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Voto de Carlos_:
7
1999
David Chase (Creador), Timothy Van Patten ...
8,5
59.224
Serie de TV. Thriller. Drama. Comedia
Serie de TV (1999-2007). 6 temporadas. 86 episodios. Crónica de la vida cotidiana y de las aventuras personales y profesionales de una familia mafiosa que vive en Nueva Jersey. Son gentes sencillas, pero implacables en sus ritos y tradiciones. La trama se basa en las confidencias del "capo" Tony Soprano (James Gandolfini) a su psicoanalista, la doctora Melfi (Lorraine Bracco). (FILMAFFINITY)
12 de marzo de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los Soprano pertenece a un género televisivo que podríamos bautizar como “Family-Psycho”. Este género, se caracteriza por contar historias protagonizadas por personajes psicópatas, para los cuales toda conducta es válida, con tal de conseguir dinero para su familia. Para estos individuos, todo está permitido: timar, extorsionar, robar... El mundo es un lugar lleno de pardillos a los que engañar, manipular y, si no queda más remedio, matar. El hombre es un lobo para el hombre; así que hay que ser inteligente y estar en la manada ganadora de todos los combates. Lo único que importa, en esta vida, es conseguir la mayor cantidad posible de dinero, para comprar una casa magnífica y para que tus hijos puedan ir a la mejor universidad.
Los héroes de este género, debe ser machos siempre en celo, rodeados de mujeres hermosas. Mantener a una guapa y joven amante es un signo de masculinidad y buena situación económica. Si al abandonarla, la amante, entra en una profunda depresión y se suicida, hay que saber olvidar el asunto. Los perdedores pusilánimes no son algo que deba importar a los machos alfa triunfadores. No hay lugar en en el mundo para los débiles, así que lo lógico es que desaparezcan y se extingan.
Además, los protagonistas deben tener un apetito voraz, aunque eso le lleve a tener un enorme sobrepeso. Cualquier momento del día es bueno para ir al frigorífico y comer sin freno. Toda celebración familiar, o reunión profesional, debe ser acompañada con un festín de dimensiones homéricas. Y es que el hombre jamás debe olvidar que en este mundo salvaje, o comes o te comen. Así que hay tener siempre en mente que uno es un depredador y no una presa.
Los héroes de este género, debe ser machos siempre en celo, rodeados de mujeres hermosas. Mantener a una guapa y joven amante es un signo de masculinidad y buena situación económica. Si al abandonarla, la amante, entra en una profunda depresión y se suicida, hay que saber olvidar el asunto. Los perdedores pusilánimes no son algo que deba importar a los machos alfa triunfadores. No hay lugar en en el mundo para los débiles, así que lo lógico es que desaparezcan y se extingan.
Además, los protagonistas deben tener un apetito voraz, aunque eso le lleve a tener un enorme sobrepeso. Cualquier momento del día es bueno para ir al frigorífico y comer sin freno. Toda celebración familiar, o reunión profesional, debe ser acompañada con un festín de dimensiones homéricas. Y es que el hombre jamás debe olvidar que en este mundo salvaje, o comes o te comen. Así que hay tener siempre en mente que uno es un depredador y no una presa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No hay duda de que Los Soprano es una serie con unos guiones de lujo. El trabajo concienzudo y prodigioso de sus escritores, logra que la trama sea entretenida en todos los capítulos. Los personajes están tan bien definidos y llenos de matices, que parecen sacados de la vida misma. Todos los actores están impecables; exceptuando el mediocre Steve Van Zandt. Merece una mención especial el actor Toni Sirico, en su papel de Paulie. Imposible representar mejor a ese gangster de patillas canosas, egocéntrico, pelmazo, psicópata y, en muchas ocasiones, cómico y ridículo.
La actriz Amparo Rivelles dijo, en una ocasión, que el teatro tiene una enorme responsabilidad, porque debe mostrar a la gente lo que está bien hacer y lo que no. Y aquí es donde radica el problema de Los Soprano. En una escena, un psiquiatra le dice a la mujer de Tony Soprano que debe hacer un duro examen de conciencia por haber elegido pasar su vida con un delincuente criminal. En otra escena, un cura le aconseja a la misma mujer que se fije solo en las cosas buenas de su marido y que, simplemente, se olvide de las malas. Los guionistas de esta serie nunca acaban de mojarse y dar una opinión moral clara acerca de sus violentos personajes. En algunos momentos, critican a su psicópata protagonista; pero, en otros, parecen justificar e, incluso, admirar su astuta y despiadada forma de ser. Vivimos tiempos grises, en los que los límites entre el bien y el mal parecen difuminarse en la mente de los mejores escritores. Ni siquiera al final de la serie, queda claro lo que pretendían sus guionistas. ¿Advertir sobre una brutal realidad humana que, a veces, nos negamos a ver? ¿Utilizar la violencia, de forma gratuita, para enganchar a la audiencia? ¿Adoctrinar a los espectadores para que sigan un tipo de comportamiento psicopático que, sin duda, llevaría a la sociedad hacia su total autodestrucción? Da por pensar que ni los mismos guionistas tenían claro lo que pretendían, aparte de entretener y cobrar su sueldo. Ante un escenario tan desconcertante, siempre nos quedará la opción de volver a ver alguna vieja película de Hollywood. Una de aquellas en las que los escritores sabían diferenciar el bien del mal y en las que quedaba claro que sin moral los hombres no tienen futuro alguno.
La actriz Amparo Rivelles dijo, en una ocasión, que el teatro tiene una enorme responsabilidad, porque debe mostrar a la gente lo que está bien hacer y lo que no. Y aquí es donde radica el problema de Los Soprano. En una escena, un psiquiatra le dice a la mujer de Tony Soprano que debe hacer un duro examen de conciencia por haber elegido pasar su vida con un delincuente criminal. En otra escena, un cura le aconseja a la misma mujer que se fije solo en las cosas buenas de su marido y que, simplemente, se olvide de las malas. Los guionistas de esta serie nunca acaban de mojarse y dar una opinión moral clara acerca de sus violentos personajes. En algunos momentos, critican a su psicópata protagonista; pero, en otros, parecen justificar e, incluso, admirar su astuta y despiadada forma de ser. Vivimos tiempos grises, en los que los límites entre el bien y el mal parecen difuminarse en la mente de los mejores escritores. Ni siquiera al final de la serie, queda claro lo que pretendían sus guionistas. ¿Advertir sobre una brutal realidad humana que, a veces, nos negamos a ver? ¿Utilizar la violencia, de forma gratuita, para enganchar a la audiencia? ¿Adoctrinar a los espectadores para que sigan un tipo de comportamiento psicopático que, sin duda, llevaría a la sociedad hacia su total autodestrucción? Da por pensar que ni los mismos guionistas tenían claro lo que pretendían, aparte de entretener y cobrar su sueldo. Ante un escenario tan desconcertante, siempre nos quedará la opción de volver a ver alguna vieja película de Hollywood. Una de aquellas en las que los escritores sabían diferenciar el bien del mal y en las que quedaba claro que sin moral los hombres no tienen futuro alguno.