocumentados. La mansión fue demolida durante la década de 1980 y reemplazada por un edificio de apartamentos de gran altura.
“Esa casa no es apta para vivir. Nadie ha podido vivir en ella. No quiere gente."
La historia sigue el clásico mantra de las casas embrujadas donde un espíritu que posee el lugar busca saldar algún asunto pendiente, en este caso un infanticidio. Aquí lo hacen golpes de efecto basados en impactos visuales que desconciertan, sin la aparición de fantasmas, son los objetos los que juegan alrededor del relato para atemorizar (una tecla de piano, una pelotita, unos ruidos estemporáneos de cañerías, la melodía de una caja de música, un collar, o sobre todo una antigua silla de ruedas). El protagonista se siente intrigado por el misterio que encierra la mansión y comienza una investigación propia de un detective. Pero lo extraño es que nunca lo vemos a John Russell cuestionarse lo sobrenatural de lo que ve y oye, nunc a se nota con miedo, lo asimila de un modo antinatural, o sea, muy poco creíble, como es inverosímil el resto de su proceder, quedarse en la casa, entrar a hurtadillas en un pozo, o lo que hace en el clímax del film (spoiler). Esto hace que la historia me sea poco cautivadora, nunca siento apego por este tipo que se mueve como si nada por en medio del mundo de los espíritus, no sentimos su vínculo con lo que investiga, con lo que sí está embarcado en este me resulta por imperativo del guión. Como lo es el tramposo prólogo donde vemos que la esposa e hija de John Russell mueren en un accidente de tráfico, que solo sirve para forzar una mundo interior al protagonista, pero que a la postre resulta un mero artificio que nada aporta a la historia, solo hay porque su personaje es más plano que el encefalograma de Napoleón, deben de darle algún matiz, aunque este sea un parche.
La escena que resulta más incisiva dramáticamente por lo bien construida y rodada que está es la de la sesión de espiritismo con la médium (Helen Burns). Con una manejo de cámara brillante (de Jean Coquillon), pareciendo los ojos del ente, ello con agiles travellings que se mueven con por los pasillos (en cierto parecido con la steadycam de Kubrick en “El resplandor”), en contrapicados amenazantes, con tomas inquietantes de las escaleras. También con la médium garabateando sobre folios poseída puede resultar escalofriante, ye en el clímax un vaso sale despedido contra un mueble, estallando… (SIGO EN SPOILER)
“Esa casa no es apta para vivir. Nadie ha podido vivir en ella. No quiere gente."
La historia sigue el clásico mantra de las casas embrujadas donde un espíritu que posee el lugar busca saldar algún asunto pendiente, en este caso un infanticidio. Aquí lo hacen golpes de efecto basados en impactos visuales que desconciertan, sin la aparición de fantasmas, son los objetos los que juegan alrededor del relato para atemorizar (una tecla de piano, una pelotita, unos ruidos estemporáneos de cañerías, la melodía de una caja de música, un collar, o sobre todo una antigua silla de ruedas). El protagonista se siente intrigado por el misterio que encierra la mansión y comienza una investigación propia de un detective. Pero lo extraño es que nunca lo vemos a John Russell cuestionarse lo sobrenatural de lo que ve y oye, nunc a se nota con miedo, lo asimila de un modo antinatural, o sea, muy poco creíble, como es inverosímil el resto de su proceder, quedarse en la casa, entrar a hurtadillas en un pozo, o lo que hace en el clímax del film (spoiler). Esto hace que la historia me sea poco cautivadora, nunca siento apego por este tipo que se mueve como si nada por en medio del mundo de los espíritus, no sentimos su vínculo con lo que investiga, con lo que sí está embarcado en este me resulta por imperativo del guión. Como lo es el tramposo prólogo donde vemos que la esposa e hija de John Russell mueren en un accidente de tráfico, que solo sirve para forzar una mundo interior al protagonista, pero que a la postre resulta un mero artificio que nada aporta a la historia, solo hay porque su personaje es más plano que el encefalograma de Napoleón, deben de darle algún matiz, aunque este sea un parche.
La escena que resulta más incisiva dramáticamente por lo bien construida y rodada que está es la de la sesión de espiritismo con la médium (Helen Burns). Con una manejo de cámara brillante (de Jean Coquillon), pareciendo los ojos del ente, ello con agiles travellings que se mueven con por los pasillos (en cierto parecido con la steadycam de Kubrick en “El resplandor”), en contrapicados amenazantes, con tomas inquietantes de las escaleras. También con la médium garabateando sobre folios poseída puede resultar escalofriante, ye en el clímax un vaso sale despedido contra un mueble, estallando… (SIGO EN SPOILER)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
…Pero el resto del metraje es lo típico de personajes haciendo justo lo contrario de lo que la lógica recomienda, con un desarrollo tan lineal, como falto de sorpresas, y es que yo esperaba un giro final que diera vigor a esta narración monocorde. Falta de ritmo, tarada un mundo en meternos en materia de lo crucial, hay tramos insustanciales que nada suman, y desvían la atención, como es el cortejo del protagonista a la casera. Tampoc el espíritu termina por representar algo demoniaco que provoque más que sustos
George C. Scott no tiene la culpa de que su personaje esté tan mediocremente escrito, hace lo que puede con su inherente carisma y fuerte personalidad; Trish Van Devere cumple sin más en otro rol bastante difuso de percha del protagonista, también lastrado por una enclenque escritura de carácter. Era la quinta película en común entre Scott y Van Devere, compartieron veintisiete años de matrimonio en la vida real; El que deja constancia de su majestuosidad y veteranía lustrosa es Melvin Douglas en el papel del senador Joe Carmichael, en apenas unos minutos demuestra talento innato imponiendo nivel regio.
Mientras The Changeling se desarrolla en Seattle, la mayoría de sus escenas fueron filmadas en las ciudades canadienses de Vancouver y Victoria, y sus alrededores. Las excepciones incluyen el rodaje introductorio en la ciudad de Nueva York y el establecimiento de tomas de puntos de interés de Seattle, incluidos el Aeropuerto SeaTac, la Plaza Roja de la Universidad de Washington, la Space Needle, la Torre Rainier y el Puente Memorial Lacey V. Murrow. Las escenas de la universidad interior fueron filmadas en la Universidad de Toronto. La Sociedad Histórica fue el histórico Hotel Europa de Vancouver. La casa del senador era el Castillo Hatley en los terrenos del Royal Roads Military College (ahora Royal Roads University) en Victoria. Las tomas exteriores de la casa de Russell fueron filmadas usando una fachada, erigida frente a una casa existente en el sur de Vancouver. El interior de la mansión embrujada era una serie de sets interconectados en Panorama Studios en West Vancouver.
La fotografía de Jean Coquillon (“Perros de paja” o “Pat Garret & Billy The Kid”) ofrece una labor notable en su función de emitir emociones con recursos de cámara, impregnando de patinados arenosos los fotogramas, con mucho de iluminación natural, con planos subjetivos, barridos a ras de suelo pro la casona, atraviesa puertas, sobresaliendo las tomas de gran angular (cuasi-ojo de pez) para dar sensación de aislamiento envolvente, siendo elemento fundamental para implementar cierto grado de congoja, también zozobrante la toma desde el fondo de la bañera del niño; La música extradiegética es obra de Rick Wilkins, aportando toques siniestros, aunque la que perdura es la de la caja de música compuesta por Howard Blake.
Spoiler:
Al final todo se centra en echarle la culpa al senador de lo que hizo su padre adoptivo, pero que culpa tiene él?
Claire en el rush final se presenta en la mansión embrujada buscando a John, no lo encuentra y rebusca en ruidos y sonidos, cuando sabe que la casa está encantada. Pero que tiene el espíritu del niño contra Claire al intentar perseguirla con la silla de ruedas hasta hacerla caer por las escaleras? Porque en ese momento parece querer cargársela? Luego llega John que saca a Claire de la mansión, y él entra no se sabe para qué? Y la casa vuelve a querer matar a otro inocente. Cuando encima este ha querido ayudarle. No tiene sentido alguno con el comportamiento anterior del ente; Porque el espíritu le provoca la muerte al senador que no tiene culpa de su muerte?; Y puestos a buscar incoherencias, porque ha tardado tantas décadas en manifestarse y no lo hizo con su asesino vivo; Lo del clímax aparatoso es fuegos de artificio con la furia del ente provocando el incendio coreografiado de la vivienda (esa varando prendiéndose).
En conjunto me queda una película que no pasa de interesantilla. Fuerza y honor!!!
George C. Scott no tiene la culpa de que su personaje esté tan mediocremente escrito, hace lo que puede con su inherente carisma y fuerte personalidad; Trish Van Devere cumple sin más en otro rol bastante difuso de percha del protagonista, también lastrado por una enclenque escritura de carácter. Era la quinta película en común entre Scott y Van Devere, compartieron veintisiete años de matrimonio en la vida real; El que deja constancia de su majestuosidad y veteranía lustrosa es Melvin Douglas en el papel del senador Joe Carmichael, en apenas unos minutos demuestra talento innato imponiendo nivel regio.
Mientras The Changeling se desarrolla en Seattle, la mayoría de sus escenas fueron filmadas en las ciudades canadienses de Vancouver y Victoria, y sus alrededores. Las excepciones incluyen el rodaje introductorio en la ciudad de Nueva York y el establecimiento de tomas de puntos de interés de Seattle, incluidos el Aeropuerto SeaTac, la Plaza Roja de la Universidad de Washington, la Space Needle, la Torre Rainier y el Puente Memorial Lacey V. Murrow. Las escenas de la universidad interior fueron filmadas en la Universidad de Toronto. La Sociedad Histórica fue el histórico Hotel Europa de Vancouver. La casa del senador era el Castillo Hatley en los terrenos del Royal Roads Military College (ahora Royal Roads University) en Victoria. Las tomas exteriores de la casa de Russell fueron filmadas usando una fachada, erigida frente a una casa existente en el sur de Vancouver. El interior de la mansión embrujada era una serie de sets interconectados en Panorama Studios en West Vancouver.
La fotografía de Jean Coquillon (“Perros de paja” o “Pat Garret & Billy The Kid”) ofrece una labor notable en su función de emitir emociones con recursos de cámara, impregnando de patinados arenosos los fotogramas, con mucho de iluminación natural, con planos subjetivos, barridos a ras de suelo pro la casona, atraviesa puertas, sobresaliendo las tomas de gran angular (cuasi-ojo de pez) para dar sensación de aislamiento envolvente, siendo elemento fundamental para implementar cierto grado de congoja, también zozobrante la toma desde el fondo de la bañera del niño; La música extradiegética es obra de Rick Wilkins, aportando toques siniestros, aunque la que perdura es la de la caja de música compuesta por Howard Blake.
Spoiler:
Al final todo se centra en echarle la culpa al senador de lo que hizo su padre adoptivo, pero que culpa tiene él?
Claire en el rush final se presenta en la mansión embrujada buscando a John, no lo encuentra y rebusca en ruidos y sonidos, cuando sabe que la casa está encantada. Pero que tiene el espíritu del niño contra Claire al intentar perseguirla con la silla de ruedas hasta hacerla caer por las escaleras? Porque en ese momento parece querer cargársela? Luego llega John que saca a Claire de la mansión, y él entra no se sabe para qué? Y la casa vuelve a querer matar a otro inocente. Cuando encima este ha querido ayudarle. No tiene sentido alguno con el comportamiento anterior del ente; Porque el espíritu le provoca la muerte al senador que no tiene culpa de su muerte?; Y puestos a buscar incoherencias, porque ha tardado tantas décadas en manifestarse y no lo hizo con su asesino vivo; Lo del clímax aparatoso es fuegos de artificio con la furia del ente provocando el incendio coreografiado de la vivienda (esa varando prendiéndose).
En conjunto me queda una película que no pasa de interesantilla. Fuerza y honor!!!