¿Sabéis ese clásico cenizo que en las cenas familiares provoca deserciones en masa cuando desgrana su catálogo de chistes que no entiende nadie salvo el típico sobrino porrero que se descojona mientras el resto se miran con cara de circunstancias?

Bueno, la familia Anderson no iba a ser menos y ansiosa de compartir a su Wes con el resto del mundo, le animó a dedicarse al Arte donde sin duda sus inquietudes iban a hallar una canalización más adecuada consiguiendo de paso dar un respiro a tan sufridos y meritorios parientes. Fue entonces cuando el intrépido Wes se dio cuenta que había todo un mundo de potenciales sobrinos porreros dispuestos a reírse de sus chistes y ese mundo se llamaba Hollywood y Festivales Indies. Y se hizo la luz.

Si ya "Academia Rushmore" su primera película "oficial" ya era un tímido intento de ofrecer su hipotensa sensibilidad cómica al mundo, con "Los Tenenbaums" Wes se consagra a tope en el difícil arte de convertir algo que tenía todas las papeletas para ser gracioso en terriblemente poco gracioso a base de estirar surrealistas gags en un largo tempo narcótico, técnica que en cuanto a sus efectos y efectividades podría compararse a la sensación de una travesía en el Dragon Khan bajo los efectos de doscientos barbitúricos. Hay que vivirlo.

Wes tuvo un montón de éxito porque cuando en un festival indie ponen una comedia que no hace la menor gracia, por algún tipo de alquimia rarísima hay un porrón de gente que se siente tonta por no entender los chistes y por si acaso alaba la peli no vaya a ser que sea demasiado inteligente y ellos vayan a quedar mal por no haberse reído.

Total que nuestro Wes tuvo su final feliz, nosotros un sueñecito bárbaro y los críticos de festivales indies un nuevo pesado al que rendir honores. ¡Larga vida a Wes!