Si bien es verdad que vivimos un periodo en que se estrena más cine épico que nunca (entre sagas, trilogías, adaptaciones y demás) lo cierto es que nunca en la Historia se ha hecho un cine épico tan puñeteramente caro y malo. Da la impresión de que, a medida que van aumentando los medios para crear más y mejores efectos especiales, los creadores de tales películas parecen desentenderse de todo demás, dejando tras de sí innumerables estropicios megapixelados cuyo abusivo empleo del ordenador no sirve para esconder la pobreza de unos argumentos, diálogos y personajes cada vez más olvidados y menos cuidados.

Es por ello que una vuelve la vista con esperanza hacia producciones de otros países fuera del circuito Hollywood y encuentra, por ejemplo, una curiosa peliculilla rusa. "Tiene buena pinta", te dices (el triunfo de la esperanza sobre la experiencia). Y te pones con ello, de buena gana.

En plan simpático, decides que el protagonista es bastante guapete y además lleva un murciélago de verdad como mascota, lo cual mola un puñao. Un punto. Sale la chica de "Lilya forever" y no actúa del todo horrible. Dos puntos. La estética eslava le da un puntito novedoso al rollo medievo-dungeonero de siempre. Tres puntos. Y para de contar que ya me estoy pasando. A ver si alguien se va a creer que es buena.

Lo demás: la historia no tiene ni pies ni cabeza, las escenas están mal resueltas y peor explicadas, los diálogos provocan flojera risil, la dirección es completamente errática y los efectos, especialmente los que se exhiben en la parte son clavados a los del "Rain of a thousand flames" de Rhapsody pero en plan a lo bestia. Las luchas, que es en lo que más suelo fijarme cuando veo estas cosas, tiran por lo absurdo y rebosan de gazapos, con lo que ni siquiera puedes fliparte como Dios manda. La cosa deprime un poco y te descubres pensando dos cosas:

- ¡Vaya! Si va a ser que "300" no era tan mala.
- ¿Haría algún Erasmus Uwe Boll en Rusia?.

Si es lo bueno de estas pelis, que al final, te hacen reflexionar y todo.