¿Es tan complicado adaptar Alicia? Quizás, si comprendes -como no comprende Burton - el sentido del absurdo enclavado dentro de una filosofía de pensamiento estrictamente inglesa. El director americano empieza bien. Estamos en plena Inglaterra victoriana, en una fiesta campestre llena de gente muy correcta y muy británica. De esta parte a la parte en que Alicia -ahora mayorcita - vuelve a caer por el agujero siguiendo a la liebre, se ha perdido el eslabón esencial.

"Alicia en el país de las maravillas" no es una historia sobre una chica que pasa de un mundo aburrido a un reino maravilloso. Eso es "La historia interminable". Alicia, como diría Chesterton, es "un mundo de mascarada (...) si pudiéramos penetrar sus disfraces, habríamos de descubrir que Humpty Dumpty y la Liebre de Marzo eran profesores y doctores en teología disfrutando de un día de fiesta mental".

¿Burocratizando el absurdo? Del Sombrerero, el gato de Cheshire, la oruga, la Reina y las flores parlantes sólo quedaron las carcasas, brillantes, bonitas, espectaculares. Pero ¡ay, ay, ay! ¡¡¡NO ESTÁN LOCOS!!!

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La crítica del País de las Maravillas ha dicho:

"Corriéronse amerables festianos en la clemada semirania del quintar alable
sin mecar en la no-rábide el cartusel elado de una estrápola sinable" (Sombrerero Loco)

"¿Están jugando a la canasta con mis criados?" (Reina Roja)

"Juraría que las flores tienen huellas dactilares (...) ¿el gato de Cheshire es un letrero indicador? (...) no se entiende nada..." (Criado-rana)

"Feliz fiesta de cumpleaños..." (Liebre de Marzo)