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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los sesenta y es profesor de literatura en la universidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se ... [+]
21 de febrero de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
17/17(27/01/19) Me he acercado a revisar este film (le estoy dedicando un ciclo y ahora le ha tocado a esta película) tras la muerte de Federico Luppi (20 de oct. de 2017), y la que en su momento me resultó un film comprometido, inteligente, mordaz, idealista y atractivo, me ha bajado puntos, y es que la evolución mental es incontrolable. De joven uno es un idealista que cree en utopías, pero conforme se hace mayor las desilusiones y visión de una realidad pragmática le hacen ver el mundo de modo diferente, y es por ello que este film con ínfulas aleccionadoras sobre las delicias de las revoluciones y de los paraísos de izquierdas me queda rancio en muchos sentidos. Dirigida por el argentino Adolfo Aristarain, con guión (premiado en los Goya) propio junto a Kathy Saavedra, adaptando el libro “El Renacimiento” de Lorenzo F. Aristarain (primo de Adolfo), en un relato que nos habla de los ideales políticos, de frustraciones, del paso del tiempo, del amor, de las relaciones familiares, de las herencias que dejamos.

La cinta tiene su fuerte en los diálogos ricos en matices, en sustancia, en reflexiones, en los que se aborda con ingenio temas universales, sobre todo lo que hacemos en vida para legar al mundo y nuestra familia, si ha servido de algo, si tiene sentido nuestra existencia. Pero todo esto que sobre el papel queda muy bonito, me es tramposo por la forma de comportarse (tramposa) del protagonista, un (supuesto) Quijote que critica al sistema, que arremete contra el capitalismo, que abomina del materialismo, pero sin embargo se comporta como uno más del sistema, pues se compra una finca (con el dinero que especula con su piso) y se pone a cultivar algo tan de primera necesidad como Aloe Vera. Pero en su trilerismo oral deja perlas (que en su proceder se me hacen demagógicas); Tiene una relación con su hijo nauseabunda, en el colmo de la estulticia le critica que tenga éxito en la vida, que no tenga problemas económicos, y es que trabaja en algo tan “tóxico” como en una empresa informática, le insulta y veja porque no es un bohemio, pero sin embargo cuando luego el necesita dinero para su empresa de algo tan crucial en la vida como (repito) Aloe Vera, le pide ayuda sin complejos. Critica que su hijo sea un burgués triunfante, pero cual parásito se aprovecha de que su vástago sea un burgués, lo dicho, un parásito, y el hijo que es un “Santo” se lo da. El protagonista Fernando se mueve entre proclamas sociales que no aguantan una brisa, loando la Revolución de Francia que llevó al “terror” donde miles de personas fueron pasadas por la guillotina, y posteriormente llevó a al poder a un Dictador como Napoleón, que derivó en una Gran Guerra Europea. Me resulta el film un bombardeo constate de soflamas sobre como podría ser el mundo, el Mundo de la Piruleta, se ataca a la derecha como al Diablo, pero no se habla de lo que realmente se debería, del Peronismo esa ideología retorcida-populista, que es la que ha mandado en Argentina por más tiempo en democracia, esa ideología tan cercana a las izquierdas, pero esto tramposamente se obvia en pos de un relato diáfano de Buenos contra Malos.

Es una cinta que quiere loar el amor otoñal, pero me queda escaso en emocionarme, pues Luppi parece más dedicado a su proyecto de adoctrinamiento político que a demostrar amor, donde todo el trabajo expresivo es de ella (magnífica Mercedes Sampietro), él me resulta impasible ante ella, solo expone su cariño en tercera persona con un delicioso diálogo con una bibliotecaria (Tutti Tudela), pero esta deliciosa charla, lo mejor del film, tiene el defecto que es nada creíble que dos desconocidos mantengan ese intercambio de frases punzantes, exquisitas, pero metidas con calzador.

La trama del relato se me antoja nimia, muy sencilla, mero recurso para ir dosificando sutilmente (o no tanto) las frases y argumentaciones sobre un mundo quimérico, hasta desembocar en un final apresurado, como si hubieran entrado de pronto las prisas. Alabó el intento de loar la dignidad, el orgullo, a la vejez, el amor eterno de una pareja, una radiografía sobre el ocaso del ciclo vital. Pero todo esto está blandido por un “héroe” que solo sabe quejarse del mundo en que le ha tocado en suerte, pero luego bien que mama de él cuando le interesa. Su romanticismo idealista cultureta queda socavado por los hechos, su melancolía por un mundo pasado que nunca ha existido queda muy bien para delinear un personaje que se cree superior moralmente, y en realidad tiene más aristas que virtudes.

Con todos los defectos mencionados, he de decir que una vez te metes en la historia no se hace pesada, la ves sin caer en el tedio, te llega la historia de este superviviente de protagonista, los diálogos fluyen de modo natural dentro de un mundillo de intelectuales, y los actores brillan con una luz fulgente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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