Añadir a mi grupo de amigos/usuarios favoritos
Puedes añadirle por nombre de usuario o por email (si él/ella ha accedido a ser encontrado por correo)
También puedes añadir usuarios favoritos desde su perfil o desde sus críticas
Nombre de grupo
Crear nuevo grupo
Crear nuevo grupo
Modificar información del grupo
Aviso
Aviso
Aviso
Aviso
El siguiente(s) usuario(s):
Group actions
You must be a loged user to know your affinity with Tashe
0
Listas
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Tashe:
8

Voto de Tashe:
8
2024 

Pablo González (Creador), Camilo Salazar Prince (Creador) ...
6,3
253
Serie de TV. Thriller. Drama
A bordo de un avión secuestrado, dos azafatas intentan burlar a sus captores en medio de unas tensas negociaciones tanto en el aire como en tierra
13 de abril de 2024
13 de abril de 2024
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A fines de los 60s y principios de los 70s era común escuchar en la carlinga de los aviones; ¡Esto es un secuestro! Y las respuestas de los pilotos seguro que con el tiempo también se volvió común... ¡Tranquilo señor secuestrador, tómese unas pastillitas, disfrute del vuelo que vamos para cuba!
Y bueno era la época dorada de los secuestros aéreos. Así como existió una época dorada del futbol, una época dorada de Hollywood y de juan de los palotes, también existió una época dorada de la piratería área y esta fue entre fines de los sesentas y principios de los setenta. Así que ajústense los cinturones porque esta es una de esas historias.
Ya me extrañaba que el cine no ponga las manos en esta increíble historia. Y me alegra que lo haya hecho Colombia. Dos futbolistas paraguayos venidos a menos, faltos de dinero y con el hambre comiéndoles las entrañas se embanderan en ideologías revolucionarias y se lanzan de cabeza a formar parte de la larga lista de piratas aéreos de aquel tiempo. Fue así que el 31 de mayo de 1973, Eusebio “cacho” Borja y Francisco “toro” Solano López valiéndose de la poca seguridad en las aerolíneas de aquel tiempo ponen una pistola en la cabeza del piloto y allá van rumbo al secuestro aéreo de mayor duración en América.
Desde el inicio de la serie se destaca la elección de la música que se desliza por toda la producción con un dejo de nostalgia de aquellos años. Ni que decir de los actores, las dos azafatas se comen la pantalla y el capitán y el copiloto no quedan atrás. Pero lo que mas impresiona por lo acertado es el desarrollo de como va la historia. Si bien se basa en una historia real y en el libro “Los condenados del aire” del periodista Massimo Di Ricco, Netflix se toma sus libertades, pero acierta en todas. Cada despegue y aterrizaje del avión de los condenados es una incertidumbre llena de conspiraciones. Acá no hay buenos y créanme, aunque no lo parezca tampoco malos. Los protagonistas son como la luz surrealista que se filtra por las ventanas del avión envolviéndolos en claros y oscuros. Si, ni negro ni blanco. Y así deambulan cargando sus culpas, escupiendo sus verdades y sus conflictos éticos durante 60 horas sobre el revolucionario cielo de América latina.
Hábilmente la producción de la serie no deja caer a ninguno de los personajes, cada cual tiene sus motivos y estira sus intereses. Quizás el único que depone (casi sin razón alguna) la actitud soberbia del principio es el gerente de la aerolínea, deviniendo a hombre bueno que quiere salvar a toda costa a la tripulación del vuelo 601.
Los actores: destacan Mónica Lopera azafata y madre desesperada por volver con sus hijos. El capitán Christian Tappan que borda un personaje irónico y tragicómico y los dos secuestradores hacen lo suyo, aunque me hubiera gustado que los intérpretes hayan sido actores paraguayos. Por el realismo digo, y el idioma guaraní más fluido.
Y bueno era la época dorada de los secuestros aéreos. Así como existió una época dorada del futbol, una época dorada de Hollywood y de juan de los palotes, también existió una época dorada de la piratería área y esta fue entre fines de los sesentas y principios de los setenta. Así que ajústense los cinturones porque esta es una de esas historias.
Ya me extrañaba que el cine no ponga las manos en esta increíble historia. Y me alegra que lo haya hecho Colombia. Dos futbolistas paraguayos venidos a menos, faltos de dinero y con el hambre comiéndoles las entrañas se embanderan en ideologías revolucionarias y se lanzan de cabeza a formar parte de la larga lista de piratas aéreos de aquel tiempo. Fue así que el 31 de mayo de 1973, Eusebio “cacho” Borja y Francisco “toro” Solano López valiéndose de la poca seguridad en las aerolíneas de aquel tiempo ponen una pistola en la cabeza del piloto y allá van rumbo al secuestro aéreo de mayor duración en América.
Desde el inicio de la serie se destaca la elección de la música que se desliza por toda la producción con un dejo de nostalgia de aquellos años. Ni que decir de los actores, las dos azafatas se comen la pantalla y el capitán y el copiloto no quedan atrás. Pero lo que mas impresiona por lo acertado es el desarrollo de como va la historia. Si bien se basa en una historia real y en el libro “Los condenados del aire” del periodista Massimo Di Ricco, Netflix se toma sus libertades, pero acierta en todas. Cada despegue y aterrizaje del avión de los condenados es una incertidumbre llena de conspiraciones. Acá no hay buenos y créanme, aunque no lo parezca tampoco malos. Los protagonistas son como la luz surrealista que se filtra por las ventanas del avión envolviéndolos en claros y oscuros. Si, ni negro ni blanco. Y así deambulan cargando sus culpas, escupiendo sus verdades y sus conflictos éticos durante 60 horas sobre el revolucionario cielo de América latina.
Hábilmente la producción de la serie no deja caer a ninguno de los personajes, cada cual tiene sus motivos y estira sus intereses. Quizás el único que depone (casi sin razón alguna) la actitud soberbia del principio es el gerente de la aerolínea, deviniendo a hombre bueno que quiere salvar a toda costa a la tripulación del vuelo 601.
Los actores: destacan Mónica Lopera azafata y madre desesperada por volver con sus hijos. El capitán Christian Tappan que borda un personaje irónico y tragicómico y los dos secuestradores hacen lo suyo, aunque me hubiera gustado que los intérpretes hayan sido actores paraguayos. Por el realismo digo, y el idioma guaraní más fluido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como dije Netflix se toma sus libertades, sobre todo contándonos un final ficticio de Borja con una de las azafatas, pero en general consigue lo que quiere, mantener en vilo a su audiencia contando la historia que mas que un secuestro aéreo parece una comedia, una comedia que renace hoy con fuerza haciéndonos preguntar después de mas de cincuenta años ¿Qué habrá pasado realmente con Eusebio “cacho” Borja?