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España España · Cartagena
Voto de Autillo:
8
Svyato
2005 Rusia
Documental
7,2
219
Documental En ruso, "Svyato" significa tanto "feliz, transparente, alegre", como "considerado sagrado". Pero "Svyato" también es el diminutivo de Svyatoslav, el nombre de su protagonista de dos años. Por primera vez en su vida Svyato va a mirarse en un espejo. (FILMAFFINITY)
6 de agosto de 2012
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres”. (Jorge Luis Borges, “El jardín de senderos que se bifurcan”)

“Se odia a sí mismo el que no consigue distinguirse”. (Miguel de Unamuno)

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Svyatoslav juega. Svyatoslav es un niño que no entiende de cópulas, ni de odios, ni de reflejos existenciales. Su mundo todavía es puro. Su tiempo transcurre apaciblemente en el pasillo de su casa, y su única realidad la conforman sus juguetes, una figura de Papá Noel, el canto de un pinzón vulgar en la lejanía, y el sonido del viento acariciando suavemente una blanca cortina.

Sin embargo, la vida de Svyatoslav va a cambiar para siempre: la casualidad quiere que descubra por primera vez, en un rincón de la casa, entre sonidos de juguetes, un enorme espejo. Svyatoslav es ahora un auténtico filósofo:

Svyato no siente frío al reflejarse porque, como hacen los espejos, comparten todo lo que tienen.

Svyato consigue la inmortalidad, porque su sonrisa se destruye y se crea delante de él.

Svyato recorre en cuestión de segundos los confines del Universo, porque el silencio de su mirada en el espejo no concibe las distancias.

Svyato alcanza la eternidad, porque su curiosidad ilimitada demuestra que la nada no existe.

Svyato desafía todas las leyes de la física. Él es el que manda, no el espejo.

Svyato grita, patalea, desespera, huye...

Svyato se reconcilia, en definitiva, con Borges, porque le recuerda a éste que él también prefiere imaginar que estas superficies bruñidas figuran y prometen el infinito.

Si Victor Kossakovsky quería hacer un estudio cinematográfico de la infancia, ha llegado lejos, muy lejos. Ha llegado a la tierra donde los espejos hablan. Ha llegado allá donde resuenan los ecos de nuestras propias infancias. Pero sobre todo, ha llegado donde se descubre el verdadero e insobornable poder de un niño: la inocencia.
Autillo
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