Curiosa y al parecer bastante fiel aproximación a los últimos años de vida del legendario forajido americano Jesse James, aunque aquí comparte evidente protagonismo con quien a la postre seria su asesino, denominado en esta cinta como el cobarde Robert Ford. James casi un héroe popular para muchos de sus compatriotas es mostrado aquí como asesino implacable, pero también como hombre familiar que disfruta con su mujer y sus hijos, y que pretende mantenerse lo más alejado posible de esa vida de pesadilla, lo cual por cierto no resulta nada fácil de conseguir.
Es a la vez un hombre asaltado por delirios y por histerias, receloso y desconfiado, lo cual inevitablemente hace que sea un ser solitario y siempre en guardia. Sin duda una triste forma de vivir, cuando de nadie puedes fiarte ni tampoco puedes abandonar esa senda, sabes que la muerte te ronda en cada esquina, quizás en forma de una bala traidora o tal vez de una soga justiciera.
No es sencillo estar alerta continuamente, o eso piensa al menos el otro personaje principal de la película, singular, enrevesado y con un toque perverso, que espera impaciente su oportunidad. Tampoco parece que pueda hacer otra cosa. “El cobarde Robert Ford” pronto descubre que la vida nos exige en ocasiones altísimos precios por nuestras acciones y que muy a menudo es esa misma vida la que se encarga de hacer su propia justicia.
Brad Pitt me sigue pareciendo un actor de una presencia imponente y no escaso de talento, pero en esta película se ve superado por un magnifico Casey Affleck, yo ya lo descubrí en “Gone Baby Gone”, pero interpretando al joven Boby Ford confirma ampliamente sus innegables dotes para la profesión. Ellos dos son ingredientes esenciales para hacer que este relato, aunque con excesivo metraje, alcance un nivel más que aceptable.