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Voto de TOM REGAN:
8
8,2
13.621
Intriga
El prestigio alcanzado por Sherlock, tras resolver en nombre del Gobierno muchos y difíciles casos, despierta la envidia de su enemigo Moriarty, que consigue burlar la seguridad de la Torre de Londres, el Banco de Inglaterra y la Prisión de Pentonville. Después, se deja atrapar por la policía teniendo en su poder las joyas de la Corona. Su objetivo es desprestigiar a Sherlock y presentarlo como un impostor ante la opinión pública. ... [+]
10 de marzo de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
74/09(09/03/22) Notable tercer y último capítulo de la tercera temporada de la estupenda serie creada por Steven Moffat & Mark Gatiss para la BBC, que moderniza al más icónico detective de la historia, pero guardando su esencia nihilista y misantrópica. Un híper juguetón episodio dirigido con ritmo trepidante por el veterano de las series de tv Toby Haynes (“Doctor Who”, “Black Mirror” o “Utopia”), donde sobresale el ingenioso guión de Steve Thompson (responsable en este apartado de dos episodios más de la serie, “The Blind Banke” del 2010 y “The Sign of Three” del 2014), inspirándose en "El problema final" (1893) de Sir Arthur Conan Doyle, el episodio sigue el complot de Moriarty para desacreditar y matar a Sherlock Holmes, y también utiliza en gran medida elementos de la película de “La mujer de verde” (sigue premisa original con material tomado de "El problema final" y "La aventura de la casa vacía" de 1903). La historia hace referencia a las cataratas de Reichenbach (Suiza), cascada en que Sherlock Holmes y el profesor Moriarty supuestamente se precipitaron a la muerte durante una feroz pelea en 'El problema final'. Para Arthur Conan Doyle, la aventura iba a ser la última de Sherlock Holmes para poder concentrarse en una escritura más seria, sin embargo, debido a la reacción del público por la muerte del detective, Conan Doyle lo resucitó. Tenemos aquí un metraje que conforme avanza gana en intensidad dramática para desembocar en un final catárquico y cortante, y teniendo un epílogo que te deja preguntándote, ‘Pero como!!!???’
John Watson está en su primera reunión con su terapeuta después de dieciocho meses. Luchando por explicar su visita, finalmente ahoga las palabras: "Mi mejor amigo, Sherlock Holmes, está muerto". El episodio se retrotrae a tres meses antes, con Sherlock recibiendo aplausos y obsequios de varias personas para las que ha resuelto casos, junto con una atención de los medios muy no deseada, especialmente por su recuperación de una pintura de Turner de Reichenbach Falls (el guiño para el título a la vez para Conan Doyle). Mientras tanto, Moriarty procede a irrumpir en la caja donde se guardan las Joyas de la Corona (en una secuencia delirante de fuerza jocosa en el modo de comportarse Moriarty, masticando chicle y armado con un iPhone, mientras de fondo se oye música clásica), al mismo tiempo que abre la bóveda del Banco de Inglaterra y desbloquea todas las celdas de la prisión de Pentonville a través de su teléfono móvil. Antes de romper la caja de las Joyas de la Corona, escribe las palabras "Consigue a Sherlock" en el exterior, para que lo vean las cámaras de seguridad. Luego se deja atrapar por la policía usando las joyas y sentado en el trono (Gran imagen ataviado con la túnica real y la corona). Sherlock es llamado a testificar en el juicio de Moriarty, donde explica que Moriarty es un cerebro criminal.
Como siempre a una pareja protagónica magnífica, transmutados Benedict Cumberbatch y Martin Freeman en Sherlock Holmes y John Watson, maravillosos, ya nunca podré ver igual a otros que los encarnen, estos son el nivel máximo. Cumberbatch resulta apoteósico (como siempre) en su piel se pierde el actor, proyectando a ese ser altivo, seguro de sí mismo, condescendiente, ágil de mente, pero dejando traslucir debilidades humanas, ello sobre todo en la relación con Watson; Freeman alcanza cotas sublimes con su conmovedora interpretación, a la sombra de Benedict, pero siendo un complemento que sirve para dar carácter a Holmes, sin su poderosa actuación el detective sería un autómata sin sentimientos, especie de súper héroe ataráxico, pero Freeman con su incisiva expresividad hace que cual marionetista Holmes deje abrir sus grietas emocionales, teniendo momentos tan emocionales como esa conversación por móvil con Holmes en las alturas y Watson a pie de calle, como es brillante su carácter entrañable en el epílogo cuando tiene una sesión con el psiquiatra.
Una entrega cargada de intriga, de suspense, de misterio, de humor, de valores sobre la amistad (la química entre Cumberbatch y Freeman alcanza aquí grado cumbre), sobre las obsesiones enfermizas, teniendo además una ácida crítica a los medios sensacionalistas (Katherine Parkinson como la artera reportera sensacionalista Kitty Riley es el epítome de estos tabloides amarillistas; o ver a Mycroft que lee ‘The Sun’).
El vibrante deux machine de este frenético episodio (para lo que es fundamental el gran trabajo de edición [extraordinario en esos barridos sigiendo las pistas por las que Sherlock deduce hechos] de Tim Porter: “Juego de Tronos” o “Doctor Who”) es el antagonismo entre los dos genios, Sherlock y Moriarty, dos perversos rivales, dos epicúreos doppelgänger, dos caras de la misma moneda, estableciéndose entre ambos un vigoroso juego del gato y el ratón, con duelos de inteligencia formidables (durante el juicio; en la visita que Moriarty le hace en el 221B de Baker St.; en un taxi; y en la azotea), donde los dos actores Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes y Andrew Scott como Moriarty despliegan unos diálogos sibaritas en su sagacidad, en réplicas y contrarréplicas constantes que son deliciosas para buen espectador se precie, con dardos de un lado a otro, con mucho humor, con mucha chispa y frescura, varios ententes fantásticos que culminan en una azotea que hace las veces delo alto delas míticas cascadas helvéticas, un choque entre el Bien vs Mal que se difumina entre la pericia malévola de uno y otro por atrapar al otro, con trampas mentales, con migas de pan por el camino, con giros inesperados, un puzle donde las piezas bailan y al final termina por encajar (aun con alguna laguna argumental propia de lo artificioso)... (sigo en spoiler).
John Watson está en su primera reunión con su terapeuta después de dieciocho meses. Luchando por explicar su visita, finalmente ahoga las palabras: "Mi mejor amigo, Sherlock Holmes, está muerto". El episodio se retrotrae a tres meses antes, con Sherlock recibiendo aplausos y obsequios de varias personas para las que ha resuelto casos, junto con una atención de los medios muy no deseada, especialmente por su recuperación de una pintura de Turner de Reichenbach Falls (el guiño para el título a la vez para Conan Doyle). Mientras tanto, Moriarty procede a irrumpir en la caja donde se guardan las Joyas de la Corona (en una secuencia delirante de fuerza jocosa en el modo de comportarse Moriarty, masticando chicle y armado con un iPhone, mientras de fondo se oye música clásica), al mismo tiempo que abre la bóveda del Banco de Inglaterra y desbloquea todas las celdas de la prisión de Pentonville a través de su teléfono móvil. Antes de romper la caja de las Joyas de la Corona, escribe las palabras "Consigue a Sherlock" en el exterior, para que lo vean las cámaras de seguridad. Luego se deja atrapar por la policía usando las joyas y sentado en el trono (Gran imagen ataviado con la túnica real y la corona). Sherlock es llamado a testificar en el juicio de Moriarty, donde explica que Moriarty es un cerebro criminal.
Como siempre a una pareja protagónica magnífica, transmutados Benedict Cumberbatch y Martin Freeman en Sherlock Holmes y John Watson, maravillosos, ya nunca podré ver igual a otros que los encarnen, estos son el nivel máximo. Cumberbatch resulta apoteósico (como siempre) en su piel se pierde el actor, proyectando a ese ser altivo, seguro de sí mismo, condescendiente, ágil de mente, pero dejando traslucir debilidades humanas, ello sobre todo en la relación con Watson; Freeman alcanza cotas sublimes con su conmovedora interpretación, a la sombra de Benedict, pero siendo un complemento que sirve para dar carácter a Holmes, sin su poderosa actuación el detective sería un autómata sin sentimientos, especie de súper héroe ataráxico, pero Freeman con su incisiva expresividad hace que cual marionetista Holmes deje abrir sus grietas emocionales, teniendo momentos tan emocionales como esa conversación por móvil con Holmes en las alturas y Watson a pie de calle, como es brillante su carácter entrañable en el epílogo cuando tiene una sesión con el psiquiatra.
Una entrega cargada de intriga, de suspense, de misterio, de humor, de valores sobre la amistad (la química entre Cumberbatch y Freeman alcanza aquí grado cumbre), sobre las obsesiones enfermizas, teniendo además una ácida crítica a los medios sensacionalistas (Katherine Parkinson como la artera reportera sensacionalista Kitty Riley es el epítome de estos tabloides amarillistas; o ver a Mycroft que lee ‘The Sun’).
El vibrante deux machine de este frenético episodio (para lo que es fundamental el gran trabajo de edición [extraordinario en esos barridos sigiendo las pistas por las que Sherlock deduce hechos] de Tim Porter: “Juego de Tronos” o “Doctor Who”) es el antagonismo entre los dos genios, Sherlock y Moriarty, dos perversos rivales, dos epicúreos doppelgänger, dos caras de la misma moneda, estableciéndose entre ambos un vigoroso juego del gato y el ratón, con duelos de inteligencia formidables (durante el juicio; en la visita que Moriarty le hace en el 221B de Baker St.; en un taxi; y en la azotea), donde los dos actores Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes y Andrew Scott como Moriarty despliegan unos diálogos sibaritas en su sagacidad, en réplicas y contrarréplicas constantes que son deliciosas para buen espectador se precie, con dardos de un lado a otro, con mucho humor, con mucha chispa y frescura, varios ententes fantásticos que culminan en una azotea que hace las veces delo alto delas míticas cascadas helvéticas, un choque entre el Bien vs Mal que se difumina entre la pericia malévola de uno y otro por atrapar al otro, con trampas mentales, con migas de pan por el camino, con giros inesperados, un puzle donde las piezas bailan y al final termina por encajar (aun con alguna laguna argumental propia de lo artificioso)... (sigo en spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
...Un Moriarty sociópata, ocurrente, gamberro, lejos del ‘Napoleón del Crimen’, este es un hedonista egocéntrico que busca en su arrogancia de inteligencia alguien a un rival a su altura. Actuado por Scott con un brío y electricidad rozando el histrionismo, esto le queda muy bien a este singular villano que lleva al extremo (y más allá) sus ansias de vencer en ingenio a Sherlock, con su gestualidad, su mirada saltona. Valga su enorme capacidad actoral la escena en que Moriarty se transforma en el apocado y temeroso Richard Brook, lás tima que probablemente no lo veamos más en la serie.
En el texto original, Moriarty quería librar al mundo de Holmes porque estaba obstruyendo su red criminal. Pero aquí ese elemento megalómano queda anulado, en este episodio Moriarty desea vencer a su enemigo por el simple hecho de hacerlo, es su obsesión, donde este legendario villano se transmuta en una especie del Joker de Heath Ledger.
En realidad el episodio nunca juega con la ambigüedad de si Sherlock es o no un fraude (gran definición la que hace Watson sobre esto: "Nadie podría fingir ser un imbécil tan molesto todo el tiempo", refiriéndose al comportamiento de Sherlock) como sugiere Richard Brook, el misterio está en si el detective podrá escapar de las garras del plan maquiavélico de Moriarty.
En medio de todas estas bondades del capítulo hay algunas lagunas que si rascas un poquito encuentras, aunque en la vorágine de ritmo se puedan ocultar. Ejemplo es que si Rich Brook nos enteramos en ‘realidad’ era un actor de tv del programa infantil ‘cuentacuentos’, esto no podría haber pasado desapercibido en un juicio, además de estar esto cogido por los pelos, pues este plan de actor debió llevarle años, y tan obsesivo maniático puede ser? Hay alguno más que pongo en zona spoiler.
Spoiler:
Que Mycroft se comporte como un idiota manipulado por Moriarty, al menos eso nos dice este, resulta inverosímil, cuando se le supone muy inteligente, y con ello poniendo en peligro la vida de Sherlock; El plan urdido por Moriarty para hacer pasar a Sherlock como un fraude no sostiene un mínimo análisis, cogido con papel de fumar, aunque la espiral en que estamos sumidos pueda pasar pulpo como animal de compañía, todas las pruebas son casuales o claramente manipuladas. Y no digamos ya lo pronto que la prensa coloca con estas exiguas pruebas como un fake al detective; El momento en que Moriarty para escapar de la presión a que es sometido por Holmes, se pega un tiro, resulta, pensándolo un poquito, desproporcionado, no hemos sentido esas ansias suicidas de él. Podría simplemente haberse ido de la azotea y Holmes no le podría haber seguido si quería que sus amigos vivieran, muy rebuscado e incongruente con la personalidad del ínclito. Por cierto, Lestrade (buen Rupert Graves) es uno de sus mejores amigos? No lo ha demostrado en la serie. Más bien en su puesto debería haber estado la forense Louise Brealey (deliciosa Molly Hopper); Que alguien me explique de quien protegen los matones a Sherlock, como tampoco entiendo el porqué de que si lo tocan hay unos francotiradores que ipso facto serán ejecutados (cercano a lo sobrenatural), muy impactante, pero no tiene pies ni cabeza; pero para disfrutar de esta hora y media es mejor dar la licencia de pasar esto por alto.
Uno de los hombres sentados en el Club Diógenes está interpretado por Douglas Wilmer, un actor conocido por haber interpretado a Sherlock Holmes en 1964.
Algunas secuencias del episodio que están ambientadas en la Torre de Londres fueron filmadas en el Castillo de Cardiff. Otras ubicaciones utilizadas incluyen el cementerio de Newport, Tredegar House y Cardiff City Hall, así como otras áreas alrededor de Cardiff, incluidas Broadway y Cardiff Bay.
Notable episodio, ameno, trepidante, dejándote un gran regusto. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el episodio ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2022/03/sherlock-la-caida-de-reichenbach.html
En el texto original, Moriarty quería librar al mundo de Holmes porque estaba obstruyendo su red criminal. Pero aquí ese elemento megalómano queda anulado, en este episodio Moriarty desea vencer a su enemigo por el simple hecho de hacerlo, es su obsesión, donde este legendario villano se transmuta en una especie del Joker de Heath Ledger.
En realidad el episodio nunca juega con la ambigüedad de si Sherlock es o no un fraude (gran definición la que hace Watson sobre esto: "Nadie podría fingir ser un imbécil tan molesto todo el tiempo", refiriéndose al comportamiento de Sherlock) como sugiere Richard Brook, el misterio está en si el detective podrá escapar de las garras del plan maquiavélico de Moriarty.
En medio de todas estas bondades del capítulo hay algunas lagunas que si rascas un poquito encuentras, aunque en la vorágine de ritmo se puedan ocultar. Ejemplo es que si Rich Brook nos enteramos en ‘realidad’ era un actor de tv del programa infantil ‘cuentacuentos’, esto no podría haber pasado desapercibido en un juicio, además de estar esto cogido por los pelos, pues este plan de actor debió llevarle años, y tan obsesivo maniático puede ser? Hay alguno más que pongo en zona spoiler.
Spoiler:
Que Mycroft se comporte como un idiota manipulado por Moriarty, al menos eso nos dice este, resulta inverosímil, cuando se le supone muy inteligente, y con ello poniendo en peligro la vida de Sherlock; El plan urdido por Moriarty para hacer pasar a Sherlock como un fraude no sostiene un mínimo análisis, cogido con papel de fumar, aunque la espiral en que estamos sumidos pueda pasar pulpo como animal de compañía, todas las pruebas son casuales o claramente manipuladas. Y no digamos ya lo pronto que la prensa coloca con estas exiguas pruebas como un fake al detective; El momento en que Moriarty para escapar de la presión a que es sometido por Holmes, se pega un tiro, resulta, pensándolo un poquito, desproporcionado, no hemos sentido esas ansias suicidas de él. Podría simplemente haberse ido de la azotea y Holmes no le podría haber seguido si quería que sus amigos vivieran, muy rebuscado e incongruente con la personalidad del ínclito. Por cierto, Lestrade (buen Rupert Graves) es uno de sus mejores amigos? No lo ha demostrado en la serie. Más bien en su puesto debería haber estado la forense Louise Brealey (deliciosa Molly Hopper); Que alguien me explique de quien protegen los matones a Sherlock, como tampoco entiendo el porqué de que si lo tocan hay unos francotiradores que ipso facto serán ejecutados (cercano a lo sobrenatural), muy impactante, pero no tiene pies ni cabeza; pero para disfrutar de esta hora y media es mejor dar la licencia de pasar esto por alto.
Uno de los hombres sentados en el Club Diógenes está interpretado por Douglas Wilmer, un actor conocido por haber interpretado a Sherlock Holmes en 1964.
Algunas secuencias del episodio que están ambientadas en la Torre de Londres fueron filmadas en el Castillo de Cardiff. Otras ubicaciones utilizadas incluyen el cementerio de Newport, Tredegar House y Cardiff City Hall, así como otras áreas alrededor de Cardiff, incluidas Broadway y Cardiff Bay.
Notable episodio, ameno, trepidante, dejándote un gran regusto. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el episodio ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2022/03/sherlock-la-caida-de-reichenbach.html