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Voto de TOM REGAN:
7

Voto de TOM REGAN:
7
7,2
1.863
Comedia. Drama
Adaptación de una obra teatral de Harold Brighouse, ambientada en 1890. Trata sobre las relaciones entre un próspero comerciante viudo y sus hijas, a las que mantiene encerradas en casa, mientras se dedica a lamentarse y a despotricar contra lo injusta que es la vida por haberle arrebatado a su esposa. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2023
6 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
76/20(21/03/23) Divertida y punzante comedia británica dirigida y producida por el gran David Lean (en su última incursión en el género, así como su último film rodado en Reino Unido, amén de ser la última filmada por Lean en blanco y negro)), en una película que tiene un papel a medida en el que reluce de modo extraordinario el considerado por muchos el mejor actor de todos los tiempos Charles Laughton, con un arrollador rol de borrachín fanfarrón. La historia se basa en la homónima obra de 1916 de Harold Brighouse, con guion de su diseñador de producción de toda la vida Norman Spencer y el dramaturgo Wynyard Browne, para un relato que me recuerda al shakespeariano “Rey Lear”, donde Laughton ejerce de tiránico reyezuelo de su zapatería, y sus tres hijas son las herederas, y como la tragedia del bardo de Avon tiene problemas en su legado: Obra adelantada a su tiempo en la reivindicación de la mujer como empoderada y capaz de organizar una empresa con mucha inteligencia, adalid es el papel de la hija mayor del titular Harold, Maggie, encarnada por una sensacional Brenda de Banzie como su hija mayor, enérgica, vivaraz, decidida, segura de sí misma, valiente, mantenido duelos antológicos con Laughton, y teniendo una química formidable con su partenaire, el actor fetiche de Lean, el gran John Mills, haciendo de un tímido hombrecillo al que Maggie moldea a su gusto. Una narración ágil, con diálogos mordaces, frases ingeniosas (Harold a un leguleyo: "No me gusta tanto el sonido de su voz como a usted"), sustanciosos, e incluso muy divertidos, todo con picos muy bien llevados, con el marco espléndido de una maravillosa ambientación.
Henry Horatio Hobson (Charles Laughton) es el propietario autocrático de una tienda de botas moderadamente lujosa (botas, zapatos y zuecos) en 1880 Salford. Hobson, viudo, es un avaro notorio con tres hijas adultas: Maggie (Brenda de Banzie) y sus hermanas menores y menos dedicadas, Alice (Daphne Anderson) y Vicky (Prunella Scales). Los tres se han encargado de la casa y han trabajado en la tienda de su padre durante años sin salario, y Alice y Vicky están ansiosas por casarse y sus intenciones contagian a Maggie. Alice ha estado saliendo con Albert Prosser (Richard Wattis), un joven abogado prometedor, mientras que Vicky prefiere a Freddy Beenstock (Derek Blomfield), el hijo de un comerciante de maíz. Hobson no tiene inconveniente en perder a Alice y Vicky, pero Maggie es otra cosa. Él le dice que ella es demasiado mayor para esas cosas, "... treinta y dejada de lado". Mientras se burla de ella con sus compinches bebedores en el pub The Moonrakers, admite libremente que ella es demasiado útil para perderla. En esta taberna donde Harold se hace el machita alfa, enmascarando la realidad. Tras Maggie oír lo que su padre opina de ella en la taberna, decide fijarse en el empleado de la zapatería, el apocado William Mossop (John Mills).
Tiene un comienzo brillante en la presentación del autoritario y victoriano protagonista, hijo del tiempo, y del apoyo necesario de su hija mayor. Arranca en modo película de terror, con un dramático travelling de una calle vacía a medio oscuridad adoquinada azotada por el viento. Vemos a llegar a su casa al orondo Harold borracho en dio de la ventisca que remueve hojas, se tambalea, pretende no hacer ruido para no despertar a sus hijas, eructa y pide perdón (a nadie) pero Maggie conoce a su padre y lo espera, el padre orgulloso reniega de la ayuda y este sube rápido las escaleras, y vemos la acción en vertiginoso subjetivo, parece Harold a cada paso a punto de caer, cayendo al final redondo en la cama. A la mañana siguiente se levanta con gran resaca regañando a sus tres hijas, vemos que las que llevan el negocio son las tres hijas y él se dedica a la bon vivant y a quejarse. Con la aparición en la zapatería de una mujer mayor cambia Harold a amable y solícito, y en medio de esto aparece por una escotilla en el suelo un trabajador que tienen haciendo zapatos en el sótano. Hemos tornado del trampantojo del terror a la comedia.
Tiene el núcleo la historia en el vértice del personaje de Maggie, ella es el deux machine. Ella se rebela ante su autoritario padre, se rebela ante el futuro de solterona que él le ha trazado, mantiene duelos de poder a poder con su progenitor, donde ella es hábil manejando las debilidades que a lo largo de los años sabe que tiene él. Brenda De Banzie es maravillosa, todo un prodigio al poder hacer sombra al Titán Laughton, derrocha personalidad, fuerza, manipulación, ambición, y tras ello ternura hasta conmover (con su singular relación con Willie); Harold es un ser de un tiempo pasado que no quiere saber nada de que el mundo avanza, se cree dueño de su reino y de todo lo que en él se halla, ósea, sus hijas y trabajadores. Laughton parece haber nacido para este papel, exuberante en la naturalidad con que impregna de machismo su rol, con egoísmo, fatuidad, el patriarcado en la peor de sus acepciones, la cámara lo coge mucho en contrapicado haciendo su oronda figura enorme, un petulante gracioso en sus constantes quejas, un tirano que desborda la pantalla.
En la relación Maggie-Harold esta relación de tiras y afloja tendremos momentos brillantes por las fenomenales actuaciones de De Banzie y Laughton, duelos chispeantes, donde el ganador es el espectador; El otro lado del triángulo es como Maggie moldea a un timorato zapatero para que se convierta en un tipo despierto y con carácter (“Eres un genio haciendo botas- así lo describe Maggie, lástima que seas un idiota en todo lo demás”, le dice Maggie a Wllie), ella es una muy adelantada a su era, escoge a su pareja, y casi lo obliga a casarse con él, no le deja opción, incluso le hace dejar a su antigua pretendienta (en una escena jocosa). Una relación de amor poco convencional, ejemplo de ello es la peculiar noche de bodas donde vemos a un Willie sin saber bien que hacer mientras su esposa está en el dormitorio;... (sigo en spoiler)
Henry Horatio Hobson (Charles Laughton) es el propietario autocrático de una tienda de botas moderadamente lujosa (botas, zapatos y zuecos) en 1880 Salford. Hobson, viudo, es un avaro notorio con tres hijas adultas: Maggie (Brenda de Banzie) y sus hermanas menores y menos dedicadas, Alice (Daphne Anderson) y Vicky (Prunella Scales). Los tres se han encargado de la casa y han trabajado en la tienda de su padre durante años sin salario, y Alice y Vicky están ansiosas por casarse y sus intenciones contagian a Maggie. Alice ha estado saliendo con Albert Prosser (Richard Wattis), un joven abogado prometedor, mientras que Vicky prefiere a Freddy Beenstock (Derek Blomfield), el hijo de un comerciante de maíz. Hobson no tiene inconveniente en perder a Alice y Vicky, pero Maggie es otra cosa. Él le dice que ella es demasiado mayor para esas cosas, "... treinta y dejada de lado". Mientras se burla de ella con sus compinches bebedores en el pub The Moonrakers, admite libremente que ella es demasiado útil para perderla. En esta taberna donde Harold se hace el machita alfa, enmascarando la realidad. Tras Maggie oír lo que su padre opina de ella en la taberna, decide fijarse en el empleado de la zapatería, el apocado William Mossop (John Mills).
Tiene un comienzo brillante en la presentación del autoritario y victoriano protagonista, hijo del tiempo, y del apoyo necesario de su hija mayor. Arranca en modo película de terror, con un dramático travelling de una calle vacía a medio oscuridad adoquinada azotada por el viento. Vemos a llegar a su casa al orondo Harold borracho en dio de la ventisca que remueve hojas, se tambalea, pretende no hacer ruido para no despertar a sus hijas, eructa y pide perdón (a nadie) pero Maggie conoce a su padre y lo espera, el padre orgulloso reniega de la ayuda y este sube rápido las escaleras, y vemos la acción en vertiginoso subjetivo, parece Harold a cada paso a punto de caer, cayendo al final redondo en la cama. A la mañana siguiente se levanta con gran resaca regañando a sus tres hijas, vemos que las que llevan el negocio son las tres hijas y él se dedica a la bon vivant y a quejarse. Con la aparición en la zapatería de una mujer mayor cambia Harold a amable y solícito, y en medio de esto aparece por una escotilla en el suelo un trabajador que tienen haciendo zapatos en el sótano. Hemos tornado del trampantojo del terror a la comedia.
Tiene el núcleo la historia en el vértice del personaje de Maggie, ella es el deux machine. Ella se rebela ante su autoritario padre, se rebela ante el futuro de solterona que él le ha trazado, mantiene duelos de poder a poder con su progenitor, donde ella es hábil manejando las debilidades que a lo largo de los años sabe que tiene él. Brenda De Banzie es maravillosa, todo un prodigio al poder hacer sombra al Titán Laughton, derrocha personalidad, fuerza, manipulación, ambición, y tras ello ternura hasta conmover (con su singular relación con Willie); Harold es un ser de un tiempo pasado que no quiere saber nada de que el mundo avanza, se cree dueño de su reino y de todo lo que en él se halla, ósea, sus hijas y trabajadores. Laughton parece haber nacido para este papel, exuberante en la naturalidad con que impregna de machismo su rol, con egoísmo, fatuidad, el patriarcado en la peor de sus acepciones, la cámara lo coge mucho en contrapicado haciendo su oronda figura enorme, un petulante gracioso en sus constantes quejas, un tirano que desborda la pantalla.
En la relación Maggie-Harold esta relación de tiras y afloja tendremos momentos brillantes por las fenomenales actuaciones de De Banzie y Laughton, duelos chispeantes, donde el ganador es el espectador; El otro lado del triángulo es como Maggie moldea a un timorato zapatero para que se convierta en un tipo despierto y con carácter (“Eres un genio haciendo botas- así lo describe Maggie, lástima que seas un idiota en todo lo demás”, le dice Maggie a Wllie), ella es una muy adelantada a su era, escoge a su pareja, y casi lo obliga a casarse con él, no le deja opción, incluso le hace dejar a su antigua pretendienta (en una escena jocosa). Una relación de amor poco convencional, ejemplo de ello es la peculiar noche de bodas donde vemos a un Willie sin saber bien que hacer mientras su esposa está en el dormitorio;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… Aquí John Mills está formidable, en una evolución prodigiosa en su expresividad pusilánime del principio de pajarillo asustado a esa escena final en que se enfrenta al Totémico Reyezuelo Harold; Todo para desembocar en dos catarsis, ambas diseñadas con bisturí fino por Maggie. La primera derivada de una noche ‘toledana’ de Harold, que acaba tras su enésima dipsomanía irrumpiendo cual elefante en cacharrería en un almacén, lo cual da para hacer click en el ingenioso cerebro de la hija mayor que planea en un contubernio con novias, denuncias y abogados que cual hienas caerán sobre el temeroso Harold. El otro es el clímax, propio de Shakespeare, donde Harold se enfrentará a la dura realidad de quienes son realmente sus hijas.
La puesta en escena es notable en función de establecer un lugar y tiempo. Desde la estupenda dirección artística de Wilfred Shingleton (“Cadenas Rotas” o “La Reina de África”), proyectando una ciudad envuelta en la fealdad fruto de la Revolución Industrial, con chimeneas humeantes, barrios obreros míseros (ejemplo el sótano en que vivirá la pareja Maggie-Willie), las calles adoquinadas, las fachadas victorianas, el interior de la vivienda de Harold, o la taberna Moonraker; Esto enaltecido por la fotografía en glorioso b/n de Jack Hildyard (“Henry V” o “El puente sobre el rio Kwai”), que crea tomas cargadas de sensaciones (como el turbador plano en que Maggie propone el matrimonio a Willie con las torres flameantes de fondo), con mucho contrapicado, jugando a ser subjetivo para provocar empatizar con el protagonista Harold y sus borracheras, con planos de ‘lirismo’ sibarita como cuando Harold ve la luna reflejada en los charcos y trata de destrozarla a pisotones, una cámara que se mueve con una fluidez asombrosa en angostos lugares, descriptiva en otros, o experimentando con efectos como en la caída al vacío de Harold. Muy buena labor;
David Lean ayudante de cámara en 1927, posteriormente montador británico, posteriormente se convirtió en director más conocido por sus epopeyas. Comenzando con "Puente sobre el río Kwai" y "Lawrence de Arabia", hasta "Dr. Zhivago” y “Pasaje a la India”, le dio al cine películas de escala, alcance y profundidad, y recogió elogios y premios Oscar por sus problemas. Su carrera pre épica se recuerda mejor por un par de adaptaciones clásicas de Charles Dickens. Pero incluso si "Oliver Twist" y "Great Expectations" lograron un momento ligero aquí y allá, el maestro nunca fue conocido por la comedia.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, la cinematografía británica buceaba entre sus piezas más conocidas para sustentar películas que resultaran atractivas y uno de sus más eminentes cineastas, David Lean se acordó de la pieza escrita por Brighouse que ya había sido llevada al cine con anterioridad y se aprestó a revisarla y escribir un nuevo guión basándose en la pieza teatral y titulando su película de igual modo “Hobson's Choice” manteniendo el juego de palabras original.
Robert Donat fue elegido originalmente para el papel de Will Mossop, pero tuvo que retirarse debido a su asma. Las escenas al aire libre se filmaron en el área de Salford, con Peel Park sirviendo como lugar de cortejo para Maggie Hobson y William Mossop. Los interiores se rodaron en Shepperton Studios, cerca de Londres, con decorados diseñados por el director de arte Wilfred Shingleton.
Hay una versión muda de 1920, dirigida por Percy Nash. Luego otra de 1931, en versión sonora bajo la dirección de Thomas Bentley.
Me queda una comedia que sin ser grande, si es muy agradable y con elementos de calidad que la hacen muy recomendable. Gloria Ucrania!!!
La puesta en escena es notable en función de establecer un lugar y tiempo. Desde la estupenda dirección artística de Wilfred Shingleton (“Cadenas Rotas” o “La Reina de África”), proyectando una ciudad envuelta en la fealdad fruto de la Revolución Industrial, con chimeneas humeantes, barrios obreros míseros (ejemplo el sótano en que vivirá la pareja Maggie-Willie), las calles adoquinadas, las fachadas victorianas, el interior de la vivienda de Harold, o la taberna Moonraker; Esto enaltecido por la fotografía en glorioso b/n de Jack Hildyard (“Henry V” o “El puente sobre el rio Kwai”), que crea tomas cargadas de sensaciones (como el turbador plano en que Maggie propone el matrimonio a Willie con las torres flameantes de fondo), con mucho contrapicado, jugando a ser subjetivo para provocar empatizar con el protagonista Harold y sus borracheras, con planos de ‘lirismo’ sibarita como cuando Harold ve la luna reflejada en los charcos y trata de destrozarla a pisotones, una cámara que se mueve con una fluidez asombrosa en angostos lugares, descriptiva en otros, o experimentando con efectos como en la caída al vacío de Harold. Muy buena labor;
David Lean ayudante de cámara en 1927, posteriormente montador británico, posteriormente se convirtió en director más conocido por sus epopeyas. Comenzando con "Puente sobre el río Kwai" y "Lawrence de Arabia", hasta "Dr. Zhivago” y “Pasaje a la India”, le dio al cine películas de escala, alcance y profundidad, y recogió elogios y premios Oscar por sus problemas. Su carrera pre épica se recuerda mejor por un par de adaptaciones clásicas de Charles Dickens. Pero incluso si "Oliver Twist" y "Great Expectations" lograron un momento ligero aquí y allá, el maestro nunca fue conocido por la comedia.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, la cinematografía británica buceaba entre sus piezas más conocidas para sustentar películas que resultaran atractivas y uno de sus más eminentes cineastas, David Lean se acordó de la pieza escrita por Brighouse que ya había sido llevada al cine con anterioridad y se aprestó a revisarla y escribir un nuevo guión basándose en la pieza teatral y titulando su película de igual modo “Hobson's Choice” manteniendo el juego de palabras original.
Robert Donat fue elegido originalmente para el papel de Will Mossop, pero tuvo que retirarse debido a su asma. Las escenas al aire libre se filmaron en el área de Salford, con Peel Park sirviendo como lugar de cortejo para Maggie Hobson y William Mossop. Los interiores se rodaron en Shepperton Studios, cerca de Londres, con decorados diseñados por el director de arte Wilfred Shingleton.
Hay una versión muda de 1920, dirigida por Percy Nash. Luego otra de 1931, en versión sonora bajo la dirección de Thomas Bentley.
Me queda una comedia que sin ser grande, si es muy agradable y con elementos de calidad que la hacen muy recomendable. Gloria Ucrania!!!