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Terror
Koldo y Clara, que están hechos el uno para el otro, están a punto de casarse rodeados de familiares y amigos. Pero sobre ellos se cierne una negra sombra capaz de desencadenar una situación infernal precisamente el día de su boda. Precuela de la saga de terror [•REC]. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil entender cómo una saga puede pasar del terror a la comedia negra de una entrega a otra, sacrificando por el camino casi todo lo que la hacía única y merecedora de un lugar en la historia del género. La vuelta de Paco Plaza en solitario supone precisamente eso, una ruptura en muchos sentidos frente a la que el fan acérrimo debe mentalizarse si quiere entrar en su dinámica. Porque una vez aceptado el cambio, REC 3 ofrece bastante más que una simple parodia o intento de comedia descafeinada.
En primer lugar hay que decir que, pese a ser una precuela, REC 3 no explica nada que no se hubiera dicho en las entregas anteriores. Los nexos de unión con el resto de la saga son múltiples, se establecen de forma sutil e inteligente y la cronología está clara, pero la inclusión de nuevos elementos a la trama global brilla por su ausencia. También hay, una vez más, una clara insistencia en el origen demoniaco del brote infeccioso y su contrapartida religiosa como forma de combatirlo.
Por primera vez desde su existencia, REC abandona la cámara en mano y se entrega a un formato cinematográfico mucho más estándar. Ahora bien, este cambio no se estrena desde el principio, siendo los primeros veinte minutos del film bastante fieles a la tradición de la saga a pesar de contener algunas bromas. Cabe preguntarse entonces si otra tercera parte fue posible de no haberse renunciado a dicha técnica de grabación, porque la diferencia entre el antes y el después de ese punto de inflexión en la película es considerable. Situada en un día de boda, la historia transcurre en estos compases iniciales con la total ausencia de artificio que caracterizaba también a las anteriores, con lo cual la forma en la que se desata el caos recuerda en cierta medida al pánico vivido en aquel viejo edificio de Barcelona. Pero como si de una broma de mal gusto se tratara, Paco Plaza hace que todo eso se esfume de un momento para otro: las reglas del juego van a cambiar, y a través de una divertidísima escena se nos dice lo que está pasando: termina el film de terror y empieza la comedia negra. Aparecen bandas negras y comienza una nueva etapa para REC.
A partir de esa brillante transición, el humor adquiere un protagonismo nunca antes visto en la saga. No obstante, los primeros pasos del film con su recién estrenado cambio de género no brillan con especial fuerza. Aunque el montaje es ágil, la fotografía vistosa y la banda sonora acompaña bien, muchos chistes y situaciones cómicas resultan demasiado simplonas como para sentir que el cambio ha merecido la pena. Hay momentos divertidos, pero en general da la sensación de que la cinta va a limitarse a ser una comedia con zombis sin demasiada chicha que entretiene pero no engancha. Y quiero determe aquí, porque otro de los peros pasa por cómo se ha convertido a los infectados de las dos primeras películas en una amenaza mucho más estándar. De unas criaturas increíblemente agresivas, veloces y con una gran resistencia física se ha pasado a los típicos zombies de cualquier película del género, con sus clásicos gestos y marcha a paso calmado. Una lástima.
Pero como dije antes, REC 3 no es ni mucho menos un intento fallido. En su último tercio, el film se desmadra hasta convertirse en una gamberrada plagada del mejor gore y escenas memorables, hasta llegar a un desenlace genial con un final nada convencional. La relación de amor entre el dúo protagonista acaba funcionando hasta el punto de que los toques de drama, hasta ese momento nada efectivos, son capaces de transmitir cierta conmoción. En este sentido, es imposible pasar por alto una gran interpretación de Leticia Dolera, y en menor medida pero igualmente destacable la de Diego Martín.
Sin ser un film memorable, REC 3 se consolida como un experimento que, para el daño que pudo haber hecho a la saga, acaba salvando los muebles con bastante solvencia. Su notable inicio en consonancia con las dos entregas anteriores y un gran tercio final compensan una parte central algo más olvidable, y dejan un buen sabor de boca general.
En primer lugar hay que decir que, pese a ser una precuela, REC 3 no explica nada que no se hubiera dicho en las entregas anteriores. Los nexos de unión con el resto de la saga son múltiples, se establecen de forma sutil e inteligente y la cronología está clara, pero la inclusión de nuevos elementos a la trama global brilla por su ausencia. También hay, una vez más, una clara insistencia en el origen demoniaco del brote infeccioso y su contrapartida religiosa como forma de combatirlo.
Por primera vez desde su existencia, REC abandona la cámara en mano y se entrega a un formato cinematográfico mucho más estándar. Ahora bien, este cambio no se estrena desde el principio, siendo los primeros veinte minutos del film bastante fieles a la tradición de la saga a pesar de contener algunas bromas. Cabe preguntarse entonces si otra tercera parte fue posible de no haberse renunciado a dicha técnica de grabación, porque la diferencia entre el antes y el después de ese punto de inflexión en la película es considerable. Situada en un día de boda, la historia transcurre en estos compases iniciales con la total ausencia de artificio que caracterizaba también a las anteriores, con lo cual la forma en la que se desata el caos recuerda en cierta medida al pánico vivido en aquel viejo edificio de Barcelona. Pero como si de una broma de mal gusto se tratara, Paco Plaza hace que todo eso se esfume de un momento para otro: las reglas del juego van a cambiar, y a través de una divertidísima escena se nos dice lo que está pasando: termina el film de terror y empieza la comedia negra. Aparecen bandas negras y comienza una nueva etapa para REC.
A partir de esa brillante transición, el humor adquiere un protagonismo nunca antes visto en la saga. No obstante, los primeros pasos del film con su recién estrenado cambio de género no brillan con especial fuerza. Aunque el montaje es ágil, la fotografía vistosa y la banda sonora acompaña bien, muchos chistes y situaciones cómicas resultan demasiado simplonas como para sentir que el cambio ha merecido la pena. Hay momentos divertidos, pero en general da la sensación de que la cinta va a limitarse a ser una comedia con zombis sin demasiada chicha que entretiene pero no engancha. Y quiero determe aquí, porque otro de los peros pasa por cómo se ha convertido a los infectados de las dos primeras películas en una amenaza mucho más estándar. De unas criaturas increíblemente agresivas, veloces y con una gran resistencia física se ha pasado a los típicos zombies de cualquier película del género, con sus clásicos gestos y marcha a paso calmado. Una lástima.
Pero como dije antes, REC 3 no es ni mucho menos un intento fallido. En su último tercio, el film se desmadra hasta convertirse en una gamberrada plagada del mejor gore y escenas memorables, hasta llegar a un desenlace genial con un final nada convencional. La relación de amor entre el dúo protagonista acaba funcionando hasta el punto de que los toques de drama, hasta ese momento nada efectivos, son capaces de transmitir cierta conmoción. En este sentido, es imposible pasar por alto una gran interpretación de Leticia Dolera, y en menor medida pero igualmente destacable la de Diego Martín.
Sin ser un film memorable, REC 3 se consolida como un experimento que, para el daño que pudo haber hecho a la saga, acaba salvando los muebles con bastante solvencia. Su notable inicio en consonancia con las dos entregas anteriores y un gran tercio final compensan una parte central algo más olvidable, y dejan un buen sabor de boca general.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Inmejorable la forma en la que el film desecha la cámara en mano. Paco Plaza se ríe de sí mismo y ridiculiza un hecho altamente criticado en ese tipo de películas: que siempre haya alguien dispuesto a grabarlo todo en medio de una situación de pánico y peligro mortal, además de que se haga con el argumento reivindicativo de que "la gente tiene derecho a saber lo que está pasando". Como muy probablemente ocurriría en una situación real, nadie entendería esa actitud y mandarían la cámara a tomar viento a los pocos segundos.
Hablemos de referencias. Es todo un puntazo la explicación de cómo ha sido infectado uno de los asistentes a la boda, ya que conecta con un hecho de la primera película: mordido en una visita al veterinario por el perro de una de las familias de la historia original, que ya entonces se mencionaba como portador de la infección y se le ubicaba en el mismo lugar. También resulta interesante ver a la niña Medeiros reflejada en los infectados a través de espejos o pantallas, ya que la entidad demoniaca que origina el brote se alojó en su cuerpo desde el principio. Por otra parte, y en la línea de REC 2, las oraciones religiosas vuelven a calmar a los infectados, e incluso se utiliza una iglesia como refugio porque son incapaces de acercarse mucho a ella. Y para acabar, en una escena se ve de fondo en una televisión que los sucesos de las dos primeras entregas están teniendo lugar esa misma noche.
En cuanto a los chistes, hay bastantes muy normalitos y otros más graciosos. Entre estos últimos, destacaría la entrevista a "Jon Esponja", los comentarios del fotógrafo sobre la utilización de la cámara en mano, ver Koldo y al sirviente enfundados en armaduras medievales mientras buscan a Clara... sin embargo, lo mejor viene después. La escena de la batidora o ver a Leticia Dolera vestida de novia exterminando zombies a golpe de motosierra son momentazos impagables.
Como decía antes, el final es para aplaudir sin parar. Después de ser mordida y que Koldo tenga que amputarle la mano con una espada, Clara sucumbe a la infección de todas formas. El lugar es precintado tal y como ocurrió con el edificio de las dos primeras entregas, pero ellos salen de todas formas. Koldo se niega a soltar a su mujer y la besa, pero justo entonces esta se convierte definitivamente en una infectada y le arranca la lengua. Finalmente ambos son acribillados a balazos y mueren. Un final sorprendentemente crudo para tratarse de una película tan centrada en la comedia.
Hablemos de referencias. Es todo un puntazo la explicación de cómo ha sido infectado uno de los asistentes a la boda, ya que conecta con un hecho de la primera película: mordido en una visita al veterinario por el perro de una de las familias de la historia original, que ya entonces se mencionaba como portador de la infección y se le ubicaba en el mismo lugar. También resulta interesante ver a la niña Medeiros reflejada en los infectados a través de espejos o pantallas, ya que la entidad demoniaca que origina el brote se alojó en su cuerpo desde el principio. Por otra parte, y en la línea de REC 2, las oraciones religiosas vuelven a calmar a los infectados, e incluso se utiliza una iglesia como refugio porque son incapaces de acercarse mucho a ella. Y para acabar, en una escena se ve de fondo en una televisión que los sucesos de las dos primeras entregas están teniendo lugar esa misma noche.
En cuanto a los chistes, hay bastantes muy normalitos y otros más graciosos. Entre estos últimos, destacaría la entrevista a "Jon Esponja", los comentarios del fotógrafo sobre la utilización de la cámara en mano, ver Koldo y al sirviente enfundados en armaduras medievales mientras buscan a Clara... sin embargo, lo mejor viene después. La escena de la batidora o ver a Leticia Dolera vestida de novia exterminando zombies a golpe de motosierra son momentazos impagables.
Como decía antes, el final es para aplaudir sin parar. Después de ser mordida y que Koldo tenga que amputarle la mano con una espada, Clara sucumbe a la infección de todas formas. El lugar es precintado tal y como ocurrió con el edificio de las dos primeras entregas, pero ellos salen de todas formas. Koldo se niega a soltar a su mujer y la besa, pero justo entonces esta se convierte definitivamente en una infectada y le arranca la lengua. Finalmente ambos son acribillados a balazos y mueren. Un final sorprendentemente crudo para tratarse de una película tan centrada en la comedia.